Treinta y dos. First Love.

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― Se llama First Love― Dalia explicó, sonriendo―. Es una historia que no es mía, y a la vez lo es. El primer amor del autor es la música; el mío fue el patinaje artístico, que también es música.

― Pero, Dal-chan, ¿por qué es... triste?

Ella no dijo nada, pero Gilian rodó los ojos. Dalia simplemente no podía evitarlo, no escapaba de aquello que le hacía sentir – y cuando conectaba con alguna canción profundamente, esa sería la elegida. Era la única elección por corazonada que Irene le permitía.

Gilian conocía la letra pues le habían semi-forzado a interpretarla en el piano (Dalia era bastante insistente, y él sabía que ella adoraba el sonido del piano).

"Puede que me vaya, pero no te preocupes: te irá bien por tu cuenta. Recuerdo cuando te conocí por primera vez, ya has crecido mucho. Este es el fin de nuestra relación, pero nunca sientas pena por mí, volveremos a encontrarnos de una forma u otra, así que salúdame con una sonrisa" ― Dalia había leído textualmente de una traducción en internet―. Él habla del piano, un amor del que se alejó y que después encontró de nuevo: su primer amor. "A pesar de que estuve lejos mucho tiempo, me recibiste sin oponer resistencia. Nunca sueltes mi mano; nunca soltaré la tuya. Lloraba y reía porque estaba a tu lado, hasta esos momentos son recuerdos placenteros. "

Y entonces, sin que le dijesen por qué, había entendido qué veía Dalia detrás de la canción del rapero coreano que había comenzado a gustarle por influencia de Evgenia. First Love era suya también.

[...]

— ¿Por qué le gustan tanto las canciones tristes?— preguntó Yuzuru al ruso de pie a su lado, su mirada fija en la chica girando en el centro de la pista, inmersa en el mundo de su canción.

— Porque es algo que todos conocemos— el rubio respondió.

No lo entendía.

— Observa su expresión, sus movimientos, su aura. Ella tiene esa capacidad de transmitir, no tienes idea de la historia, pero cuando ella se mueve, podría sonreír y hacerte llorar con la historia más triste, esa es la magnitud de su talento.

Sabía que quería decir con eso.

— Pero...

— Da miedo. No saber si ella sonríe de verdad o no, si dentro de ella todo es tan triste como sus historias.

— Eso no es cierto. Sus ojos.

Siempre podía encontrarla allí, en ese brillo en su mirada. Quizás no podía comunicarse bien con ella, dados sus idiomas maternos, encontrar las palabras era complicado. Pero, mirando esos curiosos ojos de tonos cafés, verdes y dorados; estaba seguro de que no necesitaba palabras para entender. Le gustaba sobre todo la sonrisa que se le escapaba cuando estaban uno al lado del otro y ella pensaba que no la miraban –como si no pudiese creerlo, como si fuese feliz desde lo más profundo de su corazón. Su segundo favorito muy de cerca, era la expresión que había puesto cuando finalmente lo vio con el atuendo que usaría para el show de hielo.

Oh my God.
Yuzuru sabía lo que hacía perfectamente y le encantaba haber conseguido su objetivo.

― ¿Q-qué? Eso es... ¿Ese es tu atuendo para el show?

Asintió repetidamente, sonriendo inocentemente.

― ¿Qué? Pero- ¡Oh Dios mío!

A veces, ella no se daba cuenta de que estaba fangirleando justo frente a él. Pero para Yuzuru era adorable cuan nerviosa se ponía.

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