Dieciocho. Yuzuru Hanyu y los dos españoles.

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Aburrida, Dalia se movía por la pista; por pura diversión saltó su Triple Lutz, y sintiéndose ágil, intentó probarse a si misma: ¿Cuántos Loop puedo añadir luego? Resbaló cuando estaba a punto de saltar un cuarto, pero sentada sobre su trasero, solo pudo sonreírle al público que había ingresado hace media hora al lugar de la práctica.

Se levantó, y vio a Javier negando con la cabeza fuera de la pista.

— ¡Ahora yo, ahora yo! — canturreó Nathan, agitando su mano para que le pusiese atención. Pero de alguna forma aterrizó su segundo salto con ambos pies. Frustrado, soltó un gruñido, cubriéndose el rostro con las manos.

Divertida, Dalia le dedicó una exagerada mirada de sorpresa.

— ¡No , no, no! — gorjeó Nathan acercándose—. ¡Eso fue el calentamiento!

Ella negó con a cabeza, molestándole.

El segundo grupo comenzó a ingresar lentamente, conforme los integrantes del primer grupo comenzaron a dejar el hielo. Eran demasiados, así que por seguridad solo se mantenían 5-6 personas en la pista por 15/30 minutos; y en cuanto Anna Pogorilaya salió, un brillante Shoma Uno dio un brincó dentro. Y tras él, Yuzuru se inclinó y se desplazó en silencio por los límites de la pista.

— ¡Oye, Minion! — Javier le dijo, deteniéndose a su lado un segundo—. ¡Jolines! ¿Qué es lo que te enseña Irene?

Ella se encogió de hombros, divertida.

— ¡Dalia! —Nathan llamó en un grito, causando que varias miradas se giraran con curiosidad.

Dalia levantó la mirada para observar a Nathan -sin la presión de la competencia- aterrizar un cuádruple Lutz a pocos metros de distancia de ella.

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Dalia le aplaudió admirada a un sonriente Nathan Chen.

Yuzuru bufó y se acercó a su compañero de entrenamiento y amigo, Javier Fernández. Quizás él pudiese ayudarle a aclarar ideas.

Javi Yuzuru llamó, acercándose a su amigo, aún inseguro. No estaba seguro de que preguntar fuese correcto—. Dalia...

La mirada de su compañero inmediatamente cambió, y el japonés terminó de convencerse: aquello no era buena idea.

Interesado, ¿huh? —. Yuzuru agitó la cabeza.

Dal-chan...

¿-chan...? —repitió y negó dramáticamente—. Los dejo solos un par de competencias, ¿y ya es "Dal-chan"?

Tomarle el pelo era una de las actividades favoritas del español, y entonces pasó lo peor que podía pasarle a quien quería mantener sus sentimientos para si: su rostro se tornó carmesí.

Dalia... no entenderla.

No podía explicar cuanto lo confundía la muchacha con su limitado vocabulario. Pero, Dalia era un enigma -confundiéndole con su sonrisa, y haciéndole reír sin intentarlo. Aunque desde la distancia, ella siempre parecía distinta, desconocida -cuando charlaba con Javi, cuando estaba junto al sobrino de coach Irene, cuando bromeaba con Nathan o le explicaba inglés a Shoma y Evgenia...- era difícil de poner en palabras, como todo en ella.

¿Por su acento?

No, su acento... bonito.

Javier saltó inmediatamente.

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