Quizás no había logrado alcanzar el podio final, aunque por al menos veintidós décimas la medalla de bronce del Programa Libre era suya; fue Anna Pogorilaya quien reunió suficientes puntos para pararse sobre la plataforma de victoria.
Era consciente de que el peso de su programa corto aún no abrumaba su cabeza, pero no tuvo tiempo para pensar en otra cosa. Y entre el caos de las preguntas con las que la bombardeó la prensa, sólo pudo salir corriendo al área que los organizadores habían reservado para las chicas que deseasen observar la competencia que inició inmediatamente -la de los chicos.
— Leah, ¡dame mi abrazo de la buena suerte! — Nathan Chen le dijo, abrazándola en cuanto la vio—. ¡Tu programa libre fue impresionante! Inspirador, ¡ahora estoy realmente encendido!
Según recordaba, tras el programa corto, el estadounidense estaba en quinta posición, casi experimentando la misma historia que ella.
— Tengo una petición, Nathan. Déjame ver ese Lutz cuádruple en todo su esplendor, te lo pido como patinadora amante del Lutz.
El joven patinador soltó una carcajada.
— No apartes la mirada, el experto va a enseñarte más que su súper Lutz.
— No seas un cretino—ella le dijo, medio bromeando—. Sólo complace a tu corazón dando todo de ti.
Asintió con una sonrisa, y se alejó con su entrenador.
— Minion, deja de animar al enemigo— Si le hablaban en su idioma natal, y le saltaban encima desde atrás, solo podía ser una persona—. ¿Y qué es eso de "abrazo de la suerte"? ¿Y por qué no me dais uno?
Se giró, y tiró de Javier Fernández hacia abajo, abrazándolo desde los hombros.
— Esto es un abrazo de la buena suerte, Javi. No sé si funcione, pero ve allá y da lo mejor, estrella.
— Gracias, Dal. Por cierto, esta noche todos vimos la luz más bonita brillar en esa pista. Fue precioso.
Al otro lado del pasillo, Shoma parecía a punto de arrancarse algún dedo -a pesar de que su rostro era una máscara que no revelaba una sola cosa, Dalia conocía una manía nerviosa cuando la veía. La mirada del muchacho japonés la encontró y este asintió en reconocimiento.
— Ganbarou— le dijo, y justo como Yuzuru, su mirada se iluminó cuando escuchó su idioma natal—. Shoma-kun, anata no fuku wa... kawaii-desu. (N/A: Tu traje es bonito)—pronunció despacio—¿Lo dije bien?
Un enérgico asentimiento le respondió.
— Arigato, Leah-san. Yo... umm—le mostró su dedo índice y señalo en dirección a la pista— ¿patinar... dai-ichi?
Por un segundo, ambos se miraron con la barrera del lenguaje frustrando su comunicación. Por suerte para ellos, Dalia sabía contar en japonés.
— ¿Patinas de primero, correcto? —Shoma asintió, sus ojos brillantes—. Ah, ¿ansioso?
Como fuese, Shoma parecía entender su inglés en tanto ella usara palabras sencillas -el problema eran sus respuestas vagas, a veces completamente en japonés. Pero de vez en cuando, se lo encontraba sonriendo a sus bromas. Era difícil, pero no imposible.
— Poquito. Sí.
— Bueno, Uno-senshu tiene su propio encanto, yo se que puedes hacerlo. Daiyobudesuyo.
Asintió como un niño, y un mechón de su cabello ondulado resbaló hasta su frente. Con una expresión molesta lo retiró, pero cayó de nuevo.
— ¿Puedo ayudar? — Shoma la miró sorprendido, pero ella apuntó a su propia melena de cabello trenzada—. Créeme, tengo experiencia.
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Songs for us
FanfictionEllos decían que algunas canciones les recordaban a nosotros, cada canción que bailamos. Pero siempre había música alrededor. Ellos se equivocaban. Se trataba de cada canción tocando cuando estabas a mi lado, cuando no te dabas cuenta y mis ojos no...