Veintidós. El patinaje que te gusta.

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— Meh, no es la de Oro —Yuzuru bromeó, y ella hizo un puchero, mirándole a través de la pantalla de su teléfono.

Era venganza, ella le había dicho lo mismo cuando le entregaron la medalla de bronce del programa libre masculino en Marsella y la expresión en el rostro de Yuzuru era la viva descripción de esas palabras.

— Lo será el otro año.

Yuzuru sonrió, y miró directo a la cámara. Para Dalia, era como si la mirase a ella directamente.

Oh, santos dioses del patinaje. Yuzuru está en mi pantalla, moviéndose y hablando conmigo. Mi yo del pasado no podría creerlo.

— Ahora es mi turno.

— Estaré viéndote, Yuzu. Ganbatte.

Los patinadores que no pertenecían al bloque Europeo, tenían su propio campeonato, y conseguirían pisar el país sede de los Juegos Olímpicos primero.

— Lo cual es muy injusto— le había reprochado a Nam, pero el canadiense sólo le prometió describirle lo asombrosa que era la calidad del hielo, cuán deliciosa era la comida, que tan cerca estaba de esos grupos de música coreanos que a la española de gustaban.

— Estamos dentro de los mismos límites territoriales, ¿a qué estas celosa, Dalia?

— ¡Nam!

Lo estaba. Aunque no por lo que Nam pensaba -bueno, quizás un poco por eso también.

— Dal-chan— susurró Yuzuru— ¿Podrías decir algo para mí?

Estaba celosa porque ella no podría ver a Yuzuru en vivo, no podría admirarle mientras conseguía la medalla de oro en la única competencia que le restaba para declararse vencedor de cada campeonato de patinaje.

— ¿Uh? ¿En japonés?

Él asintió. Eso la puso nerviosa. Si aceptaba podría terminar repitiendo cualquier tontería y él nunca lo olvidaría, sería causal de bromas infinitas.

Ah, qué demonios. Él puede reírse de mi todo lo que quiera, tiene una risa hermosa.

— Está bien— susurró, y la mirada de Yuzuru se iluminó.

Era en esos momentos cuando se daba cuenta de lo arruinada que estaba, completamente perdida por aquel hombre.

///

Había una cierta magia que llenó a ambos patinadores, una conexión y cercanía a pesar de que se encontraban en distintos países.

Te mostrare mi mejor esfuerzo Y ella no tenía idea de lo que Yuzuru decía, pero sus ojos brillaron en cuanto escuchó el idioma natal del chico—. A cambio, déjame ver tu mejor patinaje, y puedes estar seguro de que siempre te estaré mirando, siempre estaré contigo.

— ¿Q-Qué significa eso?

Por favor, Dal-chan.

Sabía que las frases sencillas no escapan el conocimiento de Dalia, pero quería escucharla hablando japonés más allá de eso.

— Yuzu...

///

Él aparto el rostro de la cámara para toser, y ella se derritió.

Estúpido japonés -con ese rostro bonito y esas reacciones tan tiernas podía conseguir lo que quisiera.

Dalia suspiró, y miró directo a la cámara. Intentó repetir cada palabra que Yuzuru habia dicho, a pesar de sus mejillas ardiendo, pues Yuzuru sonreía con su mirada fija en ella y eso era todo lo que necesitaba. Sin idea de lo que acaba de decir, o si acababa de decir alguna ridiculez de la que Yuzuru se burlaría por siempre, miró en silencio al chico en su pantalla.

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