🦋CAPÍTULO 35🦋

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🦋 CAPÍTULO 35 🦋

‹‹ Simpatía››


Contemple la lluvia caer, a través de la ventana, mientras apretaba con fuerza la sabana cada que un trueno se hacía escuchar. ¿A dónde estaba Hiram?

Deje viajar la mirada a la veladora sobre el buró, con una pequeña llama que a penas iluminaba la habitación. Di un brinco en mi cama cuando de nuevo un trueno se hizo escuchar y me hizo desear correr al cuarto de mamá, pero hacerle ver que me seguían afectando las tormentas solo la preocuparía, y se preguntaría como le hice los últimos años para sobrevivir a ellas, ya que ignoraba que desde hace cuatro años Hiram se mete a escondidas a mi habitación.

Tome mi celular del pequeño buró de a lado de mi cama, y coloqué los audífonos para escuchar la música y callar la tormenta.

El sonido de mi corazón era lo único que podía escuchar en ese tormentoso silencio, encerrada en aquel estrecho lugar. No sabía cuándo tiempo había pasado, pero quería que papá volviera.

Tome valor y estire mi mano para abrir un poco la puerta.

—Papá —llamé, con voz temblorosa, pero no obtuve contestación. Lágrimas brotaron con más intensidad de mis ojos. Quería que papá volviera.

De pronto, escuche un sonido, y me apresure a cerrar la puerta, cubriendo mi boca al temer que alguien me escuchara. Mi cuerpo temblaba, mi corazón parecía estar a punto de explotar con el sonido de las pisadas y voces, y de repente alguien abrió la puerta de mi escondite.

Comencé a gritar entre el llanto, y pegué contra aquellas paredes estrechas como si fuera posible atravesarlas. Pero aquel hombre aun así intento sacarme a pesar de mi resistencia. Patalee, grite más fuerte, pidiendo ayuda a papá, pero no venía.

Cuando logre liberarme de aquel señor, que estaba acompañado de más hombres, corrí hacia la puerta, intentaron atraparme, pero esquive a cada uno de ellos, y corrí hacia el bosque, mientras me llamaban por mi nombre. Sabían mi nombre, los hombres malos sabían mi nombre.

—¡Papá! —grité, mientras corría— ¡Papá!, ¡ayúdame!, ¡Papá!

Los trotes de los hombres estaban cada vez más cerca, aumentando mi miedo.

—Alixen —alguien me sujeto con fuerza—. Alixen, tranquila —me abrazó.

—¡Papá!, ¡Papá!, ¡Ayúdame!, ¡Ayúdame! —grité con todas mis fuerzas, lo que hizo mi garganta arder.

—Shh, shh, tranquila, Alixen, tranquila —susurraba con voz suave, sin dejar de abrazarme y sobar de mi cabeza.

Abrí los ojos de golpe, con el corazón acelerado, y la sensación de faltarme el aire.

—Shh, tranquila, aquí estoy, nadie te hará daño, no dejaré que nadie te haga daño —susurró de Hiram, mientras me envolvía en una reconfortante y familiar calidez.

Lo abracé con fuerza, sin tener idea a qué horas había llegado.

Él siguió susurrándome que nadie me lastimaría, hasta que me tranquilice, comencé a respirar con normalidad y mi corazón dejo de desear salir de mi pecho, como alguna vez lo hizo su padre.

Esa noche, mamá al ver que papá no me había llevado a la casa de la abuela, y ante las altas horas que eran y no recibir una llamada de su parte, para avisar que me quedaría en su casa se asustó, debido a que peleaban nuestra custodia, por ello trago a la policía consigo, pero claro, jamás se imaginó lo que iban a encontrar o lo que había pasado esa noche.

NEVERLAND (+18)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora