🦋CAPÍTULO 48 🦋
‹‹ Los secretos de la maldición de Jess ››
JESS REIS
Desde muy pequeño, mi padre me enseño a dibujar, los hacíamos cada día a la misma hora, jamás hubo objeción de mi parte o desinterés, amaba hacerlo, amaba pasar tiempo con él de esa manera, hasta que conocí la razón de enseñarme. Necesitaba saber dibujar para hacer mis registros de almas. Y aquello que ame, se volvió algo desagradable, porque retratar a los seres que torture hasta la agonía antes de llevar sus almas al infierno no me apetecía. Y aunque a veces solía olvidar los hechos, cuando la maldición me dominaba, sus rostros agonizantes permanecen en mi memoria, aunque fingiera que era así, aunque los demás lo creyeran. Uno de ellos, Hiram, quien siempre me brindaba el crimen de aquellas personas para calmar mi angustia, pero no funcionaba, más dejaba que lo creyera, que pensara que, aunque un poco, podía ayudarme a sobrellevar esta maldición, pues mis sueños, eran un repaso de los castigos que había llevado a cabo. Así de agotante era la maldición de los Reis.
Deje de retratar el rostro de Munné en mi diario y contemple. Nunca he tenido un esclavo, y tampoco me apetecía tenerlo, pero castigar y llevar su alma al infierno no era necesario, al nunca haber asesinado en ese entonces, y una alma que no estaba corrompida no le sirve al infierno. Aunque ahora ya lo estaba, pues sabía lo que le hizo aquellos jóvenes, ya que cada vez que Munné se ensuciara las manos, lo vería a través de sus ojos, algo que desconocía incluso yo hasta ese día. Por otro lado, necesitaba pensar en un castigo para él, ya que no lo puedo llevar al infierno por ser mi esclavo, pues el poco conocimiento que tenía sobre ellos, es que debían estar a mi lado hasta su muerte.
Miré hacia el librero, repleto de libros de cuero, todos llenos de rostros, pero sin información sobre la maldición. Entendía que la razón de ser así era para mantener en secretos las cualidades que nos brinda, y por supuestos las debilidades, pero nos lanza a la deriva a aquellos que no tuvimos quien nos orientara, y aunque tengo entendido que la manera de conocer todos los secreto de la maldición es a través de aquellos que la han portado, me niego a pedirle ayuda de mi abuelo, ya es suficiente la ayuda que le brindaron a mi madre y la terminaron llevando a la perdición.
—Tu cuerpo está débil —dije al percibir que Hiram ha despertado— incluso le cuesta regenerarse con rapidez —señale su rostro con moretones y aberturas—. Si continúas de esta manera, vas a enfermar.
—He ganado todos los combates —justificó—. Estoy bien.
—También que te encontré inconsciente en el bosque por una paliza minúscula.
Al no poder responder a ello, se limitó a rodar los ojos. En que momento se había vuelto tan inconsciente. Lo vi salir de la cama en dirección a la puerta para marcharse.
—Alguna vez has pensado en Alixen antes de luchar —lo vi detenerse y mirar hacia mí con enojo.
—No te atrevas —apretó con fuerza la chapa de la puerta, al deducir lo que está por decir.
—Le vas a romper el corazón si mueres, y a mí...
—No voy a morir —aseguró.
—Desde cuando eres Dios, para decir si mueres o no —mencione con calma, a pesar de que me sentía muy fastidiado con él.
—No lo soy, pero tengo confianza en mí, y sé que...
—No es confianza, es inconsciencia, Hiram —expuse—. Peterson no es un adolescente, sino un adulto, que ya estuvo en una guerra, que es muy sabio en la técnica de engaño y manipulación, ¿en serio crees que te va a dejar ganar?, cuando no eres más que un lobo sin manada e hijo de cazador.
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NEVERLAND (+18)⭐
FantasiCuando era pequeña, mis padres solían contarme historias de terror, y cuando no obedecía, decían que el lobo, bruja, o el cazador de almas vendría por mí. Su amenaza se sentía tan real que lloraba con intensidad o solía tener pesadillas. Al crecer...