🦋CAPÍTULO 46🦋

93 18 2
                                    


🦋CAPÍTULO 46🦋

‹‹ Una madre honorable ››

JESS REIS

Tiré con suavidad de la sabana para cubrir mejor el cuerpo de Alixen. Ella se removió, por lo que me quede inmóvil. Contemple por unos segundos una sonrisa curvar sus labios, para seguido desaparecer con lentitud. Con cuidado aparte el cabello que callo a la mitad de su rostro y aprecie con más detalle su paz y belleza.

Aleje mi mano de ella al ver que en mí se comenzaban a trazar líneas delgadas y desiguales de color negro. Eleve la mirada al cielo, donde las nubes comenzaban a alejarse de la luna, que ahora expandía su luz con intensidad, iluminando Neverland, e invadiendo cada parte dentro de mí.

Desvíe la mirada a la izquierda y miré mi reflejo en un cristal cuarteado, tan quebrantado como mi alma, si es que aún tenía. Pero lo que más me perturba es mi imagen; las venas negras se asomaban por mi cuello y rostro, mis ojos comenzaban a tornarse rojos. Si Alixen veía esta versión de mí, mi verdadera naturaleza, me temería por toda la eternidad.

Me puse de pie, acomodé mi chaqueta, y dediqué una última mirada a Alixen. Es tan hermosa, con un alma tan brillante, que no merecía esto, nadie lo merecía. Lo que hice fue una estupidez, una prueba de lo vulnerable que podía ser a su lado. Debía alejarme de ella, por su bien.

Avance a la orilla del edificio y me lance, cayendo de pie sin hacer ningún ruido al tocar el suelo en otro lugar de Neverland. Miré mi alrededor, en busca de Hiram, pues podía sentir que algo estaba mal. Nuestra conexión me lo dictaba, esa misma conexión que tenía como mi madre o toda persona que amo. La única ventaja que tenía de esta porquería de maldición.

A detectar su ubicación, dirigí hacia él, y observo su cuerpo en el suelo, con la espalda recargada en una piedra. Al parecer, las luchas contantes de Moon comenzaban a pasarle factura a su cuerpo, perjudicando su resistencia. Me puse de cuclillas, y tomé de su mano un sobre. Ni siquiera necesito abrirlo para entender, pues el sello en ella hablaba por sí solo.

—Lo siento —susurré.

Alguien debía detenerlo, y si su padre y yo no podíamos, ellos lo harán.

Guarde el bolsillo de su pantalón y cargue para llevarlo a casa, debido a que no podía llevarlo a la suya por la distancia, no iba a poner controlar mi impulso de tomar su alma corrompida por mucho tiempo.

Al llegar a casa, lo dejé sobre el sillón, y mi padre, quien se encontraba en la cocina bebiendo agua, se acercó a nosotros con su cabello enmarañado y una marca en su mejilla provocada por la almohada. Verla sobria fue extraño.

—¿Qué le ha pasado? —preguntó, evitando mirarme.

—Nada de lo que no me vaya a encargar. Cuida de él, volveré en unas horas —avancé a la puerta.

—Jess, espera...

Me aparté de su alcance al ver que pensaba tomarme del brazo.

Nadie, absolutamente nadie podía tocarme cuando estaba en este estado, y más si tenían tantos pecados sobre sus hombros. Podía controlarlo en ocasiones, como hice con Hiram al traerlo aquí, pero estaba lo suficiente agotado, como para evitar hacerle daño también a mi madre.

—Lo... lo siento, lo olvidé —tartamudeo.

Desvíe mi atención de ella, al ver el efecto que causaba mi rostro ante sus ojos. Aunque lo disimulara, podía ver el temor en ellos.

—No hagas nada de lo que te puedas arrepentir después —agregó.

—Yo nunca me arrepiento de nada, madre —Salí de casa y aparecí en el cuarto de Moya, quien se sobresaltó al verme a través del espejo mientras se desmaquillaba.

NEVERLAND (+18)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora