🦋CAPÍTULO 40🦋

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 🦋 CAPÍTULO 40 🦋

‹‹Tres víctimas, tres ofrendas››


Munné Peterson

Aceleré, zigzagueando entre los autos que transcurrían, sin temer a perder el control del auto por la alta velocidad en la que conducía.

Desde que conocí a Tyler en el antro Loto, me di cuanta que tenía un ego demasiado alto, siempre creyéndose mejor que todos, lo que le creo una larga fila de enemigos, algo en realidad me daba igual, solo me interesaba conseguir sexo de él, aunque él pensara que le tenía cierto amor y sentía privilegiado de estar a su lado. Una mierda, no era más que un simple humano con aires de insuficiencia que mantuve a mi lado porque sabía coger. Aunque últimamente comenzaba aburrirme de él, porque el papel de sumiso no se me daba bien, pero la cago antes de poder abandonarlo, y no podía darle vuelta a la página antes de castigarlo.

Pero debo darle la razón a mi padre, fui idiota al confiar en alguien como él, con antecedentes tan obvios. Por otro lado, lamentarme no servía de nada, hoy me encargaría de él y mi padre me dejaría en paz, y todo gracias a unos de sus enemigos, quien me envió una foto de Tyler y ubicación, sin ni siquiera pedirme un centavo por la información, pues todos querían fuera de su camino.

Al llegar a la fiesta, baje del auto y lo busque por todos lados, hasta divisarlo en una esquina conversando con su grupo de amigos. Ver su sonrisa, su estado de despreocupación hizo arder mis entrañas. Al divisarme, me dedico una sonrisa de burla.

—Munné, Cuánto tiempo...

Mi puño viajó a su rostro, haciéndolo tambalear un poco, por la poca fuerza que ejercí en mi golpe, para evitar romperle la mandíbula y llamar la atención por la brutalidad de mi fuerza, brindaba por ser un lobo consagre pura. Antes de que poder dar un paso a él, sus amigos me sujetaron.

Tyler se limpió la nariz y la comisura de los labios, soltando una risa.

—Vaya, sí que pegas fuertes —dijo.

—Puedo hacerlo mejor, ¿quieres que te lo demuestre?

—Por supuesto, pero veremos si puedes con tres —dejó viajar la mirada a los espectadores—. Chicos, al bosque.

Sin resistirme, me dejé guiar por ellos, hasta que Tyler creyó que estábamos lo suficiente lejos.

—Vamos niño bonito, quita esa cara, solo son negocios —comento—. Me pagaron muy bien para seducirte, tomar esas fotos y enviarlas a tu padre —dio un paso a mí—. Además, no deberías estar tan enojado, sino agradecido, mira que no envié e informe de esta, en donde te cogías a tu amigo.

Me mostró la pantalla de su móvil, que reproducía un video, en donde besaba a Trían, y seguido lo obligaba a meterse al auto. Una sensación helada me recorrió de pies a cabeza. No reconocía el lugar, ni siquiera recordada esa noche.

—Aunque, para ser sincero, lo guardé porque sabía que tú me darías más, ¿Por qué no creo que quieras que los demás sepan que te cogiste a un amigo a la fuerza?, ¿verdad?, porque si mal no recuerdo, cuenta como violación, y eso es un delito.

El imaginar que le había hecho aquello a Trían me asqueó. Y hacía entender por qué me había evitado por un tiempo. En que porquería de persona me había convertido.

—Entonces, ¿cuánto estás dispuesto a pagar? —chantajeó.

—Te daré el doble que te dieron, si me dices quién te ordeno hacerme esto —negocie, algo que hizo reír a Tyler.

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