🦋CAPÍTULO 34🦋
‹‹ Calidez ››
HIRAM SANZ
El sonido de mis pasos contra el lodoso e inundado suelo se mezclaba con el sonido de la lluvia, viento y truenos. Que dejaba claro que no fue buena idea escapar de casa, al menos a pie, pero si tomaba la camioneta mi madre se daría cuenta y avisaría a papá.
Me detuve al ver una silueta humanoide a la distancia, que atravesaba el bosque. Fruncí el ceño, al existir otra persona tan loca como corriendo bajo esta lluvia.
Deje viajar mi mirada hacia la calle que me llevaría a casa de Alixen, y por donde se había ido aquella persona. Al final, me gano la curiosidad y seguí al extraño.
Cuando estuve lo suficiente cerca, pude reconocer a Moreland. Quien se detuvo frente al lago y callo de rodillas, bajo la fuerte lluvia y árboles que se mecían salvajemente con el viento, sin temer que alguna cayera sobre ella. Parecía estar muy mal.
Avance con lentitud, hasta colocarme frente a ella.
—¿Qué haces? —me incline hacia ella.
Moreland levanto su mirada. Sus ojos estaban tan rojos como su rostro, al igual sus brazos, los cuales se encontraban arañados. Heridas superficiales que sanarían en un solo día y no dejarían cicatriz, pero justo en este momento parecían dolorosas.
—¿Por qué no puedo ser como ella? —Preguntó, algo que me confundió—. ¿Por qué no puedo ser suficiente?
Por primera vez, no sabía qué hacer, porque no entendía un carajo que pasaba, por lo tanto, tampoco sabía qué decir para consolarla. Al final, con cierta duda, la tomé del brazo, manteniendo mi agarre flojo para que se liberara si no quería que la tocara, y a continuación, la atraje a mí con lentitud, hasta que la envolví entre mis brazos. Ella se aferró a mí y lloro con fuerza.
El fuerte viento sopló de nuevo, y sentí su cuerpo temblar y erizarse.
—Vamos —la aparté— encontremos un refugio.
Ella se dejó guiar por mí, hasta que nos detuvimos frente un edificio abandonado. Conocía este lugar, pero jamás puesto un pie, ya que pertenecía al padre de Jess, y el cual lo consideraba algo muy propio de él, al límite que nunca traía a nadie, incluso a mí.
Estaba seguro de que no le sería agradable saber que lo invadí, pero necesitaba un refugio.
Al guiar a Moreland a la entrada, se resistió y dedico una mirada, porque nadie es tan idiota para entrar en el territorio de Jess, al ser muy posesivo, incluso más que los lobos.
—Tranquila, está bien —dije.
Ella asintió y entró conmigo al estacionamiento, para seguido ayudarla a sentarse sobre un pequeño muro. En donde se abrazó con fuerza a ella misma para darse calor al estar empapada y temblar.
Verla de esa manera tan frágil, despertó mi sentido de protección, por lo que solté un suspiro y quite la sudadera y camisa, dejándola sobre el muro, lo que hizo que Moreland escaneara mi torso desnudo.
—Antes que digas algo —me acerque más a ella—, no soy un pervertido —deshago con lentitud sus brazos cruzados—, pero estás temblando —comencé a subir su blusa.
Ella dudó por un momento, pero al final, accedió, y me permitió ver la palidez y suavidad de su piel. Mi atención quedó fija en sus pechos que eran sostenidos por un sostén blanco de encaje que los hacían ver muy tentadores.
Moreland colocó su mano en mi barbilla y me hizo mirarla.
—Si intentas pasarte de vivo, o le dices esto a alguien, te asesinaré —dijo con voz y mirada amenazante.
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NEVERLAND (+18)⭐
FantasiaCuando era pequeña, mis padres solían contarme historias de terror, y cuando no obedecía, decían que el lobo, bruja, o el cazador de almas vendría por mí. Su amenaza se sentía tan real que lloraba con intensidad o solía tener pesadillas. Al crecer...