Capitulo 8.Ciento ochenta grados.

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Tras la comida, nos dan permiso para volver a las habitaciones, cosa que yo no hago. Pulso un botón cualquiera del ascensor. La sala a la que me lleva tiene que ser donde entrenaremos:

Hay cuatro rings, a un lado varios sacos de boxeo negros. Unas tenues luces iluminan la habitación. Ando hasta pasar los rings y me encuentro con un campo de tiro. Hay dianas al fondo, pegadas a la pared. La de la izquierda está abarrotada de todo tipos de cuchillos.

Peter está en frente de la primera diana, pisando una línea del suelo, y con un cuchillo en la mano. Will se encuentra sentado en el suelo, en la pared derecha.

-Da igual lo mucho que te prepares, Peter, voy a ganar lo hagas como lo hagas.-ríe Will

-No me subestimes, Anderson.

Will me mira.

-Berries.-dice

Peter, que está en posición de lanzar el cuchillo que tiene en la mano, se pone recto y me saluda también.

-¡Hola, nena!

Le ignoro y Will se ríe ante mi silencio. Peter se limita a sonreir y a volver a ponerse en posición para lanzar el cuchillo. Recorro la sala hasta llegar a Will y me siento a su lado.

-¿Qué hacéis?-pregunto.

Se le ve sudoroso, como si hubieran estado peleando antes de empezar a lanzar los cuchillos.

-Entrenar, pero Peter se cree que lanza mejor que yo, y le he retado a que tire en todas las dianas, luego yo hago lo mismo, y el que de más cerca del centro en todas, gana.

-¿Y qué gana?

-La satisfacción, por supuesto, y quizás algún favor.

Suelto una risotada, no por la respuesta, si no por el hecho de que su prioridad sea esa, ser el mejor.

-¿De qué te ríes?-cuestiona Will, divertido.

-Nada, olvídalo.

No tengo ganas de discutir por las prioridades de cada uno, seguro que hará una apuesta sobre eso.

En silencio, observamos como Peter lanza los cuchillos. Los tiros son, a mi nivel de entrenamiento (es decir, ninguno), limpios y acertados, aunque no precisos, rara vez acierta en el centro de la diana.

Turno de Will. Peter está ahora sentado a mi lado mientras Will selecciona cuidadosamente los cuchillos que va a lanzar. Los coge, los gira en sus manos y comprueba el peso. Si no son lo suficientemente buenos para él, los sueltas y elige otros.

Peter inicia una conversación conmigo sobre los cuchillos. Le presto atención, pero no entiendo nada, a si que me limito a asentir y hacer algunas preguntas.

-No tienes ni idea de lo que te estoy diciendo, ¿verdad?-dice al fin.

-Sinceramente, no. No llevo aquí ni un día Peter, no se ni subirme a un árbol.

Se ríe demasiado alto para mi gusto y no hace ningún comentario más.

Tras cinco minutos, Will está listo. Se coloca delante de la primera diana y lanza. Da unos centímetros por debajo de Peter, justo en el centro.

Pasa a la siguiente diana aunque esta vez desde más lejos, cosa que no ha hecho Peter, se vuelve a colocar en posición y en menos de un segundo, el cuchillo se clava en el centro de la diana de nuevo.

Así con todos sus tiros, Will tiene que ser una especie de prodigio, no creo que una persona normal haga algo como lo que él acaba de hacer.

-¿Qué me dices, Peter?-el triunfo es visible en los ojos de Will.

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