Tumbada en la cama espero a Jack, un canoso hombre alto con gafas y su inseparable maletín: mi psicólogo.
Sí, por mis "traumas psicológicos", Harries tuvo la fantástica idea de asignarme un psicólogo. Me niego a hablar con él, aunque siempre lo intenta. Se acaba rindiendo cuando decide quedarse dormido en el sillón de la habitación, lo que nos beneficia a los dos. Jack recupera horas de sueño y yo me libro de sus molestas reflexiones.
Tras otros cinco minutos de espera, aparece por la puerta, se sienta en el sillón, como de costumbre, y me hace una charla, como de costumbre.
-Emma... sé que no me vas a hablar, pero por lo menos escúchame.
Mi respuesta, como de costumbre (lo cierto es que la mayoría de nuestra relación se basa en costumbres), es darle la espalda. "Que mal educada es Emma" pensaréis. Si vosotros tuviérais que aguantar que alguien que no quieres que te hable, no sólo te suelte unas palabras, si no un gran discurso explicativo de por qué no debo estar en una supuesta depresión, que, por supuesto, él se ha inventado.
-No puedes estar así toda la vida. Todos pasamos por cosas difíciles. Pero cosas que ya han pasado no se pueden remediar.
-Mira-digo, harta, me siento y le miro-déjame de una vez, no se cuántas veces le he dicho a Harries que no necesito ningún psicólogo, que lo único que necesito es volver a mi casa. No puedo ni ver a mi hermano mellizo por un puñetero protocolo que ni la dirección del hospital entiende. Súmale la muerte de mis padres.-un nudo se forma en mi estómago al decir esto-Todos los que digan que no me preocupe y que todo está bien, miente.
Jack se calla y sin añadir nada más, se levanta y se marcha. Cuando la puerta se cierra tras él me vuelvo a tumbar sobre la cama y me relajo. Esto no ha sido una costumbre, pero por algo se empieza.
Me entretengo unas horas viendo la televisión, cuando Harries y Julia (la enfermera) entran.
-Enhorabuena Emma, los resultados de tu última analítica están en orden y según Jack ya no necesitas mas sesiones. En cuanto tu alta esté lista podréis iros a casa. Una ambulacia os llevará a Gabriel y a tí a vuestra casa.
Sonrío, pero no respondo. Julia se queda para desconectarme la vía. Cuando se marcha, saco una bolsa con ropa que me trajo Kate (la que cuida la casa, estaba de vacaciones en el momento del accidente) y me cambio el pijama del hospital por unos pantalones vaqueros, una camiseta blanca y una camisa de cuadros, me quedan un poco sueltos por la pérdida de peso, aunque haya recuperados unos cuantos kilos durante éstas semanas. Justo cuando termino de calzarme los zapatos, Harries y Julia vuelven a entrar, me dan el alta y me acompañan a la puerta. Tras un breve abrazo por parte de Julia y una pequeña despedida de Harries, me giro y le veo. Tan alto como siempre. Corro hacia Gabriel y le abrazo. Salvo por su pálida piel y una rosada cicatriz en la sien derecha, está igual que siempre. Me abraza con fuerza. No decimos nada, no hace falta decir nada.
Tras unos minutos abrazados, nos montamos en la ambulancia. El camino es en silencio, cogidos de la mano.
Al llegar, recorremos el pequeño patio delantero, que está como si no hubiera explotado ningún coche hace dos meses. Llamamos al timbre y Kate nos abre. Tras unos segundos de expectación, se abalanza sobre nosotros. Para ser una mujer tan baja tiene mucha fuerza.
-Mis niños...-solloza
Kate lleva cuidandonos mas o menos... toda nuestra vida. Tras conversar y comer un poco, subimos a nuestras respectivas habitaciones. La casa se ve vacía y triste, al igual que sus ocupantes.
Cuando termino, me excuso y subo a mi habitación. Está igual que como la dejé, Kate se ha ocupado de que esté todo limpio, sin cambiar nada de sitio. Me tumbo en la cama, bastante mas cómoda comparada con la del hospital, y cierro los ojos, permitiéndome descansar como no he descansado en semanas.
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Wolaaaaaaaaaaaaa.
Se que este capítulo es un rollazo, pero era necesario. Siento si está mierda escrito, he tenido un problema con este capítulo (ya lo explicare más a delante) y odio escribir dos veces una misma cosa.
Un saludo!!!!!!!!
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Brave
AçãoEl motor ruge, el coche explota, todo se vuelve negro y silencioso. No pensé que mi vida terminaría tan pronto. Emma Berries es una chica normal, de 16 años, con un hermano mellizo y una vida más o menos corriente. Pero, ¿Qué pasará cuando descubra...