Capítulo 28.El resto ya lo sabéis.

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Observo la puerta del viejo almacén, con el corazón en la garganta y mis pensamientos en Gabriel empujo la puerta sin pensarlo más. Está dura y me cuesta, pero poco a poco cede con un chirrido por parte de los oxidados engranajes.

En cuanto entro, todo parece el escenario de una película de terror. Está todo oscuro excepto por un halo de luz que proyecta un círculo en el suelo. En ese círculo hay una silla, un chico con las manos atadas por en su espalda y los pies por los tobillos, tiene una bolsa negra en la cabeza y lleva la ropa hecha girones, en seguida le reconozco y la pena me inunda.

Corro casi al instante hacia mi hermano, quitándole la bolsa de lona de la cabeza. Alza un poco la barbilla, se le nota cansado y demacrado. No es capaz de mantener recta la cabeza y la mueve de un lado a otro descontroladamente.

-¿Emma?-susurra con voz ronca

-Si, soy yo, tranquilo. Estoy aquí.

-Quiero irme de aquí...

-Nos iremos, estoy contigo, tranquilo-no soy capaz de dejar de repetirlo.-¿Qué te han hecho?

-Ellos solo me tenían aquí... yo no se que me han hecho no se nada, estoy muy cansado quiero irme.

-Vale, nos vamos a ir ya mismo.

Rodeo la silla buscando el nudo que mantiene juntas sus muñecas. Con manos temblorosas lo tanteo, pero no soy capaz de desatarlo, veo como tiene desgarrada la piel de las muñecas al rededor de la cuerda. Saco un cuchillo de mi cinturón de armas y empiezo a rasgar las cuerdas, pero son muy gruesas. Voy a tardar un buen rato.

Dos pares de pasos suenan por todo el almacén y yo, lejos de detenerme, corto con más rapidez.

-Para.-escucho una voz poco conocida.

Alzo la vista, con el cuchillo paralizado sobre las cuerdas, y veo dos personas en el borde del halo de luz.

Una de ellas es alta, de piel morena, corpulenta... unas características que conozco muy bien, Andrew.

La otra es mas esbelta, delgada y de postura orgullosa. Da un paso al frente adentrándose del todo en el halo y me permiter ver mejor sus facciones.

El pelo cobrizo, los ojos de un azul intenso. Y los rasgos muy parecidos a alguien muy cercano a mi.

Es el padre de Will, su parecido es asombroso y ahora supongo que los ojos los abrá sacado de su madre, porque es una de las pocas cosas que no comparte con él. Sonríe, incluso sus hoyuelos se parecen a los de Will. Pero su sonrisa es una perversa y malvada, con segundas intenciones.

Maldita basura humana...

-Por fin nos conocemos, tu debes de ser Emma, un placer conocerte, nuera.

-¿Qué?

-¿De verdad piensas que no estoy enterado de la vida de mi hijo?

-Él no es tu hijo.-digo, porque a pesar de no ser cierto, un padre no cuidaría a un hijo de la manera en la que él trató a Will en un pasado. Solo de pensarlo se me revuelve el estómago.

Con disimulo, guardo el cuchillo en el cinturón y me levanto, encarando a mi suegro.

-El ADN dice lo contrario.

-¡Eres una basura humana, maldito bastardo!

Suelta unas carcajadas bastante falsas, pero no se mueve, sigue con la postura de sus manos tras su espaldas, los pies separados y el pecho en alto. Se calla de repente.

-Cógela.

No entiendo lo que quiere decir hasta que alguien me coge desde atrás por la muñeca. Instintivamente, me giro conectando mi codo con su nariz, desorientándolo, lo cogo de una de las muñecas y doblo su brazo contra la espalda, tirando hacia arriba hasta que escucho un clic y un grito por su parte. Acto seguido, asesto una patada en su espalda y cae al suelo.

Me giro hacia el padre de Will, orgullosa, y veo que no ha cambiado su expresión. Entonces me doy cuenta de que no sé su nombre.

-Me gustaría tener el placer de saber tu nombre-digo, con todo el desprecio que me es posible y dando a entender que no sería ningún placer.

-Steven Harrison.

-¿Harrison?-pregunto, recordando que el apellido de Will es Anderson.

Ríe, de nuevo.

-Siéntate, Berries, te contaré una historia.

Me mantengo en pie y, al ver que no voy ha hacer esfuerzo por sentarme en ningún sitio, chasquea los dedos.

Antes de que me de cuenta, dos personas me cogen de las muñecas hacia abajo, impidiendo que pueda coger impulso para saltar un darles una patada.

Me sientan en una silla que han colocado al lado de Gabriel y me atan igual que él. Intento resistirme, pero a penas puedo moverme.

-Supongo que William te habrá contado toda la historia desde su punto de vista, claro está. Yo no tengo culpa de ser hijo del jefe de toda esta red criminal, pero cada uno nace con un futuro y una condición que no puede cambiar. O te acostumbras a lo que eres, o el mundo te come.

>>Me decidí por la primera opción y poco a poco me fui haciendo a la buena vida. Mi padre hizo que entrara en la Agencia desde los dieciocho años. Fue fácil, movió unos hilos y en cuestión de días ya estaba en la lista, ya sabes, Andrew ya llevaba infiltrado bastante tiempo.

Le miro, se me había olvidado que estaba ahí. Me mira fijamente, pero su expresión no me dice nada. ¿Cómo ha podido?

-Conocí a tus padres, que no salían por ese entonces y conocí a la que iba a ser el amor de mi vida. Janet Anderson. Unos años después yo ya tenía mi vida hecha, tus padres ya estaban juntos y yo con Janet, casi me olvidaba de todo el tema de Escorpiones, mi padre casi que no contactaba conmigo, y si lo hacía era a través de Andrew. Era feliz allí hasta que mi padre murió, no se exactamente por qué, pero tuve que tomar el mando con tan solo veintidós años. Acababa de tener un hijo.-calculo que debe tener unos cuarenta y pocos años-era muy joven, si, pero no queríamos perder tiempo porque teníamos un trabajo de riesgo, nos amábamos y nos casamos mientras Will estaba en el vientre de Janet. Tus padres esperaron unos años más.

>>¿Cuál fue la sorpresa? Dos preciosos mellizos a los que sus padres amaban con locura, y Janet y yo también por supuesto... no pongas esa cara de asco, incluso a William, con tan solo dos años, le agradábais. Yo seguía con mi trabajo como jefe de Escorpiones, obviamente no podía decírselo a Patrick, Rose y Janet, y menos con la situación de nuestros hijos. Éramos felices, todos juntos.

>>Tus padres eran bastante buenos en su trabajo y les sorpredieron dándoles un caso bastante complicado que no mucha gente podía encargarse, no nos podían decir mucho, algunos trabajos son secretos, pero al ser sobre Escorpiones me enteré en muy poco tiempo. Seguí su investigación personalmente, y llegaron demasiado lejos. Pero enonces vi a tu madre hablar con Janet, vi como mi mujer estrechaba a William, dormido, entre sus brazos, y lo supe. Rose y Patrick me habían descubierto. Tenía que salir de allí lo antes posible, pero no podía concebir la idea de dejar a mi querido hijo atrás.

>>Aquella noche entré en el cuarto de William y te ví allí junto a él, enseguida pensé que fue por la tormenta, siempre te dieron miedo. Pensé si de verdad era lo que quería hacer, pero enseguida me confirmé, necesitaba a mi hijo a mi lado para que heredara todo esto. Me lo lleve, no le dije a dónde, solo que confiara en mí. Y lo hizo, siempre lo había hecho.

>>Durante un año estuvo conmigo, le traté lo mejor que pude aunque no me ocupaba mucho de él. Era un rebelde y tuve que domarlo como pude, por las malas, hasta que Janet consiguió saber nuestra hubicación. Por sorpresa vino con su grupo, pero dejando a Rose y Patrick atrás. Consiguió llevarse a William, pero uno de mis hombres de confianza la tuvo que matar. Qué se le va a hacer...

>>Fueron pasando los años y todo volvió a la normalidad, cada persona que nos investigaba era eliminada, hasta que le volvieron a dar el caso a tus padres. Para ellos no era nuevo, y sabían mucho más que otros que empezaban de cero, por lo que tuve que deshacerme de ellos también, y por poco os mato a vosotros. Quería erradicar el problema desde la raiz, pero con vosotros no funcionó. Una pena. Y bueno, decidí dejar de preocuparme por vosotros hasta que os entrometiérais en mis asustos, el resto ya lo sabéis.

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