Capítulo 19. Confesiones.

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Dejamos la moto en frente de un edificio, a unos veinte minutos de la Agencia. Todo el camino estuve refugiándome en la espalda de Will contra el viento y el frío.

Vive en un primer piso, y aunque hay ascensor subimos por las escaleras. Abre la puerta principal, dejando a la vista su piso, limpio y ordenado, como cabría esperar de él. Es amplio, pero no demasiado.

Me lleva por el pasillo hasta llegar a lo que debe de ser su cuarto. Will se quita la chaqueta y la deja encima de una cómoda y también se descalza. Cogo mi bolsa y la dejo a los pies de la cama cuando me doy cuenta de que mis manos están temblando.

-No creo que sigas temblando por la moto.

Me río.

-No se que me pasa.

Se pone detrás mía y me da la vuelta, sujetando mis muñecas.

-Yo sí lo se, tienes miedo. Tranquilízate, no pienso dejar que te hagan daño.

Me pego a él, con las manos en su pecho y me abraza. Cierro los puños al rededor de su camiseta. La seguridad de sus brazos me calma y el absoluto silencio que reina en la casa hace que sea especial, de alguna manera. Involuntariamente levanto la cabeza y admiro sus facciones, quedándome con cada detalle y cada peca. Memorizo la forma de su nariz, la curva de su mandíbula el color de sus ojos y el movimiento que hacen sus pestañas cuando parpadea. Los milímetros van reduciéndose entre nosotros y simplemente nos besamos. Le beso por todas las veces que he querido hacerlo, aunque nunca lo haya admitido. Le beso porque le quiero, porque me he dado cuenta de que siento algo fuente por él y porque no puedo reprimirlo más. Algún sentimiento desconocido para mí recorre todas las partes de mi cuerpo. Me tiemblan más piernas, y sólo el agarre de Will en mi espalda hace que no me caiga.

Suave y dulce, su sabor es adictivo y hace que quiera más, pero me quedo sin aire y nos separamos.

-Lo siento-digo, sin saber muy bien por qué.

-¿Por qué dices eso? ¿Crees que ha sido un error?

Me quedo en silencio, ¿y si para él lo ha sido?

-No-digo al fin.

-Bien-y me vuelve a besar, pero esta vez le abrazo para acercarlo más a mí.

Estoy sentada en el sofá, pasando canales distraidamente después de una ducha. Will aparece en el salón, con un pantalón de deporte, sin camiseta y con el pelo húmedo, en su costado puedo ver la marca de la bala de hace unas semanas atrás y algunas otras pequeñas cicatrices por los brazos y el resto del pecho. También miro su tatuaje.

 Mientras me duchaba volví a la realidad, la situación en la que estoy y por qué está pasando todo esto. También me acorde de lo que dijo Will sobre mi madre, algo referente a una promesa. Se sienta a mi lado.

-Quiero saberlo.-digo, sabiendo que sabe a lo que me refiero.

Respira profundamente.

-Tienes derecho a saberlo.- respira y comienza su relato.- Mis padres eran de la Agencia y eran compañeros de grupo y amigos de tus padres. Gabriel y tú nacísteis, estuvimos casi siempre juntos durante años hasta que... bueno, todo se torció. Mi madre descubrió que mi padre es el jefe de Escorpiones-mis cejas se levantan, la sorpresa se plasma en mi cara. Decido no preguntarle nada por el momento y dejarlo hablar-, pero era demasiado tarde. Mi padre ya había huido, llevándome con él. Mi madre tardo varios años en encontrarme, tiempo en el que tu madre aprovechó para que Gabriel y tu olvidáis todo sobre mí y sobre vuestra vida en la Agencia. Tras un año de investigaciones por parte de mi madre y con ayuda de tus padre pudieron rescatarme... mi madre murió delante de mis propios ojos, yo llegué a la Agencia, aunque no en muy buenas condiciones. Había estado malviviendo durante todo ese tiempo tardé varias semanas en hablar con alguien, y adivina con quién fue.

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