Capítulo 17.¿Cómo le ves?

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Frenética, con la primera ropa que he cogido, despeinada, nerviosa y con las lágrimas saltadas corro como si me fuera la vida en ello por toda la enfermería, esquivando a enfermeros, médicos y enfermos.
Me paro en seco cuando llego a recepción.

-William Anderson - exijo - Dónde está.

-Buenas noches, señorita.-saluda educadamente, no estoy para formalidades en estos momentos.

Tarda varios infinitos segundos en buscar algo en el ordenador y por fin dice:

-Habitación 107.

Sin dar las gracias salgo corriendo la dirección que señala, llego y me encuentro a Andrew en la puerta, hablando con varios doctores. Pero como ya he dicho, ahora mismo no estoy para formalidades.

-¿Cómo está?-interrumpo

Andrew me mira con cara de pocos amigos

-Inconsciente- responde cortante.

-Tengo que verle, ahora.

-No puedes-dice una doctora- acaba de ser operado, tienes que esperar unas horas a que se estabilice.

-No pienso esperar unas horas.

-Pues tienes que hacerlo-ordena Andrew-siéntate, ahora mismo estoy contigo.

Me alejo, con los mofletes inflados por la rabia, tengo que verlo y escucharlo, antes de que sea demasiado tarde. Me arrepiento de nuestra última conversación y tengo miedo de no poder arreglarlo.

Todas las posturas en la silla me parecen incómodas y mi pie se mueve de arriba a abajo muy rápidamente. Me levanto, me vuelvo a sentar, me escurro en la silla, cruzó las piernas... nada logra disminuir mi ansiedad. Andrew por fin se sienta a mi lado.

-¿Cómo ha sido?-pregunto.

-Tuve que mandarle a una misión urgente anoche, llegó con el disparo en hace unas horas. Le ha rozado un riñón, no es tan grave como pensábamos.

-¡Sí que es grave!-grito sin pensarlo.

Las pocas personas que hay allí me miran y algunas mandan silencio.

-Le han disparado en un maldito riñón, sí que es grave-digo más calmada, aunque sigo sonando ansiosa.

-No es su primer disparo, ni será el último, vete acostumbrando.-silencio-deberías descansar.

-No-digo firme y me cruzó de brazos.

-La última vez que no dormiste bien te clavaste un cuchillo en la mano.

Lo cierto es que me corté pienso, pero no quiero meterme en problemas, ya sería lo que me faltaba.

Andrew se va sin añadir nada más y yo me tumbo ocupando dos sillas, con las rodillas en mi pecho. Intento no dormirme, cogiendo la postura más incomoda posible, pero es inútil. ¿Qué hora es? ¿las cuatro de la mañana? Mis ojos se cierran contra mi voluntad, y soy incapaz de volver a abrirlos.

-Eh, despierta.-Gabriel me zarandea suavemente.-Vete a descansar, yo me quedo aquí. Cualquier cosa que pase serás la primera en saberlo, ¿vale?

-No pienso irme a ningún lado, no pierdas el tiempo.

-Son las cuatro y media, yo me siento bien, me he acostado muy temprano hoy. Vete a la cama.

Me pongo recta mirando hacia delante.

-No puedo irme sin verle antes-refunfuño, que me despierten de madrugada me pone de mal humor.

-Una doctora entró hace poco, no tardarás en poder verle.

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