Capítulo 14 Romeo y Cenicienta

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Nota: Agradezco a Qraion por prestarme su personaje Mary. Visiten sus páginas, que tiene trabajo bonito y solemos colaborar en algunas historias.

—Entonces, ¿qué haremos? —suspiró Lukyan, teniendo una reunión con Fernando.

—Definitivamente debemos investigar al dueño del burdel que, por cierto, ¿quién es?

—No te va a gustar la respuesta —contestó mientras se sobaba la nuca, y estiraba un folder con papeles.

—No me "chingues" —gimoteó, llevándose la mano a la cara al leer.

—Carlos Hinojosa, aunque según los papeles, él es dueño del edificio; y se lo renta a Cuauhtémoc Gutiérrez, y antes que me preguntes quién es —dijo, logrando leer la expresión de Fernando—. Es el manager que encontramos muerto.

—El tipo no vivía mal, pero tampoco como el dueño de un burdel donde asiste tanta gente rica —dijo con una mueca—. ¿En qué nos estamos metiendo? —suspiró Fernando, algo agobiado.

—Siento que sabemos mucho, pero nada a la vez. —Lukyan hizo un largo silencio, pensativo—. Tal vez el gobernador o el alcalde, o incluso ambos, estén involucrados en esto. Fueron muy insistentes en que termináramos esto, ejecutando a esos chicos.

—Jefe, señor Lukyan —resopló Yon, quien abrió la puerta en un infantil azotón. Tenía glaseado en la cara, los cabellos tiesos, y unas claras ojeras, además de una sonrisa pintada con plumón rojo—. Entiendo que usted me dio la valiosa misión de cuidar y tratar a Muerte, sin embargo, creo injusto que no use mis habilidades en el...

—Podemos usar a Yon para que interrogue al Sr Hinojosa —dijo el federal, ignorando olímpicamente lo que había dicho el menor.

—Y podemos usar a Balaam para que interrogue a quienes trabajen en el lugar. No creo que cierre por este suceso —secundó Fernando.

—U-uh, bueno. Pero, entonces...ustedes cuidarán a Luke —condicionó Yon, provocando que Lukyan se tensara—. Ya les toca a ustedes, sólo...nada de golpear, hablo en serio. He avanzado lo suficiente con él, como para que arruines todo, rompiéndole la nariz como ya lo hiciste.

—¿Ya está mejor adiestrado? —cuestionó Lukyan.

—Ni que fuera perro, estúpido —regañó Fernando al rubio, sin embargo, guardó un pensativo silencio—. No le va a arrancar la cabeza si lo ve todo serio, ¿o sí? —preguntó con desfachatez.

El ruso sólo sintió un genuino escalofrío recorrer su nuca.

—Les dejaré indicaciones de cómo tratarlo. — Rio Yon, emocionado de por fin salir a campo—. Aunque, ¿van a dejar que Balaam vaya solo al burdel? —preguntó extrañado.

—Oigan, se acabó el bloqueador solar. ¿Trajeron más, como se los pedí? —Se asomó Noa, encuerado como era usual.

—Por undécima vez, ponte ropa —gruñó Fernando, pellizcándose el entrecejo.

—Noa puede acompañar a Balaam —respondió Lukyan, sin inmutarse, pero no dirigía su mirada al peliblanco.

—Repito, ¿vas a dejar a dos criminales ir por su cuenta? —repitió Yon, algo sorprendido de la confianza de Lukyan.

—No creo que vaya lejos si nosotros tenemos a Sky y Luke —dijo confiado de la lealtad del pelirrojo.

—¿Entonces, podré ir a ver a esa hermosa mujer? —Se asomó Balaam, tras oír todo el chisme.

—Vas a ir a trabajar, no a echarle flores a...—intentó decir Fernando, ya irritado.

—Entonces, ¿eso es un no? ¿Y por qué tendría que ir? —insistió Noa.

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