Epílogo: Cielos Nuevos, y Tierra Nueva

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No queda mucho que decir, bueno, en realidad sí. ¿Qué fue de cada uno de ellos?

—¿Cómo te sentiste?

—Bien, la terapeuta es muy linda.

—¿No te incomodó?

—No, para nada. No fue mi culpa, es decir, no hubiera podido evitar nada. ¿O sí?

—No, claro que no. Anda, debemos regresar a casa. Nos está esperando.

—Casa.

Lukyan había decidido tomarse unas bien merecidas vacaciones, sobre todo para descansar mentalmente. En ese momento, recogía a Luke del consultorio. El alcalde había cumplido como pudo, su promesa. Ah, ¿dije el alcalde? Perdón, me equivoqué, el nuevo gobernador.

—¿De qué hablaron? —Sonrió tenuemente, entrando al coche, observando cómo Luke necesitaba menos del Sr. Winchester, al punto de ya no tenerlo entre los brazos.

— De que...debo empezar a darle la responsabilidad a la gente que me hace daño. Aunque bueno, hay algo que no tenía antes, y tengo ahora.

—¿Qué es? —preguntó curioso, mientras conducía, y llevaba una mano a su nuca.

—Una mejor red de apoyo. Me sentí un poco mal agradecido por pensar en eso —musitó, pegándose más a las caricias—, pero la terapeuta me dijo que mi familia, fue lo que necesité en su momento —dijo refiriéndose a Balaam, Noa, Sky, Jonathan y Hush—. Que está bien que mis necesidades cambien —susurró, jugueteando con sus delgadas rodillas—. Tú, ¿cuándo vas a tu cita?

—La siguiente semana —contestó tranquilamente.

—¿Cómo te has sentido?

—Pues, creo que he aprendido a que algunas emociones no son tan inútiles —respondió, aún sin entenderse del todo.

—En mi caso, aprendí que las emociones no tienen porqué asustar. ¿Será lo mismo?

—Supongo que sí —susurró, mirando el rojo del semáforo—. Todavía me cuesta, duele mucho.

—Lo sé. Aún no puedo verme al espejo, porque no puedo con esta tristeza.

—Sabes, todo esto me ha hecho pensar —se atrevió a decir.

—¿En qué exactamente?

—Hay muchas formas de ayudar, ¿no? No necesariamente ser glamoroso, como agente federal, o esas cosas.

—Hablas igual que Fernando. —Sonrió un poco enternecido.

—Supongo que, él me ha enseñado algunas cosas —susurró Lukyan, con las orejas rojas.

—A los dos. —Ambos suspiraron un tanto enamorados.

—¿No sería lindo adoptar? —soltó finalmente. Todavía tenía la espina de Saga—. Es decir, no ahora exactamente, los procesos son largos, así que...podríamos empezar, y seguro en un par de años, estaremos sanos ¿no?

—Me gusta la idea —dijo algo ilusionado por la idea, pues a través de este casi año que había transcurrido, se sentía muy capaz —. Sólo falta preguntar a Fernando, aunque, realmente que seamos tres, facilita las cosas ¿no? Ustedes dos trabajan, y yo me quedo en casa, aunque...

—¿Pasa algo? —preguntó atento a cada expresión, pues sabía lo mucho que le costaba decir las cosas a Luke.

—¿Es egoísta pedirles que hagan trabajo de oficina? —susurró, un poco inquieto.

—...—Lukyan le miró fijamente, y mostró una gentil sonrisa—. Vamos a preguntarle a Fernando, no creo que haya problema. A ver si aprende lo que es ser un verdadero jefe de policías, y se queda quieto haciendo papeleo —suspiró, pues igual que él, tenía esa inquietud.

Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora