Capítulo 16 Mr. Fachada

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—Hush...—Llamó Lukyan al menor.

Luke y Fernando se habían quedado completamente dormidos en la sala de estar, tras estar viendo una película. Era obvio que ambos debían estar agotados, sobre todo el moreno, quien no había parado durante años por este caso.

—¿Mh? —musitó apenas, el menor.

El pequeño se encontraba en ese cuarto que lograron armarle en el gran armario del piso inferior. Tenía su camastro, sus aparatos, y una que otra figurilla de colección. Hush tenía unas profundas ojeras bajo sus ojos violetas, mismos que no se despegaban de la pantalla, a la vez que sorbía un poco de bebida energética con café, y un piquete.

—¿Cómo va todo con Yon? —dijo el ruso, acercándose para sentarse a su lado, en el camastro y ver su pantalla.

—Ahí va... —respondió de forma apática.

Desde su inclusión al grupo, por decirlo de alguna forma, no había salido de su habitación. Balaam era quien le llevaba el desayuno, comida y cena. ¿Alguien podía culparlo? Hush perdió a su madre, quien había sido su mundo.

—Cuando termine esto... ¿qué va a ser de mí? ¿Me van a sentenciar a muerte como a mis compañeros?

El ruso hizo silencio, mientras le miraba por el rabillo del ojo. Sentía la necesidad de despertar a Fernando para que se hiciera cargo de esto, pero sabía que éste se burlaría. Estaba entre la espada y la pared.

—No sabría responderte —dijo de forma sincera.

—Entonces le aviso que en cuanto atrapemos a quien mató a mi mami, me voy a matar —sentenció, sin parpadear, ni alejar su vista del monitor, a la vez que un puchero se pronunciaba.

—¿Qué edad tienes? —se atrevió a preguntar, jurando que la voz se le atoraba en la garganta.

—24 años, gracias a mi mamá —susurró con una voz notablemente cansada.

Lukyan no supo qué decir, sólo podía recordar cómo había rescatado a ese chico, y el miedo que tuvo en sus ojos. ¿Cómo es que alguien así, había terminado envuelto en esto?

—¿Querías dinero fácil? —preguntó genuinamente, queriendo entender al pequeño.

La mueca de Hush se deformó en una verdadera molestia, misma que se mezclaba con una marcada mueca de aflicción, que invadía sus mejillas. No fue sorpresa que Lukyan quedara fuera del cuarto, el menor simplemente lo corrió, y azotó la puerta.

—Mierda...—suspiró el rubio, rascando su nuca. A veces el no ser tan perspicaz en ciertas emociones o no ser tan sensible, le traía problemas. Le era difícil conectar con la gente, si de por sí no podía ni siquiera conectar con él mismo.

Hush abrazó sus piernas, escuchando del otro lado del micrófono, o intentándolo; ya que su mente sólo se ocupaba en recordar a su madre sonriendo. Esa mujer qué contra tormenta y marea, había dado todo para educarlo y cuidarlo. Al final, era un chico con una relativa discapacidad. Lo habían diagnosticado con leve retraso y enanismo, mismo que después se convirtió en síndrome de highlander. Ni retraso, ni enanismo, simplemente un chico con una condición que le hacía ver como un niño, sin embargo, dios no le odió tanto, y le obsequió una inhumana inteligencia.

El menor podía usar ese cerebro, para pagar todos los sacrificios que había hecho su mamá. Ella había sido una buena mujer que había perdido incluso a su esposo, por defenderlo. Ella merecía la mejor de las vidas, y a falta de oportunidades, decidió usar sus capacidades para que nada le faltase de ahora en adelante; al menos ese era el plan. Vivir los dos.

—Buenas noches, soy el Agente Kim Yon, pertenezco a la policía de La Gran Ciudad —sonrió al presentarse ante Carlos, a la vez que enseñaba su placa.

—Qué curioso nombre, ¿diminutivo de Kimberly? —Arqueó una ceja divertido, girando un poco en su asiento—. Creo que ya sé a qué vino. Ha sido una noticia lamentable.

—A-ah no, es...es mi apellido. Mi nombre es Yon —aclaró, a la vez que pasaba de lleno a su oficina. No dejaba esa sonrisa gentil que brindaba confianza.

—Oh, lo siento. Un gusto, John. Un nombre muy occidental para un chino —dijo con desfachatez, pero genuinamente.

—...—Yon se sentó una vez le ofreció asiento, guardándose las ganas de corregirle—. Ha sido una cosa lamentable. Aunque nos inquieta que alguien con un lugar tan lujoso, no viviera de igual forma.

—Bueno, mis rentas no son precisamente baratas. ¿Ha visto en dónde está? Tengo que pagar mis impuestos por cada una de las propiedades que tengo. Súmele que él debió pagar agua, gas, permisos, luz, trabajadores, entre otras cosas. Claro que va a tener una vida de clase media alta —respondió despreocupado.

—Bueno, se sospecha que no sólo se dedicaba a eso. Por algo fue asesinado, ¿no es así? —dijo Yon, mientras sacaba su cajetilla de cigarros. Aunque...había un problema que él no había considerado hasta ahora. No fumaba—. Espero no le moleste, este caso me tiene un poco nervioso.

—Adelante, adelante. Le doy un poco de fuego —le ofreció, mientras acercaba su mano con el encendedor al cigarro seleccionado—. Bueno, como dijo, parecía que no vivía a la altura de lo que este trabajo implicaba. No me sorprendería que se metiera en cosas un tanto escabrosas, si sabe a lo que me refiero.

—Puede ser —contestó Yon pensativo, acercándose el cigarro, intentando averiguar cómo se fumaba—. ¿Lo notó nervioso la última vez que le vio? —Apartó el cigarro antes de darle una calada.

—Pues, ahora que lo dice...—Hizo una mueca—. Mencionó a un tal Jonathan. Tengo la impresión que es ese tipo, dueño de esa empresa de exportación e importación. Ah, ¿cómo se llama?

—¿Reisen Company? —La mueca de Yon se tornó excesivamente seria, que era difícil de descifrar—. Está hablando de un peso pesado, se sabe que es hijo de políticos importantes en Alemania.

—Bueno, si ese es el caso, el miedo del chico era más que justificable, ¿no? —dijo a la vez que se inclinaba.

—Mierda —jadeó Hush, pálido al oír la conversación del otro lado. Tenía que avisarle al jefe, antes de que fuesen por él.


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