Capítulo 47: Enfermedad

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Los cuatro caballos que vienen al final de los tiempos, se describen como: blanco, bermejo, negro y amarillo. Siendo los últimos tres, quienes representan la guerra, hambre y muerte. Pero, ¿quién es caballo blanco? Es el corcel del conquistador, que propagará el evangelio. Jonathan definitivamente, a pesar de su monstruoso carácter, era dicho comandante que intentaría destapar toda la mierda, con ayuda de sus potros.

—Estoy listo. —Sonrió Noa con tranquilidad, acomodándose su ropa. Era discreto, pero sin dejar de ser llamativo, pues dejaba al descubierto su cuello, hombros, y un poco su pecho, para lucir apetecible.

—Recuérdenme por qué no simplemente los matamos — carraspeó Jonathan, un poco nervioso, acariciando la mejilla de su amor, llevando un mechón tras su oreja, observando esos delicados aretes que tenía puesto, junto con el collar que adornaba su piel.

—Porque tal como una jerarquía, si uno muere, alguien más subirá. La atención se la llevará su muerte, y no sus crímenes —respondió Balaam, observando a Noa de igual forma—. En unos momentos, nosotros estaremos listos.

—Seré cuidadoso con la grabación. Todos deben apresurarse, no se transmitirá de inmediato, tendrá media hora de delay —advirtió Hush, quien acomodaba la vestimenta de Mary.

—¿Por qué tanto? —cuestionó Jonathan, con una mueca difícil de descifrar.

—Porque en internet, todo se vuelve viral rápidamente, y más si se trata de esto. Haré que esté en todos lados, y no quiero que advirtamos a los demás.

—Uh, sé que no estoy dentro del plan, pero... ¿Qué será del Sr. Azcárraga y el gobernador? — cuestionó el alcalde.

—Ahorita, los pilares más fuertes son: Seguridad y Salud —contestó Noa, con una sepulcral seriedad—. Los medios se han encargado de solaparlos, pero cuando los saquemos al aire, perderán credibilidad, sobre todo por la fuerte amistad que se ha evidenciado que hay entre ellos, durante los años. Al final, su televisora es quien ha dado más publicidad a esos cerdos. En cuanto al gobernador, en consecuencia, será investigado.

—Bien, ustedes dos, quédense aquí. El cuarto sólo se puede abrir desde adentro. No importa qué, no lo abran hasta que pase todo —ordenó Jonathan, abrazando a Hush, quien correspondió necesitadamente—. Le pido que lo cuide. Usted será mucha ayuda después de esto, quiero que limpie el nombre de ellos, por favor. Sé que sólo es el alcalde, pero...sus palabras pueden ayudarlos con los de allá arriba.

—Jonathan —le habló Balaam —. Deja de actuar preocupado y amable, das miedo —se quejó con un notable escalofrío.

—Estúpido malcriado —refunfuñó al oírle—. Váyanse al diablo todos, entonces. Excepto tú, amor —aclaró, señalando con la mirada a Noa.

—En serio, ¿por qué tan preocupado? ¿No siempre presumes que somos tus mejores soldados? —Sonrió Balaam con suavidad. A pesar de que Jonathan era una figura paterna, no dejaba ser menor que el pelirrojo; así que, en un gesto, llevó su mano a la nuca ajena.

—Porque todas sus misiones fueron sin que nadie conociera sus rostros, de noche, tras meses de investigación. Nunca hemos sido tan frontales —balbuceó, tragándose su orgullo, desviando la mirada.

—Prometo que todos sabrán la verdad de ustedes. Lamento mucho que nosotros los orilláramos a hacer esto, para mejorar La Gran Ciudad —dijo el alcalde, mirando enternecido la escena. Eran jóvenes al final de cuenta.

—Sé que han sido días difíciles, y aunque mis hospitales se han saturados con los refugiados del incidente Hinojosa, mi corazón se llena de alegría al poder ayudarlo. Es decir, ¿qué es lo que debe hacer un ser humano con tanto dinero, si no es ayudar a quién lo necesita? —habló Duarte, sonriendo dulcemente frente a la conferencia de prensa.

Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora