Capítulo 44 El Elefante en la Habitación

17 6 2
                                    

"En estas últimas noticias, se ha internado a un joven al hospital público general. No se tiene detalles sobre su caso, pero se rumora que viene de un lejano pueblo, mismo del que ha sido víctima. Se estima que el 30% de la población abusaba de él, mientras que 60% sabían de sus abusos, y no hicieron nada. Al parecer, se llevará un juicio no sólo en contra del padre del menor, quien lo vendía, sino con todos los implicados. Es posible que presenciemos el juicio más mediático de los últimos años"

—Apaga esa cosa —resopló Sky, intentando no quejarse, mientras Keita le suturaba el labio, porque sí, sólo dejaba que él lo curase.

—Pobre chico —gimoteó Luke, con una bolsa de papel en la cara, claramente perturbado por la noticia.

—Ve el lado bueno, los paparazis nos dejarán en paz un buen rato en lo que se soluciona lo de ese chico, aunque... ¿qué edad tiene? Suena a que es menor. —Hizo un gesto de preocupación, pensando en Luke sin poderlo evitar.

—Dicen que tiene entre 14 y 15, se llama Altair. Pero, parece que tiene una bonita familia. Un señor gruñón golpeó a uno de los reporteros. Me recordó a Fernando —dijo el rubio con simpleza.

—Sé que está mal, pero hay que tomar esta oportunidad —suspiró Keita, pensativo, analizando en su cabeza cada caso, cada escena del crimen. Fue ahí, que peló los ojos. Tenía una idea.

—Chicos, caballero —se presentó Jonathan. Ya le habían avisado el incidente con el Sr. Duarte, y claro que estaba ahí para cuidar a sus "niños"—. Ya que estás más estable, pedí que te dieran de alta, nos iremos a otro hospital.

—¿Qué? —resoplaron Keita como Sky, un tanto confundidos.

—Adivinen quién se volvió en "donador" principal del hospital público general, de los pocos lugares de alto reconocimiento en cuanto a investigación, bla, bla, bla, ya se la saben.

—Eres un cerdo ricachón —dijo Sky, bastante divertido.

—Bueno, este cerdo ricachón compró su lugar en la mesa directiva del hospital público, para manejarlo junto con otros cerdos ricachones.

—Espera, ¿por qué? Ahí está repleto de paparazis. —Arqueó Keita una ceja, notablemente confundido.

—Exacto, en cuanto dejemos de ser el foco de atención, podríamos estar en peligro. Sé que es un arma de doble filo, porque no nos han dejado en paz. Pero si esto se queda solo, seremos más susceptibles a ataques porque no habrá cámara que nos capte. ¿Acaso crees que es coincidencia que Duarte se atreviera a esto? —señaló, por la herida de Sky—. Ahora, prepárense, ya hay una ambulancia afuera, esperándote. Los transportarán tanto a ti, como a Fernando.

—¿Tan pronto se van?

—Por un demonio, lo que me faltaba —masticó las palabras Jonathan, cerrando los ojos para controlar su jeta, misma que pues... seguió ahí, haciendo mala cara—. Señor Duarte.

—Joven Jonathan. —Sonrió, haciendo un ademán con la cabeza. El hombre se veía un poco despeinado por la recién caída—. Escucho que retirarás a tus amiguitos de mi hospital, eso me ofende un poco.

—Sí, sí, al diablo, oféndete lo que quieras, chicos, recojan todo —habló con suma desfachatez, remarcando de sobremanera su acento.

Duarte sonrió un poco, en estos momentos, donde no había nadie viéndole, con el nuevo gobernador de su lado, con todo tan bien acomodado, se sentía intocable. Se acercó un poco, susurrándole al menor algunas cosas.

Jonathan apretó los puños y mandíbula. No era alguien que perdiese el control, y menos con estos vejestorios, pero las palabras que salieron de su boca fueron tan aterradoras, que tuvo que hacer un esfuerzo inhumano para no matarlo a golpes.

—Chicos, apresúrense —recalcó, haciéndose a un lado, mientras un par de enfermeras acercaban una silla de ruedas, para que Luke y Sky, colocaran a Keita sobre ésta.

—Sky...—susurró Keita, aprovechando la distancia para darle una simple orden.

—¡Carajo! —gruñó Duarte, tras sentir un ligero pellizco en su cabeza, o al menos así describiría la sensación—. ¿Por qué hiciste eso? —se quejó, volteando a ver a Sky.

—La pregunta es, ¿por qué no lo hice? —contestó, cuidando sus palabras, pues era un asco mintiendo.

—¿Qué?

—Sí, sí, ¿por qué me preguntas por qué lo hice? ¿No es más interesante saber el por qué no lo hice?

—...—Le miró completamente extrañado, sin entenderle nada–. ¿Qué fue lo que me hiciste?

—Más bien, qué fue lo que no le hice, ¿por qué preguntar lo que hice? ¿qué es lo que hice exactamente? Lo que hice, fue lo que hice, pero no sabe porqué no lo hice, que...

—Tengo trabajo que hacer —dijo un poco fastidiado, definitivamente lo que tenían de bonitos, lo tenían de idiotas, fue lo que pensó—. Y Jonathan, por favor, compórtate —dijo con un deje de placer, sonriendo dulcemente.

—Bien, ¿qué carajos fue eso? —dijo Jonathan en el coche con el par de torombolo. Lukyan iba acompañando a Fernando y Keita, en la ambulancia.

—Keita me dijo que le arrancara un cabello —dijo enseñándole la hebra—. Oh por dios, me dijo que le arrancara un cabello —repitió, soltando una fuerte exclamación, retorciéndose en su asiento.

—¿Qué, por qué esa emoción? —La ventanilla que daba al asiento del piloto y copiloto se abrió, dejando ver el rostro de Noa.

—Ven acá amor, el piloto automático hará el resto —pidió Jonathan, jalando a su precioso para sentarlo en sus piernas, y abrazarlo necesitadamente. Éste correspondió, dándole besitos al sentirlo un tanto alterado.

—Hace unos meses, ¿no encontraron a una niña que presentó signos de ser comida? Balaam estaba muy alterado por eso —habló Sky, realmente entusiasmado de tener ese cabello.

—Sí, pero es probable que no haya ADN en las mordidas, o algo con qué identificarlo —contestó Jonathan, arqueando una ceja.

—Keita me enseña todo de los casos —dijo genuinamente entusiasmado, sin saber que tal vez esto podría ser lo suyo—. Sólo piénsenlo, tenemos a la gente más rica y poderosa, se sienten intocables, por ende, son más y más descuidados. Hay que verlos como una pirámide...—comentó, sintiendo cosquillas por cómo los tres le escuchaban atentamente—. Como mínimo, deben estar involucrados los tres sectores más importantes del país: Infraestructura, salud y seguridad. Si lo analizamos, uno puede ser más descuidado que el otro. Hinojosa, queramos o no, si lo descubrimos fue por Saga, pero por nuestra cuenta, no habríamos podido probar lo que hacía. Tuvieron que matarlo...

—Sky, Sky, Sky...—le llamó Jonathan, increíblemente sonriéndole un poco. Podía admitir que tal vez estaba un poco contento de verle ese entusiasmo—. Ve al grano.

—Duarte se me figuró como un depredador, gusta jugar con su comida —musitó tras carraspear—. Si es así, es posible que la niña que asesinó, haya forcejeado, y rasguñado. Si tenemos su ADN en ese cadáver, podemos vincularlo.

—...—Jonathan abrió los ojos de sorpresa, claro, era obvio eso—. Tenemos que ver la forma de conseguir esa prueba, pero...con Fernando fuera, y Keita, ¿podremos conseguirlo? Podría sugerir que lo robáramos, pero eso simplemente nos arruinaría.

—Fernando está cada vez mejor, podemos llevarlo en una silla de ruedas —sugirió Luke, con un hilo de voz, esperando que le dijeran que no, pero no veía otra solución.

—¿Después del incidente? Da miedo ir a ese lugar lleno de policletos —gruñó Sky—. Aunque, puede que sea nuestra única opción.

—No, no, no es nuestra única opción. Olvidan algo importante —intervino Noa—. Los medios se han encargado estúpidamente de relacionar el caso del Sr. Hinojosa con nosotros, ¿saben qué significa eso? Que es tema federal que, aunque en teoría ya cerraron el caso, Lukyan tiene seguramente la jurisdicción para tomar dichas pruebas. Por ahora, no hay que exponer nuevamente a Fernando. Ya lo intentaron matar, porque evidentemente, tanto él como Keita...han sido los que más han podido descubrir e insistir en esta investigación.

—Bien, hay que ponernos manos a la obra. Hush y yo, nos encargaremos de buscar más cosas, para vincular a los faltantes.

Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora