Don't bury thoughts that you really want

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Suguru siente un golpe frío en la boca del estómago. Por un segundo; todo su cuerpo tiembla (De miedo, de vergüenza). Hablar de su vida amorosa con la persona que le gusta, está en el top tres de las conversaciones que jamás querría tener. Contarle a Satoru que nunca se ha sentido mínimamente atraído por nadie, antes de conocerle; es patético.

No es que le hubiesen faltado oportunidades. De hecho, recibía muchas insinuaciones. Algunos se acercaban por conveniencia, otros por soledad, o por simple lujuria. Ninguno de ellos duraba mucho de todos modos. Suguru podía sentir el miedo subyacente en la forma en que le trataban; y el asco que una persona, como él, podría provocarles. Todas sus relaciones eran superficiales y breves. Antes de llegar a Tokio, no tenía siquiera a alguien, a quien él pudiera llamar amigo. Incluso podría asegurar, que sus propios padres estaban felices de su partida.

—¿Por qué tendría que contarte de mi vida amorosa?—. Pregunta con un tono frío y distante.

—Porque somos amigos.— Le insiste Satoru. Satoru no está dispuesto a quedarse sin una respuesta. Lleva semanas dándole vueltas a lo mismo, sus pensamientos no lo dejan en paz. Necesita saber que tipo de personas le gustan, que tipo de personas le han gustado. Necesita saber y eliminar las dudas que están en su corazón.

—¿Esa excusa te sirve para todo?—. Suguru le responde con rastros de ironía en su voz. No sabe a qué viene el interrogatorio, pero no le gusta a donde les esta llevando. Satoru está de un humor de perros y ambos llevan semanas agotados. Algo dentro de él, le dice que es mejor cortar el tema lo más pronto posible.— ¿Acaso porque somos amigos tengo que responder cada una de tus preguntas?—.

—¿Por qué te molesta?– El tono de Satoru por su parte es demándate.—¿Hay algo que no puedas decir?¿ O no me quieras decir?

—No es eso—. Dice mientras se pone de pie. Lo mejor es alejarse de aquella situación, conoce a Satoru mejor que nadie y sabe que esta vez Satoru no le dejará en paz hasta conseguir una respuesta.

—Entonces ¿qué és? – Demanda Satoru, quien también se pone de pie y le sigue. Pero Suguru no le mira, le da la espalda e ignora sus palabras. Toda la ansiedad que lleva acumulando por días, se aglomeran en su garganta. Y ese pequeño filtro que existe entre sus pensamientos y lo que dice; cada vez, es más y más débil.—¿Acaso tienes algo que ocultarme?— le acusa.

—¿Crees que todos somos como tú?.— Le responde Suguru mientras detiene su marcha para mirar a Satoru quien sigue detrás de él con una cara seria y dolida. Por un momento el corazón de Suguru arde, nunca ha visto ese tipo de expresión antes en la cara de Satoru.

—¿Y como soy yo según tú, Suguru? — Y esta vez, por primera vez Satoru se siente herido de verdad. Ha pasado toda su vida sin importarle lo que los demás piensen de él. Pero escucharlo de Suguru le lastima como mil espadas clavándose dentro de su cuerpo.

Suguru calla, no quiere discutir más. Su conversación es absurda, no sabe en que momento pasaron de estar disfrutando la tarde juntos a estar peleando de esa manera.

—Responde Suguru ¿cómo soy yo?

Geto baja la mirada y se dispone a seguir caminando sin decir más.

Satoru le toma por el brazo y todas las frustraciones y cansancio de la ultimas semanas, parecen haber eliminado la poca paciencia y cordura que le quedaban.

—¡Responde Suguru! ¿Por qué es tan difícil para ti responder a mis preguntas?¿Por qué tengo que jugar a las adivinanzas para tratar de entenderte?¿para saber lo que piensas? ¿o lo que sientes?

Suguru no puede decir nada, no quiere decir nada. No quiere herir a Satoru más de lo que ya esta, en esos momentos siente que cualquier cosa que pueda decir, puede terminar separándoles.

Satoru le mira casi suplicándole por una respuesta. Pero es inútil, la decepción se estanca dentro de si y se da por vencido a los pocos segundos. Suelta el brazo y esta vez; es él, quien se echa a caminar sin decir una palabra.

Strawberry fields foreverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora