Seasons In The Sun

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La isla de Rebun se encuentra al noreste de Hokaido, tiene apenas 89Km y poco más de 2000 habitantes. Es uno de los lugares al norte, que Japón mantuvo como parte de su territorio y no perdió contra los rusos a finales de la Segunda Guerra Mundial.

A simple vista parecía un lugar tranquilo. Salvo por el puerto, el resto del era completamente verde, las montañas, los caminos, todo estaba cubierto por un manto de pasto, que sin importarle el invierno, se extendía por todo el lugar. Incluso el mar tenía un tono azul vibrante, muy diferente al gris tenebroso que pudieron observar en su llegada. No se detectaba la más mínima presencia de maldiciones.

—Te preparé unos Waffle—. Ofreció Suguru en son de paz.

Satoru no podía quitarle los ojos encima y lo observaba desde la mesa, mientras Suguru trataba de concentrarse en terminar la mezcla. 

—¿Crees que me vas a poder comprar con unos Waffles?

—También puedes quedarte sin desayuno—. Le respondió tranquilo mientras le echaba miel a la primera ronda de waffles esponjosos y calientes.

Satoru se levantó de la mesa y caminó hacia él y le abrazó por la espalda—Me gustan tu waffles, quiero desayunar waffles, acepto tus waffles—.

Suguru suspiró. Aun no se acostumbraba a lo infantil que podría llegar a ser a veces, pero por alguna razón , eso berrinches le parecían muy tiernos.

—Ya tendremos tiempo para estar ...—A Suguru le costaba verbalizar algunas cosas —juntos. Primero hay que averiguar que hay en este lugar. ¿No te parece extraña tanta calma?

Al estar tan norte y al enviarle a los dos, había un sentimiento de ansiedad intrínseco en el ambiente. Por más que disfrutaran del tiempo juntos y a solas, no podían dejar de pensar en la razones que habría tiendo Yaga para enviarlos allí.

Satoru no había querido tocar el tema, casi nunca tenían tiempo de descansar o relajarse como lo estaban haciendo ahora. La negación había sido su mejor aliada en las ultimas 24 horas.

—Si es raro. Pero dudo mucho que Yaga nos haya enviado a manejar algo con lo que no podamos lidear. Al menos no, después de lo que sucedió hace unos meses. Más bien creo que nos querían lejos de Tokio.

—Si eso es cierto, tenemos más razones para terminar aquí rápido. ¿No crees?

—Eres un insufrible sabelotodo aguafiestas.

—Me lo voy a tomar como un cumplido—. Le respondió y le dio un beso breve en los labios.

Su primera tarea era hablar con los habitantes. Al ser tan pueblo tan pequeño, no sería fácil. Entre más pequeño el lugar, más hostiles eran con los forasteros. Así que decidieron dirigirse al puerto después de desayunar. Los pescadores o algún guía turístico era la tarjeta más fácil para averiguar que estaba sucediendo. Si es que algo "sucedía". Además por más expertos que fueran en las misiones, siempre era bueno contar con la ayuda de alguien del lugar para recórrelo.

 Además por más expertos que fueran en las misiones, siempre era bueno contar con la ayuda de alguien del lugar para recórrelo

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