1+1 No siempre es igual a 2

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Suguru apenas ha podido dormir en toda la noche, tiene frío y le duele un poco la cabeza. Todo gracias al chico que ahora le sacude el hombro con fuerza y sin un ápice de remordimiento.

—Satoru, te lo advierto, déjame en paz—. Le gruñe y le quita las cobijas para por fin poder arroparse con ellas. Esta vez, se acuesta boca a bajo y sube las sabanas por encima de su cabeza, a ver si Satoru entiende por fin y le deja dormir.

—Tío levántate, Yaga me ha escrito. Nos han dejado salir. ¡Suguru, somos libres!

A Suguru le importa una mierda la libertad, solo quiere poder dormir aunque sea diez minutos.

—La libertad esta sobrevalorada—. Le responde entre dientes pero Satoru insiste en jalar la sabanas y quitársela de encima.

¿Será imbécil? Después de pasar toda la noche dando vueltas en la cama, poniéndole los brazos y la piernas encima, torturándole con cada movimiento ¿Libertad Satoru?, háblale de libertad a la erección que tuve que ocultar casi toda la noche gracias a tus jodido abrazos. Suguru saca un brazo por debajo de las sabanas y sin levantarse , libera a una maldición para que eche a Satoru de su habitación. Su paciencia ya ha llegado a su límite.

La maldición es pequeña pero tiene garras muy filosas. Satoru trata de evadirla, pero la maldición se aferra a su pierna como si su vida dependiera de ello. Satoru da patadas al aire, moviendo la maldición de un lado al otro. Trata de estrellarla contra los muebles pero es imposible escapar.

Se escucha unos pasos en el pasillo y de repente todo el alboroto que tenían queda en silencio. Segundos después escuchan que llaman a la habitación y es Suguru que se levanta a la velocidad de la luz para abrir la puerta. Satoru aun sigue tendido en el suelo tratando de quitarse la maldición de encima y ha tenido la brillante idea de quitarse los pantalones para lograr zafarse.

Cuando Suguru abre la puerta, Yaga esta parado en el umbral. Yaga se queda parado allí inmóvil y en silencio, se dedica solo a observar el paisaje: La cama revuelta con dos almohadas en ella, Suguru con cara de no haber dormido en toda la noche, Saturo sin pantalones en el suelo tratando de liberase de una maldición menor (que él , y todos saben que  hubiese ha podido exorcizar en menos de tres segundos).

—¿Me pueden explicar qué rayos esta pasando aquí?— Pregunta con voz calmada pero firme. Satoru es quien abre la boca para responder pero Yaga levanta la mano y le hace callar.

— Mejor no, no quiero saber— Deja salir un suspiro medio frustrado medio cansado, como si ya estuviese acostumbrado a encontrarse con ese tipo escenas. — Tienen cinco minutos. Se nos ha presentando una situación bastante complicada. Ya veré como les cobro lo de la maldición especial—. Se da vuelta para dejarle solos, pero a los dos pasos se detiene y les mira nuevamente, pasa su mirada de Suguru a Satoru y de Satoru a Suguru.

—Las siguientes cinco misiones las harán por separado.

Yaga les da la espalda y sigue su camino fuera del área de dormitorios, una leve sonrisa se forma en su rostro. Un par de semanas por separados es el mejor castigo para esos dos. Fue su idea juntarlos para ahora esa idea la ha empezado a dar un poco de miedo. Quería controlar una bomba con otra bomba pero parece que ha creado una mayor.


Strawberry fields foreverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora