—¿Ya se reconciliaron? — Le dice Shoko con un tono de voz que parece más afirmación que pregunta.
—No estábamos...—Suguru se detiene a media frase y suspira. Es mejor no mentirle, es inútil de todas formas. Shoko tiene ese efecto en los demás. Hablar con Shoko es como estar ante un detector de mentiras. —Algo parecido. Hemos vuelto a la normalidad.
—Le perdonas muy rápido—. Sentencia Shoko mientras le da el último sorbo a su trago de whisky.
¿Qué tendría que perdonarle en primer lugar? Piensa Suguru. Satoru no le debía nada. No le debía explicaciones, no le debía llamadas. ¿Por qué tendría el derecho de molestarse? Era absurdo e infantil haberse sentido de aquella forma. Si alguien debía una disculpas era él mismo, pero era muy vergonzoso admitirlo.
—Ya a estas alturas te has dado cuenta que por muy prodigio que sea, Satoru es un completo idiota para la mayoría de las cosas. Sobre todo cuando se trata de las demás personas. Él no es tan perceptivo como tu —Shoko le mira a los ojos— si no le dices lo que sientes, él nunca se dará cuenta. No se dará cuenta hasta que sea demasiado tarde—. Luego se levanta del asiento dispuesta a regresar al instituto.
Suguru deja el dinero de la cuenta sobre la mesa y le sigue los pasos. Ambos salen del pequeño bar de Jazz ubicado cerca de la estación de Sendagaya. Son la dos de la mañana y las calles de Tokio están desiertas, las ráfagas de viento son las únicas que vagan por la cuidad, rápidas y frías. Suguru se quita la chaqueta y se la pone en los hombros a Shoko.
—Hay cosas que es mejor no decirlas—. Le contesta unos minutos después. —Cuando las dejas salir algunas ya no hay vuelta atrás, las palabras tienen una fuerza... que es difícil de controlar.
—Lo mismo pasa cuando las dejas aquí—. Le responde Shoko y señala con su mano el tórax de Suguru—Esa fuerza de la que hablas puede llegar a destruirte, al menos cuando compartes tus sentimientos con los demás es una carga que pueden llevar entre varias personas. Es demasiado egoísta y arrogante decidir sobre las cargas que pueden o no soportar otras personas. ¿No te parece?.
Suguru se queda en silencio el resto del camino. Sus sentimientos por Satoru aún eran confusos, se sentía como nadar en el medio del mar cada vez que pensaba en ellos. Sabía que eran inmensos; tan inmensos que no podría definir en donde comenzaban (donde, cuando, como) ni mucho menos en donde terminaban( si es que terminaban en algún lugar). Aquellos sentimientos crecían y crecían cada día, con una fuerza abrumadora. Arrastraban su estado de animo de la dicha a la miseria en segundos y vice versa.
Sus sentimientos por Satoru se clavaban en lo más profundo de su piel, (sus deseos eran carnales, abrumadores, desesperantes ) y de su alma, (estar con Satoru hacía que sus propia existencia tuviera sentido).¿Cómo podía dejar salir algo tan inmenso como el mar mismo? ¿Cómo podía compartirlo con Satoru si el mismo estaba asustado?
Suguru no podía dejar de pensar en todas las cosas que podrían salir mal. La sola idea de perder a Satoru, le aterraba. Hacerse a un lado, callar, dejar que las cosas sigan su curso sin ambición, sin expectativas; era su mejor opción.
Twice I turn my back on you
I fell flat on my face but didn't lose
Tell me where would I go
Tell me what led you on I'd love to know
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Strawberry fields forever
Fiksi PenggemarSerie de viñetas sobre los años en el Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio de Satoru Gojo y Suguru Geto.