Anfitriones

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—¿Qué haremos para darle la bienvenida a los bebés? —. Les pregunta Gojo mientras se dirigen nuevamente a clases.

—Solo eres un par de años mayor que ellos, ¿de dónde te nace el sentido paternal Satoru? —Les responde Shoko.

Gojo levanta su mano derecha y señala con sus dedos— Uno, estoy contento porque no me han enviado a Kioto.  Y dos, querida Shoko, siempre es bueno tener una excusa para celebrar—. Le responde sonriendo y luego pone su brazo izquierdo encima de los hombros de Suguru. — ¿A qué es buena idea?, hace rato que no salimos ¿Qué dices Suguru?

Suguru está perdido en sus pensamientos, él también se siente un poco aliviado. Esta vez, la noticia ha sido buena. Sin embargo, hay algo dentro de él no deja de sentir desconfianza. No es normal que de pronto más hechiceros aparezcan. Entre más hechiceros activos existan, eso solo significa que las maldiciones se harán más fuertes. Casi en automático le responde que si ( siempre le dice que si a Saotru de todos modos).

—Por cierto, esa salida la pagan ustedes, por haber dudado de mi impoluta inocencia.

Cuando llegan al salón de clases el profesor tiene cara de querer matarlos, llegan a penas unos minutos después de la hora indicada, pero eso es suficiente para ponerle de mal humor. Satoru cree que estar de mal humor es un requisito para ser profesor en Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio.

—Pido disculpas por la tardanza profesor—. Dice Suguru al entrar.

—Mil disculpas por la tardanza—. Dice también Shoko.

—Ha sido culpa de Yaga—. Comenta Satoru dándole palmaditas en el hombro al profesor que apenas mide un 1.60 cm

Gracias a ese último comentario, en vez de pasar la tarde estudiando las Técnicas malditas y sus subtipos, el profesor decide cambiar de idea.

—Ya que se dignan en honrarme con su presencia, y que tenemos aquí a un usuario de técnica maldita inversa, un usuario de técnica maldita hereditaria, y un usuario de técnica maldita innata. No veo conveniente una sesión teórica de la misma. Me parece además oportuno, reforzar la importancia de la fuerza física para el correcto uso y control de sus técnicas.

Después de darle unas treinta vueltas al gimnasio Satoru puede sentir el sabor del sake que se tomaron ayer subiendo por su esófago. Esta vez, pasan la noche en la habitación de Satoru, que no deja de vomitar cada quince minutos. Por supuesto, esta vez Shoko no les acompaña, les deja con una medicina tradicional, y una recomendación de "tomar mucha agua y un poco de descanso".

—¿Cómo nos ha podido abandonar cuando más la necesito? —Pregunta sin levantarse del piso del baño. Suguru se acerca y le pasa una botella de agua. —En algún lugar eso debe considerarse alta traición y ¿cómo es que a ustedes no les pasa nada? Tomaron tanto como yo.

—Si hubiésemos dado la clase de hoy, conocerías que la técnica de Shoko no solo le permite curar a los demás, también puede curarse a si misma.

—¿Y tú?

—Yo...—Suguru no quiere explicarle que ese tipo de náuseas no es comparable con él siente cada día, es comparar una hoja con un bosque lleno de árboles—Tengo más tolerancia que tú al parecer—. Se limite a decir y le sonríe.

—Aparte de sabelotodo, te estás volviendo arrogante—. Le gruñe

—Dice que los malos hábitos se pegan.

Suguru le ayuda a levantarse y lo acuesta en su cama, esa noche se queda cuidando a Satoru y pensando en lo que podría ocurrir en un futuro.






Strawberry fields foreverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora