Capitulo 4

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—¡Vannia!

Marcial se acerca y me abraza. Un poco incómoda le regreso el abrazo dándole pequeñas palmaditas en la espalda.

—Hola señor Sandoval.
—No seas tonta Vannia, solo estamos tú y yo— dice riendo mientras se separa de mi.
—Si, lo siento— digo sintiéndome algo tonta.

Marcial se sienta detrás de su escritorio y me ve con una sonrisa en sus labios

—Dime, ¿Cómo te ha ido con el señor Firtz?
—Pues bien, no me quejo.
—¿En serio? — alza sus cejas sorprendido. Toma un vaso con agua y lo alza. — ¿Gustas?
—No, gracias. Marcial quería...

Su teléfono celular empieza a sonar y él levanta un dedo en señal de que espere, se gira hacia la ventana y contesta. Suspiro y miro por la habitación, solo puedo pensar en lo bonito que es el color de la oficina y que la verdad es mas chica en comparación de la oficina del señor Firtz, menos serio conforme al color.

Miro el reloj de mi teléfono, han pasado diez minutos, si no me apresuro tendré problemas. Estoy por levantarme cuando Marcial se gira y vuelve a levantar su dedo en señal de que espere. Tuerzo la boca.

—Ok. Te veré mañana a primera hora... si si, llevo el contrato... Ok, nos vemos.- deja su teléfono en el escritorio y se sienta en su silla.- Disculpa Vannia tenia que contestar esa llamada.
—Entiendo, desafortunadamente esto no es una visita. Vine a dejarte esta carpeta que me dio el señor Firtz.

Le entrego la carpeta. Él la toma, lo abre y me mira con una expresión de preocupación en el rostro.

—¿Que? —pregunto curiosa.
—Son tus evaluaciones.

¿Evaluaciones? No entiendo, ¿El señor Firtz me evalúa? ¿Pero que me evalúa? ¿Qué tan frio llega el café a su escritorio?

—No entiendo Marcial.
—Mira, cada supervisor evalúa a su personal de forma diaria. Desde como viste hasta como trabaja. Es algo que la empresa pide para valorar a los empleados y ver si están capacitados y, por lo tanto, si son confiables para la empresa y sus requerimientos.

Me quedo anonadada. No sabia que se hacia eso en una empresa, al menos no diario. Eso de que el señor Firtz me evalúe cada día me pone nerviosa, no me imagino que habrá puesto de mi en esa carpeta.

—No sabia que evaluarán al personal— digo a media voz.
—Lo hacemos. Con eso vemos quien se queda y quien se va.
—Oh— ¡Madres!. — ¿Podrías decirme que agregó el señor Firtz de mi?

No sé porque, pero esto de las evaluaciones no me suena nada bien.

—Lo siento Vannia, pero es información confidencial.
—¡Ay! Por el amor de Dios Marcial, no me vengas con esas charadas ahora—digo irritada.
—Pues lo lamento. Soy tu superior y haré mis charadas tanto como quiera.
—Vale, vale. Vamos Marcial— digo chasqueando la lengua.— Solo unos cuantos renglones.
—Lo siento Vannia, no —me dice decidido.

¡Agh! Que fastidio. No creo que le pase nada por leerme unos cuantos renglones. Pero como da la platica por terminada me levanto de la silla, me despido con la mano y me retiro. Bueno, solo me queda salir al banco y sacar las líneas de captura. Solo espero y el día pase rápido.






Retiro el dinero de la caja. Y tomo el ticket. Tiene más de quinientos mil pesos. Esto es asombroso. ¿Pero cuánto gana este hombre?. Me lamo los labios resecos por la impresión, guardo el dinero en mi pantalón y voy de regreso a la oficina.

Mientras camino hacia el trabajo no dejo de pensar en lo que el señor Firtz abra puesto en mis "evaluaciones" Esto me incomoda, entiendo que cada cierto tiempo se debe de evaluar, retroalimentar al personal para que haga mejor su trabajo o incluso felicitarlo por su gran esfuerzo, pero diariamente se me hace demasiado. Golpeo suavemente mi cabeza ¿por qué me interesa tanto lo que él piense de mí? Nunca me ha importado lo que los demás piensen de mí, yo soy como soy y punto, pero por alguna extraña razón me importa mucho lo que Firtz piense de mí y no hablo en relación a lo laboral.

El sabor del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora