Estoy en la cafetería, viendo la barra del menú. La verdad no hay nada apetecible en ella.
—Quesadillas
—Hamburguesas
—Sopes
—Tacos de mixiote
—Caldo de pollo
—Tacos doradosMmm... Veo que no hay mucha variedad de comida aquí, pero mi estómago ruge y necesito comer o me volveré loca.
Después de darle mil vueltas al menú decido por unos tacos de mixiote. Tomo mi orden, agua de sabor y me siento en una de las pequeñas mesas que están en la cafetería. Me fijo que no hay mucho personal por aquí la mayoría se lleva su comida al escritorio, pero en lo personal creo que comer en tu sitio de trabajo es algo asqueroso e inconsciente, puedes manchar tu área de trabajo con grasa o salsa y conociendo como soy al comer... No tentaría mi suerte.
Cuando estoy a punto de terminar veo que la chica de linda sonrisa se acerca a mí con una manzana en mano.
—¿Ya acabando?
—Si. ¿Y tú?
—Pronto.Le sonrió y ella me devuelve la sonrisa un poco tímida. Se sienta a mi lado y me tiende la mano.
—Soy Janet, por cierto.
—Vannia— le estrechó la mano con una sonrisa.
—Veo que trabajas para el señor Firtz—comenta.— Mi más sentido pésame.Estoy confundida ¿Pésame?
—¿Por qué lo dices?
—Bueno— dice mordiendo su manzana. — Él es el diablo en persona. Ha tenido muchas secretarias en el tiempo que lleva en la empresa, las chicas no duran mas de dos semanas.
—¿En serio?
—Es un hombre difícil. Todas se quejaban de él mientras trabajaban, una compañera nos conto que a una de sus secretarias la vio salir con lagrimas en los ojos. Igual puede que sean rumores, pero aun así no lo conozco bien, nunca he trabajado con él así que mejor no lo juzgo.
—Ya te contare mi experiencia mientras siga trabajando para él.Ella asiente y compartimos una pequeña sonrisa. Mira su reloj y me enseña la hora, ya casi es hora de regresar a trabajar. Nos levantamos de la banca y caminamos juntas al elevador. Janet no es muy conversadora que digamos, pero es agradable hablar con alguien en este lugar.
Entramos en la oficina. Esta totalmente vacía, nunca la había visto tan solitaria. Miro a Janet y ella solo se encoge de hombros.
—¿Dónde están todos? — pregunto.
—Deben de seguir comiendo —dice mirando el reloj de su muñeca.— Aun faltan diez minutos para regresar.
—Creo que comemos muy rápido— comento.
—Un poco— dice con humor y se va a su escritorio.Sonrío un poco y me siento en mi escritorio, aun faltan diez líneas de captura por sacar, así que mejor me apuro. Me acomodo y empiezo a teclear. Sinceramente, creo que tendré que comprar lentes, estar sentada todo el día mirando la pantalla es agotador, tanto para mis ojos como para mi trasero.
En serio que esto es fastidioso y cansado. A veces me tocan unas líneas que están incorrectas o tienes que entrar a varios sitios con diferentes contraseñas o la computadora no las quiere imprimir y ahí me ven haciendo milagros y mil y un cosas para que todo salga correcto, pero no Vannia, querías este empleo ¿verdad? Ahora me jodo.
Me estiro un poco relajando mis músculos y espalda. Puff... Que cansado. Cuando bajo las manos tiro por accidente mi botella de agua, roda y se detiene junto a la puerta de mi jefe. Me paro de la silla y me arrodillo para recoger la botella, cuando escucho un ruido extraño como si hubieran movido un mueble. Me quedo quieta y espero por un momento. El ruido se vuelve a escuchar y esta vez capto que proviene de la Oficina del señor Firtz, pego la oreja a la puerta e identificó el sonido, es un gemido, un gemido proveniente de una mujer, un gemido de placer.
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El sabor del Placer
Novela JuvenilVannia, una chica de 17 años extrovertida, inteligente, inmadura y alocada entra a una gran empresa de ayuda judicial. Ahí conocerá lo que es la pasión, el sexo y el amor. Pero no todo es color rosa para la historia de Vannia. Oscuros secretos y un...