Estoy en mi habitación terminando de maquillarme. En diez minutos Jonathan viene por mí y estoy que me muero de nervios. Nunca eh ido a inauguraciones o eventos sociales o de trabajo. Después de mi encuentro con él en su oficina regrese a mis labores y me percate que ya no había nadie en la oficina, lo cual era muy extraño por que aun faltaban quince minutos para salir. Así que cuando mire detrás de mi vi a Jonathan saliendo de su oficina, pidiéndome que me fuera a casa y me arreglara para el evento ya que pasaría por mí a las siete y cuarto de la noche. Me fui como alma que lleva el diablo a mi casa, me di una ducha y empecé a arreglarme. Y ahora estoy aquí, en mi habitación dando un último toque de brillo a mis labios. Tomo el fijador de maquillaje y me pongo un poco en el rostro. Trate de que no fuera nada exagerado. Una sombra blanca con poco brillo en el parpado, arriba una sombra café oscura, y en la parte de abajo del ojo una sombra azul turquesa marcando la línea baja de las pestañas, rematando con mi delineador negro. Me levanto de mi tocador y comienzo a escarmenar mi cabello mientras miro mi cama. El vestido de noche color turquesa oscuro descansa sobre el junto con mis zapatillas plateadas. Termino y me coloco los pendientes plateados con un toque de azul. Me desvisto y me pongo el vestido que se ajusta muy bien a mi cuerpo. Este tiene un escote en V y es de tirantes con una cinta plateada en la cintura, es verdaderamente hermoso. Empiezo a ponerme las zapatillas cuando la puerta de mi habitación se abre y entra mi hermana.
—Vannia, tu príncipe azul aguarda.
—Que mal forma de decir que Jonathan ya llego— digo.
—Hago lo que puedo— dice encogiéndose de hombros, cerrando la puerta mientras sale.
Gracias a Dios los tacones no son tan altos, son abiertos y con un broche donde se ajusta junto al tobillo. Me miro de nuevo en el espejo y paso la lengua por mis labios. Ok, aquí voy.
Salgo de mi habitación y bajo las escaleras con cuidado de no pisar el vestido, alzo la mirada y lo veo. Usa un traje frac en color esmeralda sin ningún tipo de encaje, liso completamente, su camisa blanca y zapatos negros. Su cabello está bien peinado, sus zapatos increíblemente boleados y sus ojos... Brillan con intensidad al verme.
No lo negaré, al principio me siento como una princesa que baja las escaleras para encontrarse con su príncipe. Pero la realidad me golpea, esta no es la típica historia de amor, no hay final feliz, no hay matrimonio, ni castillos gigantes y príncipes azules. Tengo que dejar de soñar con esas cosas ya.
Aparto mi vista de los ojos de Jonathan y veo a mi madre parada junto a la pared, mirándome con una sonrisa. Cuando bajo, Jonathan me extiende una mano para bajar el último escalón, pero lo ignoro, no soy una florecilla en peligro. Jonathan solo sonríe negando con la cabeza y se dirige a la salida. Me acerco a mi mamá.
—No llegues tan tarde— dice mirando mi vestido.
—Mamá, iré a trabajar no ha divertirme.
—Aun así.
Pongo los ojos en blanco y le beso la mejilla. Salgo de la casa, con mi madre pisando mis talones. Jonathan esta recargado en su auto hablando por teléfono. Se ve tan elegante... Y sexy.
—Parece un hombre— dice mi madre colocándose al lado mío.
—Lo es.
—No te claves Vannia. Es mayor que tú.
—Mama, ¿por qué dices esas cosas? ¿De verdad te cae tan mal?
—No me cae mal hija. Simplemente es mayor que tú, los de esa edad no ven tus lindos sentimientos, solo quieren pasar el rato— dice sin verme. — Veo la forma en que te mira... En la forma en que lo miras. Pero recuerda, que nada es color de rosa.
—Nada es para siempre— añado.
Miro a mi mamá. Hace tiempo que mi madre y yo decimos esa frase. Aprendimos a no confiar tanto, a no depender de nadie y que el amor solo se da en los cuentos de hadas.
Vuelvo la mirada a Jonathan, que guarda su celular y me mira con una hermosa sonrisa. Suspiro para mis adentros. No podría sentirme mejor después de esas palabras, por que quiera o no, son ciertas. Hasta ahora no ha habido nada lindo con Jonathan, nada especial, nada romántico. Camino hacia él quien ya tiene la puerta del copiloto abierta, me subo al carro y él cierra la puerta, luego rodea el auto y se sienta en el asiento del conductor. Miro al frente donde mi madre se despide con la mano e inmediatamente entra a la casa. No tardamos mucho en llegar a la avenida. El camino nos la pasamos en silencio, más que nada por que eh estado pensando mucho en lo que dijo mi madre y en lo que siento por este idiota sexy. He hecho las cosas mal desde el principio y lo sé, pero simplemente no puedo contenerme con él. Siento una conexión inexplicable, siento una atracción tanto física como no sé, ¿espiritual? Que se yo.
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El sabor del Placer
Ficção AdolescenteVannia, una chica de 17 años extrovertida, inteligente, inmadura y alocada entra a una gran empresa de ayuda judicial. Ahí conocerá lo que es la pasión, el sexo y el amor. Pero no todo es color rosa para la historia de Vannia. Oscuros secretos y un...