Capitulo 25

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Salgo de la habitación cerrando la puerta a mis espaldas. No puedo creer lo que acabo de escuchar. Entiendo que lo que hice fue una falta grave pero no puedo creer que Miranda allá salido impune, menos yo. Suspiro. Simplemente no puedo creerlo. Camino a las escaleras de emergencia, esta vez no tomare el elevador. Mientras bajo solo puedo pensar en lo que hare, en donde encontrare otro trabajo con buen sueldo y prestaciones. Con esta poca experiencia no sirve en ningún trabajo tan bueno. No se que demonios haré. Llego a mi piso y abro la puerta para entrar al pasillo, tengo que recoger mis cosas e ir al primer piso para firmar mi liquidación. Alzo la vista y veo a Jonathan en el pasillo, en cuanto me ve se acerca a grandes zancadas.


—¿Qué paso nena?
—Pues estoy despedida— digo tratando de sonar burlona.


Jonathan cierra los ojos con fuerza y pasa una mano por su rostro.


—No te preocupes, lo solucionaré. Marcial no te puede despedir así nada más.
—No hay nada que hacer. Entiendo la gravedad del asunto. Así que está bien.
—No esta bien, esa perra de Miranda arruinó todo.


Bajo mi cabeza. Dios santo, ¿Qué hare ahora? No puedo dejar de pensar eso. Las manos de Jonathan toman mi rostro, alzándolo. Me mira fijamente con una pequeña sonrisa de medio lado.


—Encontraremos una solución. Si no es aquí será en otro lado, yo te ayudare con referencias, conozco a buenas personas que me deben favores. Te ayudare con un trabajo tranquila nena.


Solo puedo asentir. Él se acerca un poco más, para besar mi frente. Suspiro, tomo sus manos para soltarme de su agarre y dedicándole una ultima sonrisa lo rodeo para dirigirme a mi lugar. Entro y todas las secretarias me miran de reojo. Paso por el pasillo hasta llegar a mi lugar y empiezo a recoger mis pertenencias.


—Nena.


Alzo la vista. Janeth, Kika y Griselda se aproximan a mi lugar. Vuelvo a concentrarme en lo que hago, no puedo demorarme mucho.


—Entonces te vas— dice Griselda.
—Era de esperarse— digo sin mirarlas.
—Lo sentimos mucho— dice Kika. —Pero ve el lado bueno.
—¿Y ese es?
—Le diste una buena paliza a esa perra alzada, hasta hiciste que sangrara su labio. Eres salvaje chica.


Alzo la vista. Kika parece orgullosa, mientras que Griselda y Janeth tienen una cara de molestia. No puedo evitarlo, sonrío.


—No debió de meterse con la niña—digo.
—Si, eso fue tan cruel y bajo, incluso para Miranda— opina Janeth.
—Que se podía esperar de una piruja como ella. Pero ya no importa ahora, ella ganó.


Me cuelgo el bolso al hombro y tomo mi chamarra.


—Algún día se va arrepentir, ya veras Vannia. El karma siempre llega—dice Griselda.
—Y mas vale que sea pronto.


Rodeo el escritorio y abrazo a cada una. Ellas se han portado muy bien conmigo, han sido buenas amigas en este tiempo. Parecen mas unas adolescentes que unas mujeres de veintitantos.

El sabor del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora