Capitulo 34

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Vannia

Por fin en casa. No hay gloria más grande que entrar a tu habitación y tirarte en la cama, tal cual res.
¡Dios!, esta semana ha sido dura. Según mi madre estuve desaparecida cinco días y cuando me encontraron quede como en un estado de coma que duro dos días. También me platico como me encontraron. Después de la vez que no llegue a casa por quedarme a dormir con Jonathan, mi madre puso una aplicación en mi teléfono "Localizar mi teléfono" o algo así dijo. Me dijo que cuando no llegue al día siguiente trato de buscarlo, pero le habían quitado la sim y apagado. Después trato de buscarme con mis amigas, pero nadie sabia donde estaba. Al tercer día fue a la empresa donde trabajaba y busco a Jonathan, me dijo que él se volvió loco tratando de encontrarme. Fueron a levantar la denuncia y siguieron buscándome, incluso mi madre llamo a la familia de mi padre para amenazarlos, pero ellos solo negaron haber tenido contacto con él y le colgaban las llamadas. Ese mismo tercer día recibieron un mensaje de texto mío, donde decía que me había fugado con mi novio y no volvería por mucho tiempo. Lo mas estúpido que puede hacer un secuestrador. Trataron de seguir la conversación, pero Elias volvió a apagar el teléfono y bloquear la sim. Al cuarto día volvió a mandar mensaje, ellos localizaron el lugar, pero al parecer lo mando en un parque público. Al día siguiente en la mañana no habían mandado nada, pero por alguna razón el GPS de mi teléfono estaba prendido y pudieron localizarme dos horas después.
Me encontraron en un barrio de la delegación Tláhuac muy feo, en zonas casi abandonadas. Era una propiedad de un solo piso y tres cuartos en total. Ella me conto que quiso entrar, pero Jonathan no la dejó. Él entro detrás de los policías y escuchó como gritaba, cuando quiso entrar ya estaban sacando a Elías desnudo y mi mamá no pudo evitar arañarle la cara, ya que dos policías la tomaron de la cintura antes de que se le abalanzara encima. También dijo que cuando me sacaron de la casa en camilla sintió que se moría, al verme moreteada y con unas sabanas cubriendo mi cuerpo desnudo y cuando miró a Jonathan salir de la casa sintió que venia lo peor, ya que tenia una mirada furiosa y una expresión de locura.
Llegando al hospital me ingresaron a urgencias y un par de horas después le informaron de mi situación médica. Tenia moretones en casi todo el cuerpo, mis muñecas y tobillos están rojos y marcados por la soga que me estuvo aprisionado por cinco días; mi garganta irritada por tanto gritar, marcas de mis uñas en las palmas de mis manos y una infección vaginal junto con inflamación, enrojecimiento y rascado. Todo el paquete incluido. Mi madre dijo que oyó como Jonathan gruñía y golpeaba la pared justo antes de desmayarse.
Todos fue tan horrible que no tiene caso en seguir con eso. Me levanto de mi cama y me quito la ropa dejándome en ropa interior. Camino por el cuarto hasta llegar a mi espejo de cuerpo completo.
Veo con horror mi cuerpo. Tengo moretones en mis pómulos y parte de mi mejilla, en los brazos, las piernas e incluso parte de mi abdomen y costados, todos de un color amarillo verdoso. Miro mas abajo y veo una línea gruesa azul violáceo rodear mis tobillos, subo un poco la mirada y puedo ver la misma marca en mis muñecas.

No puedo evitarlo. Las lagrimas inundan mis ojos. ¡Maldita sea! ¡¿Por qué!? Tomo una pequeña cajita de porcelana que me había dado mi madre para guardar mis aretes y anillos y sin pensarlo lo arrojo a espejo gritando. Las lagrimas salen con mas fuerza de mis ojos cuando veo romperse todo en pedazos. Así me siento, rota, irreparable.
Me tiro al suelo jalando mi cabello sin parar de llorar.

—¡¿Por qué!? ¡Maldita sea! ¿Por qué?

La puerta de mi cuarto se abre de golpe y entran mi madre y hermana corriendo. Miran por todos lados hasta que me ven en el suelo; rota, derrumbada.


—Ve por una escoba y un recogedor. ¡Rápido! —grita a mi hermana.

Mi hermana ve con horror la escena, pero después de un empujón de mi madre, reacciona y sale corriendo al patio. Ella se gira y se acerca mí, Sinceramente espero unas palabras o un sermón de ser fuerte. Pero no. Mi madre se derrumba y se inca a mi lado, para abrazarme y llorar conmigo.
La abrazo lo mas fuerte que puedo y lloro ruidosamente, no puedo contenerme, ya no. Mi hermana sube y empieza a barrer los vidrios a mi alrededor, pero una vez que los quita se tira del otro lado mío y me abraza, sin poder evitar llorar también.

El sabor del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora