Capitulo 6

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Han pasado quince días desde aquel suceso tan vergonzoso. No hemos vuelto a hablar del tema y tampoco llegado a muchas palabras entre nosotros y la verdad lo prefiero así, solo de ver la cara burlona que me hace la tal abogada Miranda y el saber que en cada receso para comer están cogiendo me revuelve el estomago, he estado llegando casi cinco minutos mas tarde de mi regreso de comida para evitar ver la cara de la abogada o sus gemidos del otro lado de la habitación.

Pero por suerte hoy no me toca trabajar. Es algo hermoso y esperado toda la semana, algo llamado "fin de semana" Amo estos días. Hoy veré a mi familia tanto cercana como lejana. Es primero de Agosto, lo que significa que el cumpleaños de mi primo mas chico, Ian Agshalom se acerca.

Siempre mi familia se reúne una semana antes para organizar y distribuir los gastos y materiales que se usarán en la celebración de un pariente que queremos. En este caso mi pequeño primito Agshalom cumple cuatro años el ocho de Agosto. ¡Esa pequeña cosa hermosa! La verdad estoy muy emocionada, adoro a ese chiquillo y la verdad ya es hora de que haya un poco más de alegría en esta humilde casa.

Salgo de la ducha y me dirijo a mi armario. Hum... ¿Que será bueno? Miro la hora, nueve treinta de la mañana. Bueno, solo tengo treinta minutos para bajar o se pondrán como locos. Tomo unos pantalones de mezclilla, una blusa roja con escote y tenis rojos, no tengo tiempo para formalidades. Me maquillo rápidamente y bajo a la sala.

Todos están abajo, mis tíos, mi abuela, mis primos, mis hermanos y mi madre. Todos me miran diciendo "Buenos días" alegremente. Yo les sonrío y los saludo sentándome junto con mi prima.

—¿Quién falta? — le pregunto a Nuriko.
—Solo la tía Luzma.
—Espero y sea puntual o le tocara el desayuno de todos— digo mirando el reloj de la pared. Ocho cincuenta.

Uff... Espero y llegue temprano o tendrá que pagar el castigo del desayuno gratis.

Todos aun esperando la llegada de la tía Luzma se ponen a platicar entre si. Yo por otra parte me pongo a recordar el ultimo encuentro con mi jefe, en la forma en que me atreví a desafiar al señor Firtz, en la forma en que estábamos apunto de besarnos... Y en la forma en que insinuó que hubiera preferido ser yo la cogida en vez de la abogada Miranda. ¡Agh! Pero que cínico.

—¿Y cómo te ha ido en tu trabajo?

Nuriko está a lado mío y me mira con interés, le sonrío.

—Bien Nuriko, gracias.
—Que bueno, ¿Y qué haces ahí?
—Pues ya sabes, papeleo, organizar eventos del jefe, sacar copias, llevarle café...
—¿Llevarle café?
—Si.
—¡Wow! Entonces si es duro tu trabajo. Llevarle café al jefe, ¿es como ser su chacha, no?— se burla.
—Si, algo así— pongo los ojos en blanco, ignorando su comentario.
—Pero bueno, dime, ¿cómo es?
—Odioso, gruñón, serio...
—No, no. De carácter no. Me refiero físicamente.

Me muerdo el labio, no estoy segura de como podría describirlo. Él es como el arte clásico. Hermoso y sin sentido. Nuriko dobla sus brazos juntando codos con rodillas y recarga su cabeza en las manos animada, esperando mi respuesta.

—Amm... Pues es... ¿Guapo? — digo algo incomoda.
—Detalles prima, detalles.
—Ok, ok... Amm... Es alto, de tez blanca, ojos color avellana, castaño, cuerpo perfecto, con cuello fino, brazos fuertes, sonrisa hermosa, labios carnosos...
—Ok prima, creo que te estas mojando— se ríe.

No me di cuenta, pero mientras describo al señor Firtz voy recordando cada parte de él, provocando que se encienda en mi un fuego ardiente que me recorre desde los labios hasta la parte baja de mi vientre. Mientras Nuriko se ríe yo me aclaro un poco la garganta y me limpio las manos sudorosas en mis pantalones. Ahora resulta que también lo sueño despierta. Genial.

La puerta de la casa se abre de golpe y entra mi tía Luzma casi corriendo a la sala. Viene vestida de pantalones negros y una camisa roja, esta jadeando y se ve realmente graciosa con su cabello rizado alborotado por todo su rostro. ¡Parece peluca de payaso! Me río un poco y miro el reloj. Nueve dos ¡Llego tarde! ¡Comida gratis!

Todo fue un alboroto muy divertido. Primero mi tía se negaba a pagar el desayuno de todos, pero al final fue convencida y todos desayunamos tamales y atole. La delicia mexicana. Todos estuvimos platicando en familia, lo que empezó con ideas, presupuestos y planeaciones termino en contando historias de la vida de mis tíos y tías, las experiencias paranormales de mi madre y mi abue y las travesuras en casa y en la escuela de mis hermanos, primos y míos.

Mas tarde todos nos preparamos con pants, tenis, playeras, gorras, agua y comida y fuimos al parque. Jugamos fútbol, béisbol y voleibol. Y como en toda familia siempre esta la huevona, la organizadora, la peleonera, la imperativa, el dolido, el retador y el normal. Todo eso en una misma familia. ¿Pueden creerlo? Yo apenas me acostumbro.

El tiempo pasa volando y al final del día nunca falta el típico juego familiar "caras y gestos" Nos dividimos en equipos de seis y cada equipo hace sus diez papelitos con el título de una película, serie o programa de televisión.

El juego es entretenido y nada fácil, ya que ciertos títulos son difíciles de actuar. Pasa el turno de cada quien y al final la ultima en actuar es mi madre. Ella empieza a hacer gestos gracioso y nosotros entre risas tratamos de adivinar lo que sea que este actuando. Todos estamos riendo, hasta que suena mi celular

—¿Si, bueno?— digo en pequeñas risas.
—Señorita Prado.

¡Oh, no! ¡Es él! Discretamente salgo de la sala y antes de entrar a mi habitación mi familia se da cuenta de mi huida y gritan "¡Ya déjala! ¡¿Otra vez tú!? ¡Hay hombre, ¿no puedes respirar sin ella?!"

Ay no. Entro a la habitación y cierro.

—Buenas noches señor—digo avergonzada.
—Buenas noches.

Silencio incomodo.

—Amm, ¿Se le ofrece algo?
—No. Bueno...

¿Acaso nos mantendremos en silencio toda la noche? Y además, ¿Cómo consiguió mi número?

—Esos gritos de las personas, ¿eran para mi? — pregunta de repente
—Oh, no, no señor. Tal vez pensaron que era... Otra persona.
—¿Cual persona? — pregunta sorprendido.

¡Ups! Hable de más ¡Carajo!

—No nadie... Solo era una broma.
—Ya me quedo claro— su voz se endurece y se me pone la piel de gallina. — Solo quería decirle que mañana quiero mi café listo antes de llegar. No quiero esperar.
—Ah... ¿Ok?

Cuelga. Pero, ¿qué rayos fue eso? ¿Me marca solo por una taza de café? Que estupidez. Pongo los ojos en blanco y le enseño la lengua al celular.

Lo guardo y me dirijo a la sala a disfrutar de la agradable compañía de mi familia.

El sabor del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora