Capitulo 11

20.2K 937 49
                                    

Estoy en un Starbucks con Luis.
Después de mi encuentro con Jonathan, me dejo salir un poco más temprano. Le marque a mi novio y en menos de treinta minutos apareció en el vestíbulo. Me subí a su auto y él condujo hasta un Starbucks cerca de mi casa. Luis sabe lo que me gusta, sus cafés son deliciosos, aunque a mi novio no le gusta tanto, solo lo hace para complacerme.

No se cuanto tiempo llevamos sentados sin decir una sola palabra, y la verdad lo prefiero así. Desde que me recogió de la oficina hasta este punto sentados en la mesa del local ninguno ha emitido ninguna palabra, ambos sumidos en sus pensamientos. Pero yo no dejo de sentirme culpable, cometí un error... Un error muy placentero. La verdad quisiera decir que me siento muy culpable por engañar a Luis pero la realidad es que no, si siento una pizca de culpabilidad pero no la suficiente para agobiarme.
Lo que también es cierto es que no me arrepiento de haberlo hecho con mi jefe, lo disfrute, tanto que mi cuerpo siente de nuevo ese escalofrió recorrer mi espalda cuando recuerdo sus labios sobre los míos.

A pesar de que mis primeros conocimientos sobre la sexualidad no debieron de ser tan complicados, aprendí a disfrutar del sexo como cualquier otra persona...

—¿Y cómo te fue el día de hoy? —pregunta rompiendo con el silencio.
—Cansado la verdad— confieso. — Mucho trabajo.
—No me imagino que te habrá puesto a hacer el señor ricachón— dice con sarcasmo.
—Tareas, muchas tareas, en computadora más que nada— digo tratando de bajarle el humor.
—Ah— que seco.

Ya sé que no está muy de acuerdo en que trabaje con Firtz... O con cualquier otro hombre. Pero que se le puede hacer. Siempre ha sido así.

—Vannia.
—¿Sí? — inquiero mientras bebo mi café.
—¿Me engañarías con ese jefe tuyo?

Casi escupo el café. Me atraganto y toso ruidosamente. Esa pregunta me toma desprevenida.

—¿Que?
—Que si me engañarías con ese jefe tuyo.
—¿Pero qué clase de pregunta es esa Luis? No— miento. — Claro que no.

Agh, soy una maldita mentirosa. Luis me mira fijamente, eso me pone nerviosa y lo sabe, pero no le puedo decir, hice un trato con Firtz. Espero no me siga viendo así, jamás he sido muy buena mintiendo y lo sabe perfectamente. Tomo otro sorbo de café tratando de no desviar mi mirada de sus ojos pero mis manos ya están sudando y mi cuerpo empieza a temblar, nerviosa. Después de un momento aparta la mirada y sonríe.

—Te creo. Gracias por aclarármelo.

¡Ay madre santa! Sonrío ligeramente y me acerco a él besándolo con suavidad. Con una mano me toma la mejilla y la acaricia con su pulgar. Él no es como Jonathan, él me da una ráfaga de tranquilidad. Sus besos siempre son tiernos y suaves, sin ningún toque de ansiedad ni deseo. Retira sus labios de los míos y me mira a los ojos. Sus ojos, cafés oscuros, tan llenos de vida y suaves como la seda. Me gustan mucho sus ojos. Luis sonríe de medio lado y pega su frente a la mía mientras me dice que me ama.

En el auto de regreso a casa se escucha la canción "Nene malo" una canción movida pero tonta en letra. A él y a mi nos gusta esa canción porque nos hace reír pensando en cómo se bailaría esa canción tan ridícula en una fiesta.

Cantamos:

"Tengo muchas ganas de comerte la boca, tengo muchas ganas de comerte la boca, tengo muchas ganas de comerte toda—toa—toa. Tururi ti ti, Ti ti ti—titi

Lo sé, horrible canción nunca la escuchen.

Después de veinte minutos de trayecto al fin llegamos a mi casa, Luis apaga el carro frente a la entrada y se gira hacia mí.

El sabor del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora