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Lo divertía, lo tentaba; las miradas del conde eran constantes sobre él, y Naruto no se medía al responderlas. Desde su encuentro en el río, Sasuke se quedó en su pensamiento. Sabía quién era, los Uchihas tenían pocos berserkers y las pieles finas que vestía de inmediato delantararon sus estatus. Su rostro era perfecto, su cabello negro estaba atado en una trenza de raíz que llegaba a mitad de su espalda, pero sus cienes también estaban rapadas, aunque dejaba largos mechones oscuros que enmarcaban una mirada aún más negra. Increíblemente atractivo. Ahora quería follarse a su futuro cuñado ¿No era eso gracioso?

El príncipe nunca se negaba a pasar una buena noche, y todo el asunto del compromiso y lo prohibido, hacía su encuentro más interesante.

Ya estaba bien entrada la madrugada, cuando el bullicio de la fiesta fué menguando. Aquí y allá estaban varios hombres durmiendo en el suelo y otros haciendo historias de dioses o contándose anécdotas de batalla. Karin se había retirado a la vivienda que el conde destinó para ella, pero éste se quedó, observando todo desde su silla, callado, mientras bebía. Naruto también había tomado una buena cantidad de hidromiel, pero apenas estaba mareado.

Con todos distraídos, las miradas entre los dos se hicieron más atrevidas. Sin palabras comunicaban sus pensamientos, y las risitas ladinas eran cubiertas por el cuerno dónde bebían. Hasta que, sin poder contenerse, Sasuke le hizo una señal disimulada con su cabeza, indicando hacia la derecha. Naruto terminó su bebida de un largo sorbo y se puso de pie.

-¿A dónde vas?- preguntó Sakura.

-A mear- respondió con simplicidad y salió del salón, sus pasos resonando en los tablones de madera.

El poblado solo estaba iluminado por varias antorchas altas, enterradas en el suelo, dispersas, y en la muralla de madera. Rodeó el gran edificio, caminando en la oscuridad hasta que llegó a la parte trasera de éste. Se apoyó en la pared de madera, mientras su aliento salía en forma de humo blanco, por el frío de la noche. Frente a él habían unos metros de tierras cultivadas y detrás un bosque oscuro.

Pronto, gracias a su buen oído, escuchó pasos dentro del edificio. Una puerta pequeña a su lado se abrió y vió la sombra oscura del conde salir. Incluso antes de que éste lo divisara, Naruto estiró una mano y sujetó su antebrazo, tirando de él hasta acorralarlo contra la pared.

-Te gusta jugar... ¿No, conde?- preguntó, pronunciando lentamente su título. Sasuke rió y lo empujó, haciéndolo retroceder.

-¿Me estás juzgando?- indagó con diversión -Porque sería muy hipócrita viniendo de tí.

Naruto se relamió los labios y luego se encogió de hombros.

-Fué tu idea aplazar la boda- justificó -¿Esperar a la peregrinación?- rió sarcástico -Nada te impedía casarte hoy mismo si te daba la gana.

-Tú aceptaste- señaló -Yo solo quiero disfrutar un poco más de mi libertad.

El príncipe avanzó nuevamente hacia él y volvió a acorralarlo.

-Estamos a mano entonces, ambos tenemos culpa de lo que vaya a suceder.

-Es tu hermana- señaló Sasuke, sin poder evitar mirar su boca, estando tan cerca.

-Media hermana, en realidad,- corrigió -y no me cae nada bien- gruñó bajo y sujetando su nuca con brusquedad, juntó sus labios.

Sasuke no se limitó, sostuvo las pieles de su ropa y forzó el beso a más que un simple choque. El desespero y la ansiedad los llevó juntar sus cuerpos, mientras descargaban su lujuria. Solo se separaron en busca de aliento, cuando Naruto comenzó a desatar las cuerdas de su pantalón, y el conde lo imitó en su acción, teniendo pronto su erección a la vista.

Juntaron sus caderas, frotando una con otra, que a pesar del frío estaban calientes y pronto se humedecieron. Antes de ir nuevamente en busca de su boca, Naruto escuchó unos pasos por el camino que había transitado antes y presionó más a Sasuke contra la pared.

Ambos, atentos, vieron a un hombre pararse junto a un arbusto seco y orinar, ajeno a ellos completamente. El conde, sintiendo la mano del rubio en su erección, negó enfáticamente para que se detuviera, pero Naruto solo sonrió y atacó su cuello. Sasuke mordió su labio hasta casi sangrar, evitando hacer algún sonido. Exhaló aliviado cuando el sujeto se fué, y volvió a empujar un poco a Naruto.

El rubio lo observó tomar ambos miembros con una mano y frotarlos entré sí. Un reflejo lo hizo mover las cadera y luego acariciar la mejilla del conde con su nariz.

-Solo quiero follarte, ésto no me basta- Sasuke apretó el agarre, haciéndolo jadear.

-En tus sueños- siseó, acelerando los movimientos de su mano.

-No me pongas retos, conde- advirtió -Juro por Thor que antes de irme voy a cogerte innumerables veces... Te haré gemir y apretar las sábanas, mientras te monto.

El pelinegro rió incrédulo y regresó a besarlo con desesperación, sintiendo que su cumbre se acercaba. Ambos gruñeron a la vez, ahogados por el beso y llegaron en un potente orgasmo, que junto a la bebida, los dejó más mareados.

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Los sirvientes del conde la guiaron hasta la vivienda que ocuparía en su estadía. Junto a la de Naruto, pero ésta era un poco más pequeña, de una sola habitación. La cama no era grande, lo que la fastidió; siempre tenía problemas para dormir por su tamaño. Por cosas como esas que no le gustaba abandonar el condado Uzumaki tantos días. Junto al lecho había un biombo de madera, tallado con motivos religiosos que cubría apenas una tina redonda de tablones.

Cómo había pedido, pronto estuvo llena de agua caliente. Se quitó las botas y las pesadas prendas de cuero. Desnuda, suspiró aliviada al sumergirse. Lavó su rostro con las manos, los brazos con un trapo suave, y mientras hacía el mismo proceso con sus piernas, tocaron a la puerta.

-Adelante- ordenó, sin importarle su desnudez. Vió a la esclava que antes había ayudado, entrar, quedándose de pie detrás del biombo. Sakura sonrió al notar que no se atrevía a decir nada -¿A qué viniste?

-Yo...- se frotó las manos con ansiedad y miró temerosa hacia la puerta cerrada -quería agradecerle por lo que hizo... hace un rato en... No tenía que...- balbuceó.

La berserker negó con diversión y se puso de pie, dejando que el agua corriera por su cuerpo. Hinata enrojeció al verla; aún si era cierto que estaba acostumbrada a la desnudez, el cuerpo de Sakura era distinto.

Tenía sus músculos bastante marcados, a pesar de ser una mujer. Sobre sus brazos, abdomen y muslos habían numerosos tatuajes, resaltando en su costado uno enorme con un lince de montaña. También tenía cicatrices, incluso sobre sus senos, altos y moldeados. La mirada de la chica, por curiosidad se dirigió a su entrepierna, que además de tener poco vello, no lucía diferente.

-¿Cómo me vas a agradecer?- preguntó, con una mirada suspicaz.

La esclava, atreviéndose a mirar sus ojos por unos segundos, luego volvió a parecer sumisa y tiró de las ataduras en el escote de su vestido, bajo la vista sedienta de la berserker.

GUERREROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora