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El nudo en el estómago lo dejó sin respiración, Sasuke solo atinó a bajar la cabeza y esconderla entre sus manos. Él estaba ahí, en su villa, después de todos esos años y cuando se había rendido de volver a verlo alguna vez. Sarada le sacudió el brazo al no recibir respuesta a su pregunta, y entonces escuchó su voz.

—¿No me da la bienvenida, conde?— preguntó Naruto, y luego sintió como se bajó de su caballo por el sonido de las pesadas botas en el suelo.

Pero las palabras no salían, a pesar de ser un hombre poderoso Sasuke había reaccionado de la peor manera ¿Y cómo no hacerlo? Después de pasar por tanto...

Una mano grande y fuerte tocó su hombro, y al alzar la cabeza se encontró de nuevo con esos ojos hipnotizantes y celestes, que lo miraban con una tristeza que solo él reconocía. Carraspeó y limpió sus lágrimas de manera disimulada, aunque ya era tarde para pretender que no había llorado.

—Papá...— insistió la niña.

—Él es... el príncipe de Noruega— explicó ronco.

Naruto se enderezó y miró a la niña.

—¿Entonces, eres mi tío?— preguntó entusiasmada.

—Pues sí— le tendió una mano y ella atrapó uno de sus dedos —Soy Naruto.

—Eso ya lo sé— rió sobrada —Papá me ha hablado de tí...

—¿De verdad?— preguntó curioso, buscando de nuevo el rostro del conde, quién evitaba mirarlo directamente —¿Y qué te dijo?

—Que eres el único berserker que lo ha vencido.

—Oh, pues yo lo recuerdo más bien como un empate— confesó con una sonrisa.

—Tenía que ser, papá es muy fuerte— exclamó y después la diversión se borró de su carita y se acercó a Sasuke, como intentando esconder su cuerpo detrás de él.

Naruto la miró extrañado y luego notó el ceño fruncido del conde antes de escuchar la voz de Karin.

—Lo que me faltaba— dijo ella, subiendo al rellano con un bebé en brazos y otra niña pelirroja agarrando sus faldas —¿Cómo tienes cara de venir?

—Para verte no fué, te lo puedo asegurar— contestó el príncipe.

—¿Entonces?

—Es un asunto de mi padre con el conde Uchiha.

—Que conveniente— murmuró —Pues debo darte la bienvenida ¿No?

—No hace falta, ya tu hija me dió una sonrisa dulce a cambio— dijo y la vió mirar a Sarada.

—Bien por tí— respondió.

—Veré que preparen un lugar para que duermas— habló Sasuke, retomando su compostura y poniéndose de pie.

—No me quedaré mucho tiempo, solo lo suficiente para que mi caballo descanse.

—Aún así...— murmuró y le hizo señas a una de las esclavas antes de darle la orden. Naruto asintió y siguió a la chica.

—¿Puedes disimular?— preguntó la condesa cuando él se quedó mirando al príncipe mientras se alejaba. Con un semblante severo Sasuke tomó la muñeca de Karin bruscamente y se acercó a su oído.

—Vuelves a maltratar a mi hija, y se acaba tu mentira— siseó antes de agarrar la mano de Sarada y entrar.

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En una mesa larga estaban sentados varios de los hombres de Sasuke y su familia. La cena era comunal, debido al invierno y que había comenzado a nevar nada más caer la tarde; la hoguera y la cerveza de leche fermentada eran necesarias para calentarse entes de dormir.

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