9

1.7K 290 81
                                    

Las noches comenzaban a hacerse más cortas en primavera, y los integrantes del grupo que había elegido ir a Uppsala, decidieron descansar temprano, previendo el largo viaje que aún les esperaba. Debido a su fortaleza y resistencia, Naruto se había sentado sobre una roca para hacer guardia, observando los alrededores, escuchando con atención, y de vez en cuando mirando a las personas acostadas sobre pieles gruesas en el suelo.

Junto a Sasuke estaba Karin, su hermana había acercado bastante su lecho improvisado al conde, por supuesto que no perdería oportunidad ¿Podría él hacer algo así? Debía conformarse con los fugaces encuentros que tenían, o alguna que otra mirada. Se encontró deseando gritar lo que sentía, esa montaña que lo aplastó de manera repentina, como si los mismos dioses estuviesen probando su cordura.

Ya de madrugada y gracias a su buena vista, notó como Sasuke abrió los ojos y después se levantó. No fué necesario cruzar palabras, Naruto dejó su puesto luego de unos minutos y lo siguió bosque adentro. Estaban a unos metros uno del otro, pero escuchaba los pasos de Sasuke claramente. A medio kilómetro del campamento y detrás de un pequeño peñón, se encontraron.

—Ésto es demasiado arriesgado— mencionó el príncipe, volteando a ver el camino por donde habían acabado de pasar.

—No podía dormir estando en el mismo espacio que tú y no pudiendo acercarme— murmuró sentido, apoyando la frente en su hombro.

Naruto suspiró y lo abrazó fuertemente, luego colocó las manos en sus mejillas y aplastó sus labios.

—¿Me necesitas?— preguntó muy cerca de su boca.

—Sí... y estoy empezando a preguntarme qué haré con ese sentimiento, cuando ya no estés.

—Lo atesoras, como yo lo haré— suspiró y se alejó para sentarse en el suelo y apoyar la espalda a la pared de piedra —Ya hablamos de ésto. No puedo pedirte que lo dejes todo.

—Hay muchas personas que dependen de mí— dijo con voz quebrada.

—Lo sé— gruñó —Maldición, ya lo sé. Lo peor es que tendré que verte la cara aún casado con mi hermana.

—No me atrae Karin...

—Eso no cambia nada— interrumpió —Hasta la boda,— murmuró y volteó a ver a Sasuke cuando éste se sentó a su lado —despues todo se acaba y espero poder evitar encontrarme contigo. Thor no me hizo tan fuerte. Me castiga por jugar con fuego.

—Entonces somos dos— Naruto resopló una risita triste ante las palabras del conde y tras tirar de su mano, volvió a abrazarlo, ésta vez robándole un beso sediento y apasionado.

÷•÷•÷•÷•÷

Más y más personas fueron llenando los senderos según se acercaban el templo, pero allí en Uppsala no habían disputas entre clanes u hombres, todos llegaban a rendir tributo y hacer ofrendas a sus dioses, olvidándose del odio o desavenencias.

Debido a su estatus, a Naruto le fué asignado un lugar amplio dentro del bosquecillo que rodeaba el edificio más importante del lugar. A unos metros de su tienda armaron las demás, incluyendo una igual de grande que pertenecía al conde.

Uppsala rebosaba de entusiasmo, los hombres y mujeres danzaban al ritmo de tambores y flautas, celebrando la vida que les había sido otorgada. Los trovadores y ancianos hacían historias de los poderosos dioses nórdicos y habían multitud de pequeños puestos; en algunos vendían ofrendas para quemarle a los dioses, baratijas, tapices temáticos, incluso hacían tatuajes y peinados en otras.

Naruto paseaba solitario por el lugar, observando todo con interés y una pequeña sonrisa en su rostro; Sasuke se le unió poco después y en silencio, ambos nobles decidieron entrar al templo. Las estatuas talladas en troncos inmensos de madera, eran atemorizantes. En el centro estaba Odín, el tuerto, padre de todos los dioses, a su lado Thor y su esposa Frigg. Detrás de ellos Loki, Freya, Balder, Hel, Skadi... se tomaron el tiempo de observar detenidamente cada figura, sin importarle que afuera de las puertas habían personas esperando para entrar.

Justo cuando decidieron salir, un sacerdote de túnica blanca y el rostro pintado de negro se detuvo delante de ellos. Ambos lo miraron extrañados y a punto de rodearlo, pues era conocido que no hablaban nunca con nadie, el extraño raspó con voz ronca y en desuso.

—Hati y Sköll...— Naruto levantó una de sus cejas rubias en interrogación —siempre persiguen lo que no pueden alcanzar. Si Hati le da un mordisco a la Luna o Sköll atrapa al Sol, las sombras y el fuego consumirán la tierra de los berserkers.

—¿De qué hablas...?— gruñó Sasuke.

—Vendrán días muy oscuros para la nueva alianza, justo cuando los invasores llegan a buscar a la perdida— dijo y sin tener intenciones de dar una explicación, se internó en los corredores del templo.

—Se ponen un poco extraños cerca de la ceremonia— rió el príncipe y Sasuke, después de encogerse de hombros, lo siguió al exterior.

En la noche la bebida se hizo más abundante, y cada grupo de clanes distintos celebraban alrededor de una hoguera inmensa que les daba calor y alumbraba, creando una atmósfera aún más mágica. Naruto aceptó pedazos de setas que Sakura le brindó, riendo al ver la cara demasiado "contenta" de su compañera, quién se paseaba con la esclava de cabello negro tomada de la cintura. Con el alucinógeno las estrellas parecían caer, las sombras acercarse y danzar, las chispas del fuego lo rodeaban y las voces se alejaban, así como cualquier sentimiento de dolor en su pecho.

Por su parte, Sasuke había comenzado a sentirse incómodo; su piel estaba caliente y su respiración errática. Tenía experiencia suficiente para saber lo que le ocurría; la tormenta se acercaba y pronto no sería capaz de controlar su frenesí. Pero en tan mal momento... Maldijo su suerte y cerrando los puños con fuerza, se levantó, siendo seguido por Suigetsu.

—¿Conde...?— preguntó éste, notando su actuar.

—Voy a dormir, que nadie me moleste— gruñó sin más y entró a su tienda.

La sonrisa malsana cubrió el rostro del peliblanco, quién conocía suficiente al conde como para saber lo que le pasaba. Rápidamente se acercó a Karin y recibiendo esa mirada de desprecio, se agachó a su lado.

—Escucha con atención, princesa; en un rato, y sin que nadie vea, entra a la tienda del conde— aconsejó.

—¿Para que me rechace de nuevo?— siseó en voz baja.

—Ésta vez no lo hará, te lo aseguro.

Karin apretó sus manos, mirando en dirección al lugar donde Sasuke se encontraba, y luego a Naruto. Vió a su hermano ponerse de pie, tambaleándose un poco, y un rato después de que entró a su tienda, aprovechó la ocasión.

Sasuke estaba de pie con las manos apoyadas en el poste central, se había quedado solamente con sus pantalones y sus músculos lucían aún más enormes. Jadeaba agitado, y pronto fijó unos ojos rojos en ella.

—Vete...— bramó con voz irreconocible, pero la pelirroja, comprendiendo la treta de Suigetsu, desató las ataduras de su vestido y lo dejó caer al suelo, quedando completamente desnuda.

—Déjame ayudar con tu tormenta, conde.

Sasuke tragó duro y luego apretó los dientes, resistiendo los fuertes embates de lívido que estremecían su cuerpo.

GUERREROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora