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Se estaba volviendo adicta a la textura de la piel de Hinata, teniéndola a horcajadas sobre sus piernas, acariciaba sus muslos mientras disfrutaba de los suaves labios de la esclava. Cuando se separó, notó un brillo de tristeza en sus ojos de plata.

—¿Ocurre algo?— preguntó con una sonrisa para aliviar la tensión.

—Casi llega la boda del conde, y... te irás— Sakura suspiró, entendiendo el sentimiento de su amante.

—¿Sólo es eso?— Hinata se mordió el labio, un poco herida por la pregunta.

—Perdona, a veces no recuerdo mi lugar— murmuró muy bajo y la pelirrosa sujetó su barbilla para que la mirara a los ojos.

—Te llevaré conmigo— anunció, notando la sorpresa en su rostro.

—Yo... le pertenezco al conde...

—Voy a robarte— sonrió y le dió otro beso —No podría irme y dejar que nadie más te tenga. Ahora eres mía— notó con diversión como su barbilla temblaba y luego la recibió en un abrazo.

La berserker acarició unos instantes su cabeza de cabello negro, pero sobre su hombro vió a Naruto levantarse de su lugar, un poco tambaleante y marcharse, un rato después a Karin entrar en la tienda del conde. Suspiró cansada.

—Se lo advertí, maldición— gruñó, haciendo que Hinata la mirara. Con cuidado la hizo a un lado y se levantó —Iré a ver si el príncipe necesita algo. No te quedes aquí con tantos borrachos, ve a mi tienda y no salgas— ordenó, viéndola asentir antes de alejarse

Atravesó los pequeños grupos de personas aquí y allá, antes de llegar a Naruto. Al entrar se estremeció; el príncipe estaba acostado sobre las pieles con su cuerpo tenso como un animal salvaje y enjaulado. Sakura gruñó enojada y se acercó para constatar lo que más temía. En los ojos rojos y perdidos notó otro signo de que a Naruto le había llegado su celo, y para colmo, el berserker aún estaba sumergido en los efectos de las setas.

—¡Por Thor!— exclamó.

—Me estoy quemando— bramó con voz irreconocible, agarrando las pieles entre sus poderosos puños —Lo necesito...

—¡No! ¡No puedes ir con él!— el rubio negó —¡Naruto, todo el maldito campamento está ahí fuera y Karin está en su tienda! ¡Olvídalo!— puso la mano sobre su espalda y él siseó, haciendo que la apartara —Saldré a buscarte a alguien...

—Sasuke.

—¡Que no!— lo vió moverse hasta quedar de pie y luego caminar lentamente hasta la entrada —¡Escúchame, estúpido! ¡Lo arruinarás todo!

Cuando el príncipe dejó la tienda, ella lo siguió; al sujetar su brazo y tirar de él, Naruto respondió inconsciente lanzando un puñetazo poderoso a su cara que Sakura esquivó por milímetros. Su pecho desnudo marcaba cada exhalación y las venas de su cuello se notaban incluso con la poca luz que daban las fogatas. La berserker gruñó enojada y dirigió una patada justo en su estómago con la intención de derribarlo, pero Naruto sujetó su pierna y girando su cuerpo la lanzó a un lado, llamando irremediablemente la atención de todos.

—¡Reacciona, maldita sea!— gritó ella desde el suelo, viéndolo alejarse rumbo a la tienda de Sasuke.

Desesperada lo siguió, ignorando las preguntas que se formulaban en alta voz y a su alrededor; tras entrar después que él a la tienda, vió a Karin desnuda y sorprendida, muy cerca de Sasuke.

—¡¿Qué está pasando?! ¡Sal inmediatamente!— exigió la pelirroja, pero Naruto no la escuchó, pasó por su lado y sujetó bruscamente al conde.

Sasuke se agarró a su espalda y en solo un segundo estaban tirados sobre su lecho en el suelo, desgarrando la poca ropa que llevaban.

Sakura agarró su cabello trenzado y maldijo por milésima vez ante lo inevitable. Karin gruñó con impotencia con la intención de acercarse y reclamar la falta de su hermano, pero ella la sujetó.

—¿Estás loca? ¿Acaso quieres morir?

—¡Haz que se detengan!— bramó, tomando su vestido y cubriendo su pecho.

—Ni siquiera yo puedo hacer algo así— espetó y la obligó a salir.

—¡No puedo permitir ésto!— gritó, dando una patada en la tierra y con la intención de volver a entrar. Cuando comenzaron a acercarse otros, terminó de vestirse con vergüenza y en medio del llanto.

La berserker negó, se cruzó de brazos y se paró en la entrada de la tienda del conde, dispuesta a enfrentar a quién quisiera interferir.

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El conde empujaba a Naruto, su cuerpo por instinto ponía resistencia a ser sodomisado, pero a la par lo besaba con desesperación. El berserker que antes había enfrentado y casi ganado, se había convertido en una bestia sin razón, y muy cerca de ese estado se encontraba él, ya atrapado por la tormenta de lujuria.

No habían cuidados, las caricias fueron sustituidas por agarrones y rasguños, los besos eran doloroso, así como la tensión en sus erecciones. Drogado y desesperado, Naruto le abrió las piernas con sus rodillas y con torpeza colocó su miembro antes de embestirlo sin dilación, haciéndolo soltar un grito doloroso gutural.

—Sasuke...— raspó cerca de su oído con la frente apoyada en las pieles.

Sus movimientos de caderas eran rápidos, duros, dirigidos a darse placer y aliviar el fuego que lo estaba consumiendo. Siseó cuando las uñas del conde se hundieron en su espalda y luego éste, impulsado a defenderse de su ataque, clavó los colmillos a un lado de su cuello.

Se incorporó en sus rodillas y sujetándo sus caderas reanudó las embestidas, completamente ajeno a la sangre en los labios de Sasuke, pues sus ojos estaban perdidos en la piel de su abdomen y luego en la mano de éste, cuando la alargó para sujetar su miembro y masturbarlo con nada de delicadeza.

Rugió ronco cuando el orgasmo aplastante lo atrapó y dejó su semilla en el interior del pelinegro, pero no estaba ni cerca de encontrarse satisfecho, así que salió de él y se inclinó para mamar el latente miembro de Sasuke, mientras éste tiraba de su cabello rubio. Las caderas del conde se sacudían en un impulso por follar, sujetó su nuca con una mano al elevar su torso y apoyarse en la otra, teniendo más exceso a ver lo que ocurría. Así embistió hasta correrse y después se movió para subirse encima de Naruto y empalarse a sí mismo.

Con el abdomen contraído y los jadeos ahogados saliendo de su boca, el príncipe dejó que Sasuke lo cabalgara, mientras los efectos de las setas aún provocaban que las luces a su alrededor se moviera de forma extraña.

Cuervos, lobos, relámpagos a su espalda.

Te daré un regalo, hijo del trueno— escuchó en su cabeza, pero sin prestarle atención —Aunque sufrirás para obtenerlo...

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