22

1.4K 299 68
                                    

—¿No dirás nada?— preguntó la berserker, un poco severa ante el desinterés del príncipe.

—¿Qué quieres que te diga?— contestó Naruto, mientras abría el bulto que la pelirrosa había traído en su espalda y dejó caer a la nieve. Ropa nueva y lujosa para él y para Sasuke, de acuerdo al rango que tenían. No necesitaba adivinar para qué su amiga las había empacado.

—¿Vas a dejar que te arrebaten lo que es tuyo por derecho?— inquirió molesta.

—Nunca quise ser rey de nada, me conoces. Lo que pase con el condado Uzumaki y con los demás, no me importa. No planeo cuidar de las mismas personas que despreciaron a mi madre— gruñó severo, llamando la atención de Sasuke —Solo quiero buscar a mi hija y estar en paz de una vez por todas.

La berserker suspiró derrotada, sabía lo tozudo que era Naruto. No podría hacerlo cambiar de opinión fácilmente. El hecho de vivir en un condado con Karin como reina, no le agradaba nada, y sabía que traería problemas a largo plazo. Desde pequeña la pelirroja había sido una persona maquiavélica y rencorosa; sin dudas no los dejaría tranquilos. Lo mejor sería buscar otro lugar para vivir y alejarse con su mujer y su familia, del centro del condado Uzumaki.

—Entonces busquemos a esa niña y salgamos de allí— concluyó con un suspiro, ganándose una sonrisa amplia del príncipe y dos golpecitos en su hombro.

Naruto y Sasuke se cambiaron de ropa, las que traían ya estaban rasgadas y gastadas; volviendo a lucir como dos berserkers temibles y de alto rango. El antiguo conde llevaba una túnica azúl oscuro con un chaleco de cuero y tachas; sobre sus hombros una piel de lobo negro, que hacía resaltar su piel clara. El rubio también vestía de negro, pero en lugar de oscura su capa, era gris, casi blanca, al igual que la túnica que llevaba debajo de su jubón de cuero.

No miraron atrás al abandonar la frágil cabaña que los había resguardo del frío en la última semana, sus mentes estaban ocupadas deseando el bienestar de su hija y rogando volver a verla sana y salva. Decirle que ahora los tres eran una familia...
Podrían buscar un terreno apartado, cerca de un bosque en el que podrían cazar, o quizás del mar; con tierra para sembrar y construir una casa solo para ellos.

Esos dulces pensamiento se vieron reflejados en el rostro de Sasuke, y Naruto, notándolo, se acercó sin detener sus pasos en el descenso de la montaña; tomó su mano helada y la llevó a sus labios. Quizás ambos estaban pensando lo mismo y al mismo tiempo.

Sakura había traído consigo dos caballos que había dejado en las faldas de la montaña, aparte del que montaba. Solamente un berserker se atrevería a recorrer solo los caminos con tres magníficas monturas, sin preocuparse de que lo pudiesen asaltar. Cada uno ocupó un corcel y a galope comenzaron a recorrer el largo trayecto de dos días que los separaba del condado Uzumaki.

÷•÷•÷•÷•÷

El sendero se volvió rocoso, flanqueado por grandes pinos de ramas casi desnudas y cubiertas de nieve. Justo en una intercepción, Naruto se detuvo y miró a Sakura, ella asintió, como si tuviese la capacidad de leer su pensamiento.

—Yo me adelanto entonces, estoy ansiosa por ver a mis hijos— dijo seria y le dedicó un asentimiento a Sasuke como despedida.

El Uchiha la vió alejarse y luego miró extrañado a Naruto cuando tomó el camino más estrecho, que ascendía hacia una montaña.

—¿Dónde vamos?— preguntó.

—Quiero que conozcas a alguien, solo será un rato— su voz, algo dubitativa, lo hizo sonreír y colocar su corcel justo al lado del de su pareja.

Por un camino empinado y difícil subieron toda una hora, y ya cuando Sasuke pensó que los caballos no podrían continuar, se detuvieron delante de una cabaña que reposaba en un claro. Naruto bajó con un sonido pesado de sus botas en el suelo y luego de atar las bridas a la rama de un árbol, lo esperó.

Mientras Sasuke hacía el nudo, una mujer pelirroja salió de la cabaña con un azadón en la mano y una expresión furiosa.

—¡¿Qué hacen en mis tierras? ¡Lárguense!— gritó, pero Naruto no se inmutó.

—Lo lamento, no venimos a buscar problemas— dijo, levantando las manos en defensa e inclinando su espalda tratando no parecer tan alto e intimidante para la mujer.

—¡No los quiero aquí! ¡Malditos perros! ¡¿Vienen a ver a la loca?!— bociferó y el príncipe recibió el golpe del azadón con el antebrazo.

Sasuke se acercó furioso, pero Naruto lo miró y negó con la cabeza.

—De verdad no queremos incomodarla, ha sido un largo viaje y pesábamos que una amable mujer como usted, podría darnos algo de agua— habló el príncipe con paciencia.

La anciana bajó el azadón y los miró aún con el ceño fruncido, entonces el Uchiha retuvo la respiración cuando notó un parecido inconfundible entre los dos. Naruto seguía con la cabeza baja, y al parecer eso le dió confianza a la mujer para quitar sus defensas.

—Si es solo agua...— murmuró —Siéntense, ya regreso— señaló un tronco cortado colocado frente a la casa.

Hicieron lo pedido, y ya sin poder resistir la curiosidad, Sasuke decidió preguntar, aprovechando que se habían quedado solos.

—¿Naruto, quién es...?— lo vió esbozar una sonrisa triste.

—Mi madre...— murmuró, justo cuando la señora volvía a salir, pero sin nada en las manos.

Ella se quedó helada al verlo y corrió a recibirlo, como si fuese una persona completamente diferente a la que habían visto hace un momento.

—Mi hijo...— lloró y Naruto se puso de pie para recibirla en brazos —Hace mucho que no sé nada de tí ¿Cómo me haces ésto?

—Lo lamento, mamá.

—He llorado cada noche por no saber tu paradero. No podía dormir por el mal presentimiento.

—Ocurrieron muchas cosas, pero estoy bien— se alejó y peinó un poco su cabello rojo con las manos —He traído a una persona que quiero que conozcas...— se hizo a un lado para que el pelinegro se acercara. Siendo los dos casi del mismo tamaño, Kushina se veía diminuta entre ambos —Él es Sasuke, mi esposo.

El Uchiha lo miró con ojos muy abiertos al escucharlo.

—¡¿Tu esposo?!— preguntó ella —¿Te casas sin yo saberlo?

—Tampoco lo sabía,— sonrió Naruto avergonzado —pero al parecer los dioses bendigeron nuestra unión hace años atrás.

Sasuke cerró los ojos y sonrió en aprobación, para después centrar su atención en la mujer.

—Espero que me dé la bienvenida a su familia— dijo en tono formal, tomando una de sus manos entre las propias.

Kushina sonrió y después trazó con su dedo índice la runa de "hijo" en su frente.

—He escuchando tu nombre de la boca de mi hijo, con verdadera devoción. Nuestra casa es tu casa y nuestros alimentos los tuyos. Espero ser una buena madre para tí.

Sasuke sonrió satisfecho y miró a Naruto, quién tenía los ojos cristalizados y húmedos.

GUERREROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora