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Sakura había limpiado y vendado sus heridas, pero pasar más de cuatro días lastimado, sin alimentarse y apenas pudiendo moverse para tomar agua en el río, habían mellado la fortaleza del príncipe. Aún así, el presentimiento de que Sasuke estaba en peligro le dió fuerza suficiente para levantarse y con ayuda de su compañera, caminar hasta donde ella había dejado su caballo.

Descendieron la montaña lentamente. La berserker miraba a su espalda a cada rato, cuando lo sentía tambalearse. Estaba preocupada ¿Qué iba a hacer Naruto encontrándose en ese estado? Enfrentarse a un guerrero como su padre era una locura.

Cerca del condado Uchiha ya se percibía el hedor a sangre, la batalla había comenzado y Naruto gruñó de rabia, golpeando los costados del caballo para apurar su marcha.

Afuera de la muralla había multitud de muertos de ambos bandos, y hombres heridos llorando de dolor. El príncipe bajó del corcel y con desesperación buscó con la vista entre ellos, pero Sasuke no estaba. Atravesó la puerta rota de la muralla de madera y notó un círculo de personas alrededor de la plaza, pero no cubrían lo suficiente como para no observar lo que ocurría.

Sasuke fué vencido, con su corazón destrozado ya no tuvo fuerzas para luchar. Minato, otro berserker poderoso, había atravesados sus defensas y se apropió de su condado cuando los hombres del Uchiha, sin la moral que le daba su conde, se entregaron en rendición.

Naruto apresuró su paso ignorando el dolor de su cuerpo, Sasuke estaba de rodillas, mientras el rey sujetaba su cabello con fuerza y mantenía una navaja en su cuello, dispuesto a reclamar su vida.

—¡¡MINATOO!!— gritó en una advertencia.

Los ojos de Sasuke se abrieron enormes y sonrió aliviado, desbordado en lágrimas, como si el alma le hubiese sido devuelta. Pero su padre gruñó entre dientes y lo ignoró.

—¡NO LO HAGAS! ¡ESTOY VIVO! ¡ÉL NO TUVO NADA QUE VER!— insistió desesperado sujetándo su hacha.

Las intenciones del rey eran demasiado claras. No dejaría pasar la oportunidad de deshacerse de su enemigo. Siempre había sido su objetivo, y el príncipe lo sabía.

Justo cuando levantó su hacha y la lanzó, la garganta de Sasuke fué cortada antes de que el filo de Naruto atravesara contundente la frente de su padre y lo matara.

El rey de Noruega había caído, y ante la escena nadie se atrevió a moverse, solo Naruto se apresuró hasta el conde; éste sujetaba la piel de su cuello, apretándola para que la sangre dejara de fluir, retorciéndose de dolor.

Sakura no tardó en aparecer tras él. Después de mirar el cadáver del rey, se acercó al príncipe y miró a Sasuke.

—Déjame verla...— exigió. El corte desprendía sangre a borbotones, pero no había llegado a la tráquea —No hay tiempo para coser ¡Necesitamos fuego! ¡Ahora!

Naruto se puso de pie en contra de todo su instinto, con intención de buscar el pedido de Sakura, pero lo interceptó Izumi con un atizador de los que usaban en la gran hoguera del salón principal. Tomó el hierro candente y cuando la berserker sujetó las manos de Sasuke, pegó el atizador a su herida, gruñendo de rabia al percibir el hedor de la piel quemada.

Sasuke gritó ahogado, su voz había sido tomada y debido al dolor desmedido, perdió la consciencia y se desplomó en el suelo nevado.

—Dime que va a vivir...— exigió Naruto, quebrado.

—No lo sé.

—Lo mejor será que no lo haga— escuchó a su lado.

—El conde no luchó con honor. Se ha vuelto débil ¡¿Qué caso tiene vivir así?!— gritó otro hombre.

—¡Cierra la boca!— ordenó Naruto.

—Tenemos derecho a elegir a nuestro líder. Lo estamos repudiando. No queremos a un berserker que deja a su pueblo de lado solo porque su "amor" se perdió. Por su culpa el rey nos atacó— Naruto apretó sus puños con rabia, pero Sakura tocó su hombro.

—Es mejor sacarlo de aquí. Después buscaremos una solución— aconsejó.

Naruto dedicó una mirada de odio a varios hombres que retrocedieron un paso por temor, y entonces vió a Sarada. La niña estaba llorando desconsolada de la mano de otra mujer, pero pronto Izumi su cuidadora se le acercó. La joven asintió en acuerdo de que la cuidaría, y el príncipe, olvidándose de su estado, cargó a Sasuke sobre sus hombros emitiendo un gruñido y dejó el condado a paso lento.

—Tenemos que buscar algún lugar para que descanse, Naruto. No sobrevivirá dos días a caballo hasta tu casa, y tú tampoco— anunció Sakura después de unas horas.

El rubio observó a Sasuke acostado sobre el corcel, mientras él y su compañera caminaban a su lado.

—¿Qué hago entonces?— preguntó sin aliento, descansando su frente en la del conde.

—Espera aquí. Yo... revisaré la zona. Debe haber alguna cabaña de campesinos o algo— murmuró ansiosa —No tardo— dejó la aljaba que había traído sobre su espalda en el suelo y echó a correr.

Naruto bajó a Sasuke y lo acostó sobre la nieve, su cuello estaba marcado en rojo y ya no sangraba; solo esperaba que Minato no hubiese cortado sus venas. Se sentó a su lado y sujetó su costado adolorido, mientras con la otra mano alcanzaba la de Sasuke y la apretaba.

—Fueron siete malditos años... siete años,— repitió —para que me abandones así ahora. No me importa que estés lejos de mí, soportar no tenerte es duro, pero puedo con eso, puedo resistirlo... Verte morir, en cambio...— negó, dejándose caer a su lado y mirando el cielo gris de invierno, ignorando las lágrimas frías que corrían por sus cienes.

÷•÷•÷•÷•÷

Cuando Sakura regresó al atardecer, Sasuke seguía inconsciente y Naruto estaba dormido sobre la nieve. Lo sacudió temerosa, pero el berserker abrió sus ojos azules y la enfocó.

—Hay una cabaña abandonada detrás de esa colina— señaló hacia el Norte.

Naruto asintió y lentamente se puso de pie. La caminata fué larga y difícil, el camino empinado hacia la cima era casi imposible debido a la nieve, pero llegaron antes de que todo estuviese oscuro. Dejaron al conde en la única cama del lugar, que para su sorpresa estaba polvoriento, pero bien equipado con lo necesario. Sakura encendió la hoguera mientras el príncipe frotaba entre sus dedos las pieles que había encontrado dentro de una cesta grande. Perdido en su pensamiento solo reaccionó cuando su compañera lo tomó del brazo y lo obligó a sentarse.

—Déjame revisar tus heridas— pidió, y lo ayudó a despojarse del jubón y la camisa —Están abiertas...— siseó. El príncipe sacó un puñal de una de sus botas y se lo ofreció —¿Podrás?

—Hazlo...— murmuró, mirando a Sasuke.

Sakura suspiró y puso la hoja del arma al fuego. No tardó para que estuviera al rojo vivo y cauterizó las tres puñaladas que había recibido Naruto en su espalda, solo escuchando siseos y gruñidos bajos por su parte.

Dejó el puñal y acomodó pieles el suelo de tierra para que el rubio pudiese descansar. Cuando lo dejó acostado de un lado, sujetó su mano.

—Tengo que volver a la villa. Con Minato muerto será un desastre todo y me temo que Kushina y Hinata se vean afectadas. Pondré trampas para conejos cerca de aquí, te dejaré marcas en los árboles. Volveré lo más rápido que pueda— anunció —Naruto...— miró a Sasuke y suspiró —si él...

—Estaré bien— bramó ronco, sin mirarla a los ojos.

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