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Sus delicadas manos se apretaban ansiosas en la brida del caballo. Nunca tuvo problemas para atraer a un hombre; todos, al ser la hija del gran guerrero Minato, le rendían pleitesía. Pero Sasuke ni siquiera la miraba y la rabia de estar mendigando por su atención la estaba envenenando.

La caravana había salido antes del amanecer rumbo al templo de los dioses, ella iba a la cabeza de la procesión de más de quince personas, junto al conde. Agradecía que Naruto se había quedado con Sakura a cuidar la retaguardia, pero eso no le hacía su tarea más fácil. Siempre le tuvo rencor; el hijo del primer matrimonio de su padre, quién vivió enajenado en las montañas cuando dieron a su madre por demente, y que reapareció un día para robarse la atención de todos, simplemente por ser berserker. Brillaba con fulgor y las personas lo seguían ciegamente, sobre todo en el campo de batalla, pero ella era solo un objeto que Minato usaría en conveniencia. Ni convirtiéndose en princesa había alcanzado el estatus que deseaba. Karin no quería ser un adorno, y el compromiso con el conde Uchiha le había venido como anillo al dedo. No era viejo, todo lo contrario; un hombre guapo, inteligente, vigoroso. Había corrido con suerte, pero como siempre, su hermano mayor la opacaba con su luz de elegido por Thor, manteniéndola en la sombra.

Sasuke cabalgaba en silencio, cubierto por una capa espesa y negra; su perfil lucía serio, frío, inalcanzable... Ella guió a su montura más cerca y de nuevo le sonrió.

—Es primera vez que voy a Uppsala— mencionó, no recibiendo respuesta —Dicen que se puede sentir la presencia de los dioses allí, y que a veces te llegan visiones— Sasuke solo le dedicó una fugaz mirada —¿Es cierto?

—No sabría decir, nunca me ha pasado— raspó, volteado de repente para ver si todo estaba en orden y regresando a su postura.

—Me encantaría que me eligieran, sobre todo Freya— mencionó —Quizas podamos llamarla con una noche apasionada— murmuró coqueta —Lo dejaría compartir mi tienda.

Otra vez ni una sola respuesta, pero esa expresión que parecía estar tallada en el rostro de Sasuke, cambió cuando Naruto pasó a su lado y los adelantó a trote hasta quedar frente a ellos por unos metros. Hizo a su corcel dar dos vueltas mientras miraba el conde a los ojos y luego de una risita burlona, golpeó los costados del caballo con sus talones y éste comenzó a correr. Karin vió con ojos furiosos como Sasuke resopló una risita y luego lo siguió, dejándola con la palabra en la boca.

Ambos competían, aprovechando que el paisaje consistía en una larga planicie cubierta de pasto esmeralda y mojado por el rocío del amanecer. Con los rayos del Sol en su piel, las tres marcas en el pecho de Naruto resaltaban demasiado, sobre todo porque el rubio, para que no rozara nada sobre la herida, había optado por mantener su torso desnudo, solo cubriendo sus hombros con una piel de lobo blanco. Cabalgaban empeñados en ver qué animal era más rápido, pero las miradas cómplices y risueñas no faltaban.

Dos poderosos hombres sobre caballos fuertes, parecían los dueños de la tierra; confiados, ágiles... Con cada galope demostraban su dominio y capacidad, sintiéndose libres con la brisa fría en sus rostros, al menos por un momento.

Cuando se detuvieron, ya estaban lo suficientemente lejos como para que nadie los viera, y entonces Naruto rodeó lentamente el caballo del conde y se detuvo justo a su lado, lo más cerca que los animales le permitieron. Divertido, alargó la mano y sujetó una prenda que Sasuke antes no llevaba.

—¿Ésto...?— preguntó, observando el collar con las tres garras del oso que había matado, luego alzó la vista.

—¿No fué mi regalo?— Naruto negó con una sonrisa y después tiró de la cuerda para besarlo.

Sus labios se sintieron fríos y secos debido al clima, pero el acto, ese, y cada acercamiento que había tenido desde hacía dos días, le estaban llegando a lo más hondo de su ser. Decidieron no hablar sobre lo que iba a suceder en cuanto regresaran de Uppsala, solo se dejarían llevar, aprovechando el refugio que les darían los dioses.

—Si quieres llevar puesto lo que me hirió, pues hazlo; pero tú llegaste más profundo que esas malditas garras— confesó, colocando la mano sobre su herida.

—¿Qué ocurre? ¿De repente te convertiste en un escaldo¹?— preguntó, tratando de ocultar el sonrojo que le habían provocado sus palabras. Naruto rió y luego controló a su caballo cuando éste intentó alejarse.

—O en un tonto,— murmuró, de nuevo cerca de sus labios —pero debo ser el débil en alguna cosa ¿No?— se burló con sarcasmo, haciéndolo gruñir.

Con pose altiva soltó una carcajada al ver su expresión y luego comenzó un galope de regreso hacia la caravana, con el conde siguiéndolo de cerca.

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¿Acaso olía a estiércol? ¿Cómo iba a llamar la atención del Sasuke, si éste no hacía más que estar al lado de Naruto?

Al atardecer acamparon en un claro del bosque que ahora atravesaban. Habían hecho varias fogatas y no se tomaron el trabajo de armar tiendas, simplemente acomodaron las lonas de piel sobre el suelo, cerca del fuego. Entre cuentos y anécdotas misteriosas pasaron la velada, pero la princesa no estaba para nada de humor, viendo a su futuro esposo conversar animado con Naruto, ambos bebiendo juntos como si hubiesen sido amigos toda la vida.

—Esa cara tan bonita, pero tan amargada...— escuchó a su espalda y luego vió con desdén como se acercó uno de los hombres del conde. Aquel peliblanco y de dientes raros que había estúpidamente retado a Sakura.

—Manten tu lugar, imbécil— siseó ofendida.

—Aun no soy tu sirviente para que me hables de esa manera, pelirroja— Suigetsu se tomó el atrevimiento de sentarse a su lado, sobre una roca

—Soy la princesa de Noruega, me debes pleitesía, recuerda eso y conservarás tu fea cabeza— él se encogió de hombros.

—No veo a tu hermano interesado en defenderte— señaló a Naruto con la barbilla —Mas bien parece como si quisiera sacarte del medio.

—¿Qué quieres decir?— preguntó, intentando indagar en qué tanto sabía el sujeto a su lado.

—¡Sasuke, riendo...?— te confieso que es lo más raro que he visto —No me gusta que ese príncipe esté a su alrededor, tiene una reputación que mantener ¿Sabes? Si los del pueblo se enteran de que tiene algo con un hombre del clan Uzumaki, y sobre todo que le es sumiso, no solo le quitarían el condado, sinó que lo apalearían hasta la muerte.

—¿Tú... cómo sabes?— murmuró nerviosa.

—Yo lo sé todo— dijo con simplicidad y una pose sobrada —Como esa noche que lo esperaste desnuda en la cama y él no llegó ¿Adivina con quién estaba follando?— Karin gruñó rabiosa.

—¡¿Me estabas espiando?!

—No te lo tomes a mal— rió burlón —Tengo una posición privilegiada; si Sasuke cae, yo, como su hombre de confianza, también lo haré. A ninguno de los dos nos conviene que ésto se sepa. Así que...— se acercó un poco —usa ese cuerpo delicioso para convencerlo— susurró, pero luego giró al escuchar una carcajada del conde —Aunque creo que te será bastante difícil.





Escaldo¹: trovador o poeta vikingo.

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