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Con la espalda y el cabello llenos de barro, Sasuke miraba desde el suelo la imponente figura de Naruto, quién tenía una media sonrisa ladina en su rostro. Pero si el rubio creía que se daría por vencido tan fácilmente, estaba muy equivocado...

De un rápido movimiento de pies le hizo perder el equilibrio y caer sentado en el fango. Sasuke se levantó y volvió a ocupar la posición de ataque, esperando a que el príncipe se incorporara.

—¡Ashh, rayos...!— se quejó éste y luego rió —No será tan fácil ¿Verdad?— preguntó, pero el conde solo se encogió de hombros.

Ambos comenzaron a caminar en círculos lentamente, sin quitarse la vista de arriba, hasta que Sasuke atacó con sus puños, obligándolo a cubrir su rostro con los antebrazos. Los golpes eran fuertes y rápidos, pero Naruto tenía una gran resistencia, y en cuanto el conde se detuvo, fué él el que atacó, pegando en su hombro y haciéndolo retroceder. Sasuke se quejó del dolor, pero después de una rotación de su brazo siguió con la pelea.

Los espectadores estaban impresionados, la demostración de poder que ante ellos se llevaba era demencial, y ni siquiera tenían armas. Ambos iban muy parejos, y a pesar de que al inicio a Naruto le fué fácil derribar a su contrincante, ahora le estaba costando encontrar un punto débil. Pronto la llovizna del cambio de estación cayó, haciendo el suelo aún más resbaloso y difícil. Todos fueron a refugiarse bajo techo, pero no ellos...

Disfrutaban del encuentro, de la apuesta que estaban llevando en secreto, de las miradas intensas y sonrisas cómplices. Estaban en su propio mundo. Sus cuerpos sucios y mojados soltaban pequeñas gotas de agua con cada golpe o giro, e incluso el lodo había manchado ya sus rostros, dándoles un aspecto animalístico, salvaje... Cómo verdaderos hijos del trueno, cuando la adrenalina llenaba sus cuerpos, sus músculos se hacían más grandes y unos colmillos afilados comenzaban a notarse en ambos, cada vez que sonreían.

—¡Maldición, que duro eres!— bramó Naruto, ya con su aliento agitado. Sasuke se limpió la mejilla con el antebrazo, manchándola más aún.

—Puedo decir lo mismo— halagó, también exhausto —Ríndete ya...— el príncipe soltó una carcajada.

—Nunca me rindo, conde. Siempre obtengo lo que quiero.

Otro fuerte choque entre sus cuerpos, los hizo resbalar a ambos y caer de rodillas, pero ni aún así cedieron. Naruto, aprovechando ser un poco más alto, presionó hacia abajo e hizo a Sasuke caer de espaldas. El conde luchó, intentando golpearlo con sus pies, pero en uno de esos movimientos su contrincante aprovechó para girarlo y dejarlo con la mejilla pegada al lodo. Naruto lo inmovilizó con todo su peso, y agarrando fuerte sus muñecas, se acercó a su oído.

—Ya te tengo...— bramó ronco.

Sasuke intentó deshacer su agarre, pero fué en vano, entonces no tuvo más remedio que relajarse y resoplar una risita, derrotado.

—Ganaste...— reconoció y luego suspiró cuando Naruto lo dejó ponerse de pie.

Los aplausos y gritos de las personas los sacaron de su mundo, y entonces cayeron en cuenta del aspecto que tenían. De pies a cabeza estaban llenos de barro y la llovizna solo había ayudado a empeorar las cosas.

—No arruinaré mi bañera— dijo el conde y comenzó a caminar en dirección a la salida de la muralla.

—¿Oye, a dónde vas?— preguntó Naruto.

—Al río— anunció —¿No vienes?— el rubio ocultó su entusiasmo y buscó a Sakura, quién negó disimuladamente.

—Ya voy...— respondió, aún mirando a su compañera y colocando una expresión de "no me puedo negar".

Sin prestarle atención a su ceño fruncido, el príncipe siguió a Sasuke y pronto los dos ya se habían alejado unos metros del poblado.

—Debo admitir que has sido mi oponente más difícil— dijo —No te sientas mal por perder.

—¿Perder?— preguntó el conde, mirándolo con ojos altaneros —Me pusiste un desafío que no pude superar, pero yo no te he puesto el mío.

—¡Eso es trampa!— acusó.

—Se llama igualdad— Naruto gruñó ante sus palabras.

—De acuerdo... pon tu maldito desafío— resopló.

—A dos kilómetros colina arriba hay una cascada, quién llegué primero, será el ganador. Si lo hago yo, estamos empatados, si lo haces tú... pues podrás hacer lo quieras ésta noche— el rubio no pudo evitar sonreír ante la expectativa.

—Me gusta, me gusta...— confesó en voz baja y con entusiasmo —¿Desde donde empezamos a...? ¡¡Oyee!!— gritó, cuando vió a Sasuke salir corriendo a toda velocidad.

Con un gruñido fué tras él, y pronto se internaron en el bosque. Corrían a dos metros uno del otro, con la llovizna convirtiéndose en aguacero y los árboles pasando a su lado. Las pisadas de sus botas aplastaban la hojarasca mojada, aún más cuando saltaban para esquivar los troncos, piedras y ramas caídas. Con la emoción y la excitación del momento, las risas de ambos resonaron mientras se perseguían en ese juego de dominio que habían creado. Sasuke sin duda era rápido, y el conocer la zona le daba mucha ventaja, así que adelantó al príncipe por varios metros sin problemas.

Naruto, ya maldiciendo su suerte, vió sorprendido como, después de correr una larga distancia, Sasuke saltó al borde de un risco. Al llegar, notó que era la cascada, el Uchiha había caído en el pequeño lago unos metros más abajo y lo miraba vencedor. Negando resignado, dió cinco pasos atrás para tomar impulso y saltar también.

Se hundió en el agua helada y luego salió con una gran exhalación y sacudiendo su cabello rubio para quitarse el lodo.

—Empatados entonces— recordó Sasuke, haciéndolo rodar los ojos.

El conde se hundió unos segundos y luego salió con sus botas en la mano, se acercó lentamente a una de las orillas y las arrojó afuera; luego hizo lo mismo con su pantalón, quedando desnudo. Naruto sin quitarle la vista de encima, repitió sus pasos y luego se acercó, atrapando su cintura con los brazos y juntando sus cuerpos.

—Si me sigues tentando, te tomaré a la fuerza— advirtió y luego jadeó al sentir la mano de Sasuke sujetar su miembro semi-erecto.

—¿Quién está tentando a quién?— preguntó el conde y tomó sus labios, justo cuando las gotas de lluvia aumentaron, picando como agujas sobre la piel de sus hombros —Ven...

Guió a Naruto hasta la cascada y la atravesó; cuando el príncipe hizo lo mismo, vió una pequeña gruta de menos de cinco metros de profundidad, en la que el agua apenas le daba por las rodillas. Sasuke se volteó, sentado en la piedra, y tiró de su mano. Ambos buscaron sus bocas con desespero y el frío abandonó sus cuerpos al ir aumentando la excitación. Pero esa lascivia, esa lujuria, quedó un momento descartada cuando tras separarse en busca de aire, ambos se quedaron mirando a los ojos.

Aún en la húmeda cueva y con el sonido estridente de la cascada, un trueno hizo vibrar la tierra, sobresaltándolos y haciéndolos salir de su trance. Naruto, quién se había quedado observando la cascada, giró su rostro al sentir la mano de Sasuke en su mejilla.

—¿No vas a hacerlo?— preguntó éste, haciéndolo fruncir el ceño.

—Me dijiste que...— comenzó, pero al volver a mirar sus ojos negros, las palabras se fueron de su mente.

GUERREROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora