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El cepillo de hebras duras se deslizaba por la crin de su caballo. La acción relajante lo enajenaba y le permitía pensar con más claridad. Había cedido a pasar el invierno en el condado Uchiha, pero ver a Sasuke y no poder poseerlo se sentía como darle gotas de agua a alguien que se muere de sed.

Acarició el morro del animal cuando éste relinchó, y entonces se percató de que lo estaban observando desde afuera del establo techado. Sonrió divertido y la niña se atrevió a entrar. Naruto no detuvo su hacer, permitiendo que Sarada tomara confianza y se acercara.

—¿Cómo se llama tu caballo?— preguntó con voz aguda y dulce.

—Caballo— respondió el príncipe.

—Su nombre...

—Se llama "Caballo"— repitió, observándola soltar una carcajada desde su enorme altura.

—Que feo— exclamó —¿Por qué no le pones uno mejor?

—Mmh, no soy bueno para eso— confesó —¿Qué tal si le buscas uno?

Sarada puso las manitas a la espalda y se meció en sus talones, pensativa.

—Balder (Príncipe, en nórdico antiguo),— respondió —como tú.

—Me gusta— exclamó con entusiasmo.

—Puedes hacerle trenzas y se verá más bonito— señaló después.

—Que vergüenza, estoy quedando como un inútil ante la hija del conde,— murmuró en tono fingido —tampoco sé tejer cabello.

—¡Yo si sé!— dió un brinquito —Izumi me enseñó.

—¿Podrías hacerlo entonces?— preguntó, ocultando la risa.

—¡Sí, sí...!— brincó otra vez y levantó las manos, Naruto colocó las suyas en su cintura y la elevó sin esfuerzo para sentarla en la grupa. Con una expresión de felicidad, Sarada tomó un mechón negro de la crin y empezó a tejerlo con algo de torpeza.

—Para tener cinco años lo haces muy bien.

—Tengo seis— corrigió y soltó la trenza para enseñarle los dedos, teniendo que empezar nuevamente desde el inicio.

—Y sabes contar— observó sorprendido.

—Papá me enseñó, y también las runas... no me las sé todas, pero pronto lo haré— dijo con orgullo y Naruto, mientras acariciaba al caballo para que se quedara tranquilo, se quedó observando sus manitas moverse.

—¿Qué más te enseñó tu papá?— preguntó.

—Donde viven los animales, y puedo seguir las huellas de un conejo. También corro muy veloz, así que pronto podré ir a cazar con él. Quiero un arco.

—Aún eres muy pequeña.

—Lo sé, pero crezco rápido— sonrió —Soy más grande que todos los niños de mi edad en la villa.

—Eso es bueno— concedió con una mirada suspicaz —¿Y más fuerte?

—También, por eso papá dice que debo tener cuidado con mi hermana, y mamá no me deja jugar con ella— Naruto frunció el ceño ante el comentario —Pero está bien...— murmuró bajo.

—¿Alistándote para marchar?— la voz de Karin lo hizo girar, su hermana se acercaba nuevamente con la pequeña pelirroja sujetándo sus faldas. No se parecía en nada a Sarada.

—Me quedaré hasta que pase el invierno— anunció sin emoción y ella hizo una mueca.

—No tienen vergüenza— rechistó —Después de tantos años y siguen...— se detuvo al ver a Sarada atenta a la conversación —Vete para la casa— ordenó severa. La niña asintió y sin darle tiempo a que Naruto la bajara, se dejó caer por un costado del caballo, perdiendo el equilibrio y tropezando con la otra pequeña, tumbándola de espaldas. Karin la agarró por el brazo y la arrojó con brusquedad, muy cerca de las patas del animal —¡Fíjate en lo que haces!

Naruto con rapidez tomó a Sarada en brazos antes que el corcel comenzara a dar coces.

—¡¿Estás loca?!— le gruñó a Karin enojado, y la dejó bajar cuando la pequeña se sacudió en sus brazos, viéndola correr y alejarse —No me agrada tu madre, pero nunca la ví ser cruel contigo— señaló.

—No te metas en lo que no te incumbe. Tan inocente... esa niña no es mi hija— siseó.

—¡¿Pero qué dices?!— bramó indignado.

—Eres patético, incluso yo pude notar el dolor en tus ojos cada vez que lo miras, pero Sasuke no es el hombre que crees. Me engañó a mí, y te engañó a tí. Se marchó un día y regresó a los pocos meses con esa criatura en brazos ¿Quién sabe quién será la madre?— exclamó despectiva y luego rió al ver la expresión de confusión en el rostro de Naruto —Si no me crees, pregúntale. A lo mejor a tí, "su gran amor", te dice la verdad— aconsejó y se fué.

El príncipe se quedó un rato en silencio, procesando las palabras que Karin había acabado de decir. Sarada no era hija de ella, pero su parecido con Sasuke era innegable. No tenía como justificarlo, algo que quitara la supuesta mentira del conde. Si la pequeña tenía seis años, fué concebida no muy distante del tiempo en el que estuvieron juntos.

Gruñó entre dientes ante la comprensión y furioso dejó el establo. Alguna explicación tenía que darle, porque no podía ser tan hipócrita.

Encontró al conde cerca de la muralla de madera, supervisando la reparación de una de las atalayas. Cuando lo vió llegar, sonrió un poco, pero la expresión de Naruto hizo desaparecer el gesto en un segundo.

Muy cerca, se detuvo y lo encaró.

—Sarada no es hija de Karin— siseó y él abrió enorme sus ojos negros —¡Dime la verdad!— exigió.

—No...— murmuró.

—Pero sí es tuya ¿No?— inquirió y Sasuke asintió una sola vez —¿Quién es la madre? Porque te dejé por tu bien y el de tu gente, y de igual manera engañas a tu esposa con otra y la preñas...— acusó —No te dolió tanto ¿Verdad?— dijo con voz rota.

—Estás equivocado— gruñó bajo.

—¡Entonces explícame!

—Sarada no tiene madre... ella...

—¡¡Espías!!— gritó un guerrero, haciendo sonar la alarma en el condado —¡Espías en las montañas!— repitió y los dos berserkers, en contra de su voluntad, fueron obligados a cortar su conversación.

Sasuke interceptó al hombre, para pedirle una explicación.

—Los groenlandeses, en el bosque...— jadeó.

—¡¿Cómo carajos llegaron aquí?!— gruñó el conde.

—Debieron bordear la costa, dudo que hayan podido atravesar todo el país— exclamó Naruto —No serán muchos, tal vez solo un grupo de búsqueda.

—¡Suigetsu!— gritó Sasuke —Reúne a veinte hombres...— ordenó cuando lo vió acercarse. Tras su segundo asentir, se volteó nuevamente hacia Naruto.

—Ésto no ha terminado— raspó el príncipe antes de alejarse en busca de sus hachas.

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