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La piel de la esclava era demasiado blanca, demasiado limpia; en su cuerpo apenas había marcas de la vida de trabajos que supuestamente tenía. Eso, y los gestos de su manos, eran pistas de que llevaba poco tiempo capturada.

Sakura la había cargado y llevado a la cama con facilidad, la diferencia de tamaño y peso era significativa. Se colocó de rodillas entre sus piernas y luego se inclinó hacia adelante, apoyando su cuerpo en una mano, mientras con la otra recorría las curvar de Hinata con las puntas de los dedos.

—¿De dónde eres?— preguntó, tomando un mechón de cabello negro y dejándolo deslizar entre sus dedos.

—Eso no es importante, solo soy una esclava— murmuró, volteando el rostro a un lado para huir de su escrutinio.

—Puedo averiguarlo fácilmente— sonrió Sakura, sujetándo su barbilla y obligándola a mirarla. Luego presionó su labio inferior con el pulgar y dejó un beso suave sobre ellos.

La esclava solo entrecerró los ojos, entregada totalmente. Sakura sonrió resignada a su silencio y buscó más contacto de sus labios. Pronto la excitación las llenó, y Hinata sintió algo duro presionar contra su sexo cuando la berserker movió las caderas. Jadeó sorprendida al Sakura enderezarse y quedar nuevamente de rodillas.

La hija del trueno llevó su mano a un miembro erecto y latente que había emergido de su vagina. Aunque más estrecho y curvo, era un pene en toda regla.

—No te asustes— sonrió, acostumbrada a las reacciones de sus parejas de nocturnas —Se sentirá muy bien cuando lo tengas dentro.

—No estoy... asustada— murmuró con las mejillas muy rojas —Eres hermosa... y fuerte, como una Valkiria— halagó y después gimió al sentir los dedos de Sakura en su interior, lubricándola con su propia humedad.

—Que tierna...— concedió, colocando la erección en su entrepierna y luego empujando hasta penetrarla por completo.

Hinata arqueó su columna, la forma de ese pene se acoplaba perfecto, tocando directamente sobre un punto en su interior que le hizo temblar las piernas.

—¡Ahh...!— jadeó ante otra embestida y sintió el peso del cuerpo de la berserker nuevamente sobre suyo. Sakura buscó sus labios y jugueteó con ellos, mientras la montaba de manera lenta y sinuosa, con una danza de caderas.

—Así...— bramó en su oído —¿Te gusta...?— Hinata asintió, borracha de placer e incapaz de decir palabras —Se siente tan apretado tu coño...

Pasó un brazo por debajo de su cintura y la levantó para girar y colocarla encima. Con las manos recorrió su vientre y pechos, deteniéndose en éstos y masajeando a gusto. Pelliscó ambos pezones logrando que gimiera en voz alta, tras ésto sostuvo sus caderas y la instó al movimiento.

—Móntame esclava— ordenó —Haz que me corra.

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—¡Oye, despierta!— gruñó la berserker, dando una patada con su bota en el borde de la cama que Naruto había ocupado. El rubio, después de su encuentro clandestino, había regresado a beber hasta casi el alba.

Balbuceó algo incoherente y luego abrió lento los ojos, viendo la cabellera rosa de su compañera.

—Sakura... tú no me respetas para nada— se quejó amargamente, sosteniendo su cien ante la resaca.

—¿Cómo voy a respetarte, si nos criamos juntos?— rió ella y le dió dos palmadas en el pecho desnudo —Levanta tu trasero ¿Qué pensará el conde de tí, cuando ya es mitad del día y no has despertado?

Naruto rió estúpidamente, recordando su apuesta la noche anterior. Levantó los brazos y colocó las manos debajo de su cabeza.

—Estoy seguro de que le agrado— mencionó con diversión y Sakura estrechó la mirada.

—¿Qué hiciste?— inquirió en voz baja y acusadora.

—¿Yo...? Nada— respondió.

—Te conozco demasiado bien, Naruto— lo siguió con la vista cuando se levantó a tomar una túnica de sus aljabas.

—Tengo hambre— rechistó.

—¡Sabía!— gruñó, dándole un golpe en la espalda —¡Estúpido, si tu padre se entera!

—No lo pude evitar...

—¿Pero el pretendiente de tu hermana...?

—Media hermana— corrigió y Sakura frunció el ceño.

—No hace diferencia.

—Ashh... no hagas un asado de un solo pollo. Cuando nos vayamos será como si nada hubiese pasado.

—Sasuke no es otro de tus trofeos, tonto, se convertirá en tu familia— señaló —¿Crees que no lo verás nunca más?

El rubio solo se encogió de hombros y dejó el lugar después de vestirse.

A la luz del día se dedicaron a pasear por el mercado del condado, viendo los comercios y aprovechando para evaluar la calidad de los herreros y artesanos del condado Uchiha. Aún con una manzana en la boca, Naruto llegó hasta la plaza dónde entrenaban los guerreros, que quedaba frente al edificio central. Sobre el rellano estaba Sasuke, apoyando su peso en una columna, y a su lado, Karin, con un vestido rojo muy llamativo.

—Conde...— saludó con naturalidad.

—Príncipe Naruto— respondió éste —Veo que disfrutó mucho de la celebración.

—Puedo decir que sí, y espero que se repita— mencionó con una media sonrisa.

—Siempre caes en los excesos— se quejó su hermana —Mira la hora a la que apareces.

—¿Acaso un hombre no tiene derecho a beber?— preguntó sarcástico Naruto y luego le dió la espalda, para prestar atención a las luchas.

No pasó mucho hasta que el entusiasmo de los hombres se le contagió, y terminó acercándose al círculo. Dentro de éste, sobre el lodo resbaloso, los guerreros y algunas mujeres fuertes tenían enfrentamiento cuero a cuerpo. Cuando comenzó a despojarse de su túnica, Sakura a su lado rodó los ojos.

—Ahí vas...— resopló divertida.

Naruto, solo vistiendo su pantalón como los demás que entrenaban, se paró en un extremo del círculo esperando contrincante. Todos los hombres dieron un paso atrás, el cuerpo del berserker era realmente enorme y musculoso, intimidando hasta los pocos hijos del trueno en la plaza.

—Vamos, pueden atacarme en grupo si quieren...— ofreció confiado, y pronto tenía a un montón de sujetos tirados en el barro, cuando él no había sudado a penas.

—¡Qué vergüenza!— se quejó Sasuke, reprendiendo a sus guerreros.

—Da la cara por tus hombres, conde. Veamos quién de los dos domina al otro en la lucha— retó Naruto, éste se relamió los labios con ansiedad y divertido por el doble significado de sus palabras.

Mirándolo a los ojos, comenzó a despojarse de su ropa, quedando con su torso desnudo y mostrando igual número de tatuajes y una musculatura poderosa. Naruto no se midió en recorrer su cuerpo con la vista, e incluso acomodó su miembro dentro de sus pantalones antes de ponerse en posición de inicio; inclinado hacia adelante y con los brazos en guardia.

A una señal, ambos se lanzaron a la lucha y sus cuerpos enormes chocaron. Hombro con hombro, intentaron empujar al otro, mientras sostenían fuerte sus manos en forma de garras. Sus botas resbalaban en el barro, pero ninguno cedía un centímetro.

—¿Te contienes?— preguntó Sasuke con voz incrédula y muy ronca, solo para que él lo escuchara.

—Doy un buen espectáculo— respondió Naruto.

—No lo hagas... me ofendes— gruñó enojado.

—Oh... lo siento— dijo con falsedad y de un rápido movimiento, bajó y lo tomó de la cintura, levantando todo su peso y arrojándolo de espaldas al barro, para luego mirarlo desde arriba con una sonrisa victoriosa.

GUERREROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora