|||[Capítulo 18]|||

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"En el juego de la venganza todos pueden ganar, todos pueden perder".

Narra Deborah:

Mis pies descalzos ardían de tanto dolor.

La ropa de enfermos de aquel maldito hospital estaba sucia y rota.

Mi cabello caía sobre mis hombros, estaba desordenado.

El bosque parecía no tener fin.

Árboles, árboles y más árboles.

De vez en cuando sentía que me observaban incluso los veía mientras caminaba por el silencioso lugar.

Las sombras detrás de los arboles. Sus ojos eran rojos y sus cuerpos eran oscuros y se mezclaban con la noche.

Eran ellos...

Todas las personas a las que había asesinado.

Me perseguían, siempre me observaban desde la oscuridad pero hace años aprendí que antes de temer a espíritus debemos temer a humanos.

Los espíritus viven en las sombras, los humanos a nuestro lado, los espíritus no fingen, ellos son malvados, los humanos fingen y se hacen pasar por ovejas cuando son lobos.

No me arrepiento de nada.

Ni siquiera de haber quemado vivos a todos esos médicos y secuestradores en el hospital.

Flashback:

-Que no me tengas internada contra mi voluntad no te hace mejor que ellos.-Le dije al joven que custodiaba la puerta ese día.

Ya había atado unos cuantos cabos y definitivamente no estaba allí por haber pasado cinco años en coma o por lo menos no solo por eso.

¿Por qué nadie de la familia me había venido a ver?

¿Por qué hombres armados se rotaban para custodiar la puerta y que no escapara?

Las cosas aquí no coincidían con lo que los médicos me decían.

Que solo debía descansar luego de tanto tiempo en coma.

Siempre me aplicaban inyecciones que lejos de calmarme solo me alteraban y me hacían ver alucinaciones.

Esta gente quería verme sufrir y solo este chico podría ayudarme.

Aunque llevaba mascara como todos los hombres que custodiaban la puerta este parecía ser el más joven.

A través de esa mascara se podían reflejar unos ojos azules que no disfrutaban de verme allí, amarrada a una cama y muchas veces drogada con las inyecciones.

-Lo sé.-Se limito a decir apartando la mirada de mí.

Era el. El era sensible, joven. Si le hacia un teatro de mujer secuestrada me dejaría ir y creo que todos sabemos que el teatro sí que se me da bien.

-Que no disfrutes lo que me sucede no te hace mejor que ellos. Tu eres igual que los malditos esos armados que me tienen aquí contra mi voluntad, eres como esos médicos que me drogan y me hacen sufrir.-Dije mientras las falsas lágrimas salían de mis ojos.

El no aguanto más y se acerco a mí rápidamente. Se agacho frente a mí ya que yo yacía acostada en la cama y esposada a las barandas de esta.

-Créeme que quisiera ayudarte pero no puedo, huir de aquí es imposible. Moriríamos ambos.-
-Dijo quitándose la máscara.

Como sospechaba el chico era joven, tendría unos diecisiete años, su cabello era rubio y tenía un rostro de niño angelical. Tan angelical que me daban ganas de ahorcarlo, de ver su rostro pálido pedir auxilio, de ver sus ojos abiertos como platos mientras moría.

Nuevo Amanecer[COMPLETA]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora