×°Capítulo 26•×

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…El miedo verdadero no es por "qué" sino por "quien"...

Una sonrisa genuina.

Unos ojos marrones sinceros.

Unos ojos que no ocultaban nada, que no poseían maldad.

Un corazón puro.

Y unas manos limpias de sangre.

Ese era Cristian.

Asfixiado.

Eso me habían dicho los oficiales que estaban en casa cuando llegue.

Alguien lo había asfixiado.

Alguien que yo conocía muy bien.

Solo podía ser Deborah Macondo.

Los recuerdos de Cristian llenaban mi mente y parecían no cesar, uno tras otro.

—¡DESPERTO!—Su expresión el día que desperté.

Su sonrisa cuando salí del hospital y me llevo a su casa.

Me asegurare de que muestres quien es esa familia y de que continúes siendo una buena persona, que continúes siendo quien eres.

Sus palabras.

Sus gestos.

El me había salvado.

Estuvo allí cuando más lo necesite, cuando nadie estuvo para mí, cuando casi muero, él fue quien estuvo allí.

Me brindo su casa.

Su compañía.

Y justo allí, mientras conducía hacia el hospital a donde lo habían llevado me di cuenta:

Cristian era lo único que tenía.

El único amigo.

El único compañero.

El único cómplice.

No me había dado cuenta de cuán importante era él para mí.

Llegue y estacione frente a la entrada del hospital.

Salí corriendo con solo un pensamiento:

Que no haya muerto.

Según los oficiales el estaba inconsciente cuando lo sacaron de casa y apenas respiraba.

Mierda. Cristian, sabes que no puedes hacerme esto.

—Soy familiar de un paciente que llego hace poco. Cristian Wons.—Le informe con desespero a la recepcionista.

—Sí, está en urgencias.—Dijo mirando un listado. —Quédate en la sala de espera.

Entre en la sala y una terrible sensación me invadió.

Todo era blanco, como el hospital donde pase cinco años en coma.

El hospital que me había ayudado pero al cual no quería regresar y menos en las condiciones en que desperté, débil, pálida, demacrada.

Los rostros de las personas que allí esperaban por noticias de sus seres queridos eran horribles, con ojeras, desesperanzadores.

Todos con el corazón en la mano y caras de que si les pasaba algo malo a sus seres queridos matarían a los médicos o se matarían a sí mismos, los rostros del cansancio.

Me senté y pase los minutos más largos de mi vida hasta que un medico salió.

—Cristian Wons…—Ni siquiera lo deje terminar.

Nuevo Amanecer[COMPLETA]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora