Capítulo 2: Intentando

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Narra Itzi

Paolo me llevó a un sitio lleno de gente que parecía de nuestra edad. Los chicos eran guapos, pero nada podía ser comparado con la chica pelirroja que tenía delante. Era guapísima, y además bailaba genial. Miré a Paolo y el me dio una mirada cómplice. Me acerqué a ella y comenzamos a bailar. 

Ella llevaba un vestido verde botella que se le ajustaba perfectamente al cuerpo, unos tacones de aguja que la hacían aún más alta de lo que ya era, su pelo caía con suaves ondas por su espalda, la cuál iba al descubierto, sus ojos azules estaban adornados con un sutil delineado, tenía un pequeño arito en la nariz y los labios pintados de un rosita palo. 

Se movía perfectamente, y cuando me acerqué a ella, empezó a bailar conmigo. Nos fuimos a un lado más escondido y allí me habló.

- ¿Cómo te llamas? -dijo con una voz suave y aterciopelada con un acento un poco francés.

Era mi momento para comenzar desde el principio, sin prejuicios familiares.

- Marlena, Marlena Sayre. ¿Y tú?

- Amelie Maxwel, encantada de conocerte -dijo dándome un beso en la mejilla, obviamente le devolví el beso.

Estuvimos hablando un rato hasta que ella me cortó.

- Me gusta tu voz, pero me gustaría más que estuvieras callada para así poder besarte.

- Puedes besarme, no hay nadie que te lo esté impidiendo. -dije atrevidamente

Entonces ella se acercó a mí, me agarró firmemente de la cintura y empezó a besarme bruscamente. 

La noche fue una pasada, y una cosa que jamás iba a olvidar, eran los suaves labios sabor cereza de la chica pelirroja.

Paolo y yo salimos de allí y cuando por la calle nos alumbró una farola, nos miramos.

- Tienes toda la boca y el cuello llenos de pintalabios rosa. Se ve que no te lo has pasado mal

- Nada mal, y tú, ¿qué tal?

- He visto a la pelinegra peligrosa y después de todo, puede que no me odie tanto.

Paolo llevaba enamorado de la misma chica desde que lo conozco, siempre le ha gustado, pero al parecer, a ella le caía mal. Las únicas conversaciones que han tenido han sido de ese mismo estilo. Eso a él no le hacía nada de bien, pero por más que se lo dijera, no me hacía caso.

Llegué a casa de mi tía cerca de las tres de la mañana, y afortunadamente, puedo decir que recuerdo perfectamente todo lo que pasó aquella noche.

Narra Draco

Me desperté horrible, al parecer, comerse cuatro bollos rellenos de mermelada para cenar no era muy saludable ni muy bueno para tu sistema digestivo. Me vestí y salí a correr por el campito de cerca de mi casa, no se por que quise salir a correr, pero al volver, me encontraba mucho mejor.

Me duché y me vestí de nuevo. Mi padre estaba desaparecido, pero me importaba lo más mínimo. Mi madre bajo al salón, que era donde yo estaba.

- ¿Has salido? -me preguntó extrañada

- Si, resulta que cenar bollos de mermelada no era buena idea. Y además, necesitaba despejarme

- ¿Y?

- Mejor que antes, pero me ha dado hambre, siéntate que te voy a hacer de desayunar.

Hice pan tostado con mantequilla, un café para mi madre y un vaso de leche con cacao para mí. Llevé el desayuno a la mesa y empezamos a desayunar.

- ¿Sabes algo de ella? -me preguntó

- Yo no se nada, ¿y tú?

- Se algo, pero no te diré nada.

- Por favor, mamá

- No puedo decírtelo, necesitas averiguarlo por tí mismo.

- Pero ¿por qué?

- Porque para recuperar a alguien tienes que luchar tú, no los demás.

No conseguí ninguna respuesta de parte de mi madre, así que me retiré con su permiso y le escribí una maldita carta. 

A ella, se la escribí a ella.

Su respuesta me preocupaba mucho, puede que ni me contestase, pero tenía que arriesgarme.

Narra Itzi

Desperté con la espalda fatal, otra vez, me dolía una barbaridad. Me levanté de la cama y me vestí en con una ropa medianamente normal. Había pasado ya una semana desde que llegué y me fui a una fiesta con Paolito. Me encontré a Amelie al día siguiente comprando pan en una tienda. Ahora tenemos una amistad un poco extraña, es totalmente sana, pero es extraña.

Bajé al salón y mi tía me recibió dándome órdenes de ir a comprar pan. Subí a mi cuarto otra vez y me volví a cambiar de ropa, esta vez me puse una camiseta larga y unos pantalones cortos.

Salí a la calle con el dinero en el bolsillo y anduve hasta llegar a la tienda.

Cogí el pan y me di cuenta de que no había comido nada desde ayer por la tarde, ya que me quedé dormida por la tarde y no me he despertado hasta ahora, y decidí que al salir me compraría un helado en la heladería de fuera. 

Me puse en la cola para pagar y de cajera estaba la señorita Amelie Maxwel.

- Buenos días, bienvenida al mejor supermercado de Italia, vaya depositando los productos en la cinta, por favor. -dijo ella desganada y mirando una cosa en la caja.

- Buenos días, creo que encontrarnos cada vez que vengo ya no es una coincidencia

Cuando me escuchó, levantó la cabeza y sonrió. 

- Verte por la mañana si que hace que mis días mejoren -habló aún sonriendo.

Pasó todo por la caja y pagué.

- Espero que podamos vernos en otro lado y que no estés comprando en ese momento. -terminó de hablar ella mientras yo salía de la tienda.

En la calle de enfrente, me encontré con mi heladería favorita y entré.

- Bienvenida a la heladería Alberti, donde siempre encontrará lo que busca. ¿Qué quiere? -dijo un chico con muchas pecas enérgicamente

Estaba pensando en qué sabor escoger, hasta que a mi mente llegó un recuerdo de cuando Malfoy y yo pedimos un helado en esta misma heladería. Recordé que sabor pedimos y antes de terminar de pensar, yo ya estaba hablando.

- Un helado de menta y chocolate, por favor -hablé con un hilo de voz.

Volvía a casa, con el pan en una mano y el helado en otra, entré y lo primero que vi fue a mi tía sonriendo.

- ¿Qué te pasa? -le pregunté soltando la bolsa y tirando el vasito del helado, ya vacío, a la papelera.

- Te ha llegado una carta -habló

- ¿De quién?

- De Malfoy



𝐒𝐓𝐀𝐘; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora