Capítulo 29: Donde el corazón es realmente feliz ...

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Narra Draco

La ceremonia había terminado y mi niño llegó corriendo a los brazos de su madre, que lo alzó en brazos y le dio un beso en la cabeza.

Joder, ella me volvía loco y ahora estaba casado con ella, nada podía ir a mejor.

Fuimos al sitio donde sería el convite y allí estuvimos el resto del día.

Bailamos la gran mayoría de las canciones de aquel disco que le regalé en la boda de Theo. Mi niño se quedó dormido enseguida, así que mi madre lo llevó a su casa cuando ella se fue de allí.

Eran ya altas horas de la noche cuando volvimos a bailar. La agarré firmemente de la cintura y sin querer mi vista bajó ahí de nuevo. No podía esperar para estar a solas con ella durante unas semanas.

Theo nos sacó de allí después de que nos cambiáramos e hiciéramos las maletas y nos llevó mediante polvos flu a nuestro destino.

Lo cierto es que cuando llegué a aquella cafetería de Santorini unas lágrimas solté. Era perfecto.

La primera noche nos quedamos a dormir en un hostal pero al siguiente día volvimos a aquel local.

Mi esposa llamó al timbre y aquel hombre salió.

- ¿Tendría usted habitación? -preguntó ella con una sonrisa en la cara

Henry salió de detrás del mostrador y nos miró más de cerca.

- La chica del nombre raro y el niño rubillo, ¿sois vosotros? -dijo sorprendido a punto de soltar alguna lagrimilla.

Nos abrazó a ambos a la vez y con una sonrisa nostálgica nos miró.

- Estáis de suerte, me queda una habitación doble. Y no me vais a pagar por mucho que lo intentéis. La habitación está en el mismo sitio que aquella vez, queridos. Pasárselo bien.

Henry volvió tras el mostrador y nosotros subimos las escaleras casi corriendo. La habitación seguía igual, era bastante grande, tenía dos camas, una mesita de noche, una puerta que daba a un baño y un armario.

Los recuerdos llegaban a mí de manera muy rápida. Y tal y como aquella vez ella se metió en el baño y salió con un vestido puesto.

Esta vez era un vestido un poco más pegado y de color crema. Llevaba unos zapatos con una cuña un poco alta y el pelo suelto.

Salimos del hotel y comenzamos a visitar Santorini tal y como lo habíamos hecho aquella vez.

De nuevo volvimos a aquel bote para ir a la islita.

Pasamos allí la tarde ambos hablando. Aunque pareciera que el tiempo no había pasado ya era casi de noche.

Volvimos en el bote, aunque yo estuve remando todo el camino ya que ella estaba cansada.

Soltamos el bote en la playa y anduvimos hasta llegar al hotel.

Las calles de Santorini eran realmente preciosas cuando anochecía, ya que encendían unas tenues lucecillas amarillentas que le daban un toque mágico a la ciudad.

La agarré de la mano y ella a mí. Estuvimos andando un poco más lento para poder observar bien la ciudad de noche.

Llegamos al sitio donde nos hospedábamos y subimos las escaleras con paciencia. Llegamos a la habitación y abrí la puerta.

Lo único que tenía en mente era que al fin había conseguido ser muy feliz con ella. Habíamos pasado por mucho juntos, de hecho me escapé de mi casi boda con su ayuda.

Entramos a la habitación y encendí unas luces tenues que se parecían a las de la calle.

La miré y ella me dedicó una sonrisa que me gustaba aún más que las normales.

Me acerqué a ella y sin poder evitarlo le di un beso con todas mis ganas, que no eran pocas.

Sus labios chocaban contra los míos mientras dábamos tumbos por la habitación. Últimamente no habíamos tenido mucha privacidad porque Orion no se separaba de ninguno de los dos en ningún momento.

Me separé un poco de ella y con suavidad dejé caer uno de los tirantes de su vestido.

- Parece que se ha caído, tiremos al otro también para que no se sienta discriminado, ¿no? -dije mirándola directamente a los ojos.

Ella sola tiró del tirante hacia abajo. Ahora tenía una visita perfecta de sus hombros.

Entonces se acercó a mí y empezó a desabotonar mi camisa. Yo estaba sin camiseta y ella aún estaba vestida por completo.

- Pongámonos en igualdad de condiciones, Malfoy -dijo ella girándose para que le bajara la cremallera del vestido

Obviamente lo hice cuando fui capaz de alcanzarla.

Su vestido estaba en el suelo y para mi gran suerte no llevaba sujetador. Mi vista se dirigió a sus tetas inmediatamente.

Aún recuerdo como fue la primera vez que lo hicimos, en aquella camilla de la enfermería mientras yo me recuperaba del hechizo de Potter. Aquella vez no puede ver mucho, ya que aunque hubiésemos estado solos en la enfermería era de noche. El resto de veces no esperaba encontrar un cuerpo de revista, esperaba encontrar un cuerpo real, con sus imperfecciones y sus muchas cicatrices y marcas. No era un cuerpo "perfecto", ninguno lo es, pero era suyo y eso era lo mejor de todo.

- Ahora tampoco estamos en igualdad de condiciones - dije yo

Me deshice de mi pantalón y me volví a acercar a ella para besarla. Mis manos recorrían todo su cuerpo mientras que las suyas estaban fijas en mi nuca, tirando suavemente de mi pelo cuando ella quería.

Lo único que se podía escuchar en aquella habitación era nuestras respiraciones entrecortadas. Aunque poco nos importaba, ya que seguimos besándonos.

Terminó de quitarse todo lo que llevaba encima, menos los anillos y el colgante que le regalé aquellas navidades.

Hice que se sentase al borde del colchón de la cama y aunque ella no se lo esperase la volví a besar. Fui besándola por cada sitio que mi boca encontraba a su paso, hasta que terminé arrodillado en el suelo delante suya. La miré desde abajo y ella sonrió con lujuria. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, porque sin ella jamás podría volver a ser yo.

⋆.ೃ࿔*:・

Despertar a su lado casi sin nada que nos tapara era mi actividad favorita en el mundo.

Estaba bocabajo mirándola de lado. Entonces ella se levantó y se tapó con las sábanas.

- No te preocupes, ya he visto todo lo de debajo - dije adormilado mientras sonreía felizmente

Me miró, me sacó la lengua y se fue al baño.

Eso significaba que era mi momento de seguirla.

- Joder, que caliente está el agua -me quejé una vez entré en la ducha

- No te quejes más, rubio -dijo ella para después empaparme con el agua de la ducha

Me intenté secar el agua de la cara con la mano, lo cual obviamente no tuvo ningún resultado. Ella comenzó a reírse al verme y la miré con una seriedad fingida.

- Ahora tendrás que lograr que te perdone -dije bromeando

Ella no se lo tomó tan a broma, ya que me miró, me sonrió y poco a poco fue arrodillándose justo delante mía.

- Espero que después de esto me perdones -habló mirándome mientras sonreía

𝐒𝐓𝐀𝐘; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora