Capítulo 7: Tiempo

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Narra Draco

Habían pasado dos malditos días desde que recibí la maldita carta y lo único que quería hacer era escribirle de vuelta. Lo hice, le escribí, pero nunca llegué a enviárselo. Guardé la carta con mis sentimientos en el primer cajón del mueble de mi cuarto.

Me vestí bien, ya que hoy tenía juicio para declarar lo de hijos de mortífagos y mortífagos en general. 

Salí de mi casa junto con mi madre, ya que mi padre ya estaba allí, y fuimos a la casa de Theo para llevarlo al juicio.

Tardamos en llegar una hora y entramos en la sala a las dos horas de llegar.

Estuvimos en la sala dos asquerosas horas de asquerosas acusaciones pero merecieron la pena, Theo y yo salimos absueltos. En cambio, a mi padre lo condenaron a un año y medio en Azkaban.

Salimos Theo, mi madre y yo de allí y volvimos a mi casa, ya que hoy Theo comería con nosotros.

Al llegar, Theo me agarró del brazo y me llevó a un pasillo por donde los elfos no solían pasar.

- ¿Qué mierda hiciste con mi hermana?

- La cagué, jodí mi vida y de paso la suya.

- Pero, ¿por qué?

- Por mi estúpido padre

- ¿Qué?

- Él decía que tu hermana me hacía mal, cuando era todo lo contrario. Cuando nos capturaron en aquel bosque, aquella misma tarde, él me obligó a dejarla, me amenazó con hacerle daño. Y no pude, no pude con la idea de que tu hermana saliera lastimada y al final la acabé lastimando yo. El otro estúpido.

- ¿Sabes dónde está?

- Le escribí una carta y ella me respondió, una de mis preguntas fue la misma que la tuya y ella me respondió que estaba en Italia, con tu tía.

- No te des por vencido, vuelve a escribirle

- No, no puedo hacerlo, me ha dejado claro que no quiere saber absolutamente nada de mí y respeto su decisión.

- Eres idiota

- Lo se, soy completamente idiota

Hacían ya ocho días del juicio, hoy era mi maldito cumpleaños y no podía celebrarlo con ella. En este momento estaba comiéndome un pedazo de tarta que me había hecho mi madre. Hoy cumplía dieciocho asquerosos años de mi maldita y repugnante existencia. Empecé a llorar mientras me terminaba el trocito de tarta que quedaba en mi plato. Mi madre se acercó a mí y me abrazó por detrás, me dio un beso en el pelo y se marchó a fregar mi maldito plato, aunque yo entre llantos le dijese que ya lo haría yo. 

Salí al patio y seguí llorando, esta vez debajo de un árbol, ese que ella adoraba.

Los días eran complicados, mi padre estaba en Azkaban, yo estaba emocionalmente devastado y mi madre intentaba ayudarme. Mi rutina diaria era despertarme, vestirme, desayunar, salir a correr durante una hora y media, nadar en el lago durante una hora y cuarenta y cinco minutos, ducharme, comer, leer o dormir o llorar o escribirle cartas para guardarlas en mi cajón, merendar algo, nadar otra vez, esta vez durante solo media hora, ducharme otra vez, cenar algo, acostarme a llorar y luego dormía.

Había pasado ya mucho tiempo desde la carta y el juicio. Hoy por la tarde saldría a comprar algo a Hogsmeade. La tarde llegó rápida y salí de mi casa.

Llegué allí y al cabo de media hora la vi, la vi comiéndose un helado con un chico a su lado, parecía feliz, se estaba riendo y seguro que no estaba pensando en mí, en ningún momento.

Dejé que estuviera tranquila, ya que no quería molestarla, y volví a mi casa. Al tiempo, decidí salir a dar una vuelta. Gran error de mi parte.

Justamente cuando estaba saliendo de mi casa, me la encontré pasando por mi puerta. La miré y ella me dedicó una mirada seria. Luego empezamos a llorar, las lágrimas caían de sus hermosos ojos marrones y al ver todo lo que me seguían contando, yo también comencé a llorar. El chico con el que iba la llamó y ella se limpió las lágrimas. Después de eso siguió andando, yo volví a entrar en mi casa y continué llorando.

Un año pasó bastante rápido, tenía diecinueve y casi estaba emocionalmente bien. Mi padre saldría de Azkaban dentro de dos meses y medio.

Theo y Blaise habían fechado para casarse y obviamente me habían invitado. La boda era dentro de un mes. Estaba yo más emocionado que ellos.

No me gustaba admitirlo, pero lo que más me emocionaba de la boda era que compartía mesa con ella.

Narra Itzi

Celebramos mi cumpleaños número diecinueve en un local de alquiler. Cuando ya quedaba muy poca gente, Alex me agarró del brazo y me llevó a la azotea.

Alex y yo teníamos una amistad preciosa, nos complementábamos mucho, y lo mejor es que nos entendíamos mutuamente.

- Quiero decirte algo muy importante -comenzó él hablando

- Dime lo que quieras

- Es que me cuesta mucho decirlo

- Tranquilo

- Es que.... es que..... es que.....

- Tranquilízate y relájate un poco

- Me he dado cuenta de que me gustan los tíos -dijo llorando

- No llores, está bien

- Es que soy gay

- ¿Te cuento algo raro que me da exactamente igual?

- Vale -dijo entre suspiros

- Lo sabe poca gente, pero a mí también me gustan las chicas, me gustan los chicos y las chicas. Y me da exactamente igual lo que piensen de ello. 

- Te quiero demasiado, Marle

- Y yo a tí, Alex, y yo a tí.

𝐒𝐓𝐀𝐘; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora