Capítulo 27 After Party

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- ¿Me ayudas? Laura me dijo que tenía un seguro para evitar accidentes, pero no alcanzo a desabrocharlo- menciona María José con pena frente a Daniela quien ya se había desmaquillado y deshecho el peinado, ahora solo había sujetado su cabello en un chongo mal hecho y se encontraba en ropa interior dentro del cuarto de baño, el vestido estaba colgado en su gancho y las zapatillas estaban debajo de él.

-Claro, acércate aquí- le indica un lugar justo debajo de la luz a lo que la pelinegra accede- perfecto, déjame ver, oh si, ya lo encontré-lo desabrocha y baja el cierre dejando a plena vista la perfecta espalda de su esposa y ese tatuaje que la enloquecía cada vez que tenía la oportunidad de verlo- Por todos los dioses habidos y por haber, eres hermosa Poché- comienza a dejar besos por la columna sobre el tatuaje y sin previo aviso el vestido de Poché cae al suelo quedando solo en unas diminutas braguitas, las manos de Daniela por instinto se mueven de la cadera hacia los pechos de la pelinegra comenzando a masajearlos al tiempo en que le recorre la espalda a besos. Una vez regresa al cuello de la pelinegra esta le pide que cierre los ojos, a lo cual accede de inmediato, se da la vuelta, toma la mano derecha de la castaña y comienza a trazar con sus dedos índice y medio su cicatriz.

-No los abras por favor, solo siéntela, solo acostúmbrate a tocarla para que cuando la veas no salgas horrorizada, yo me moriría si tú me rechazas- al escuchar las palabras emitidas por Poché, Daniela aun con los ojos cerrados acercó a la pelinegra a ella sin perder el contacto con la cicatriz.

-Escúchame bien María José Calle Garzón, tu eres el ser más hermoso del planeta y yo la mujer más afortunada porque te puedo llamar mi esposa, esto- tocando la cicatriz- es el recuerdo de la lucha de tus padres por darte una oportunidad de vida, vida que ahora compartes conmigo y que ni la misma muerte va a poder separarme de ti- Daniela solo siente como Poché la besa con devoción pero poco a poco el beso se va rompiendo- ahora tenemos dos opciones: abro los ojos te veo y te llevo a la cama para hacerte mía o te vistes terminamos de lavarnos el rostro y nos metemos a la cama cual pareja de viejitas, descansamos y ya mañana en la comodidad de nuestro apartamento y sobre todo sin nuestros vecinos de las habitaciones de enfrente le damos rienda suelta a la pasión que sentimos la una por la otra. ¿Qué dices?

-Digo que tengo a la mejor esposa del universo entero- le deposita un casto beso y se aleja de regreso a la habitación- ya puedes abrir los ojos, cuelga mi vestido junto al tuyo por favor- indica desde el walk-in closet donde se colocó su pijama para regresar al cuarto de baño junto a su esposa y entregarle su pijama- toma que si te sigo viendo así me va a dejar de importar mi cicatriz, tus costillas, mi hermana y nuestros padres- la castaña sonríe se coloca el camisón y se despoja de su sostén suspirando en alivio. Después de un rato ambas se encontraban de cara lavada metidas en la cama, abrazadas la una a la otra, comentando los momentos que más disfrutaron de la boda de Johan y Mariana y recordando los momentos de su propia boda que la mente de Daniela había logrado desbloquear hasta que cayeron en los brazos de Morfeo.

El sonido de los aspersores en el jardín mantenía a un Ramón inquieto dentro de la habitación, el hecho de que estuvieran activados implicaba número uno que ya era algo tarde y número dos que Juanita y Antonio ya habían llegado. María José con cuidado de no despertar a Daniela bajó junto a Ramón encontrándose a la cocinera lista para comenzar con sus actividades y a lo lejos se podía ver a Antonio limpiando la zona de juegos de Ramón. La pelinegra saludó, sirvió dos cafés, le dio de comer a Ramón y regresó a su habitación aprovechando que ni su padre, suegro, hermana ni cuñada se habían levantado. Abrió la puerta con cuidado y vio que la castaña seguía dormida por lo que optó por colocar los cafés en la mesa de noche y regresar junto a su esposa, la cual al sentirla de nuevo en la cama se pegó a ella.

-Te fuiste- murmura pegada al pecho de la pelinegra- odio despertar y que no estés abrazándome.

-Ramón estaba inquieto, lo bajé para darle de comer y se quedó en el patio con Antonio- le acaricia los brazos- traje café.

Caprichos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora