44. CONFRONTACIÓN

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El rubio rodeaba los escombros que caían del cielo, mientras una camioneta conducida por un antiguo enemigo; Dabi, llevaba a una mujer a la cual le había informado ya hace años todo el avance de su misión.

Esta era la profecía de Kyoka haciéndose realidad con el bosque en llamas y la tierra abriéndose. 

Cuando Mirio cayo con una barra de metal en su pecho, supo que este seria el final de todo. El final de una historia que comenzó con cazadores y terminara con un Shinigami. Observaba en el cielo a Kota luchando con todas sus fuerzas con los hechizos que aprendió de sus amigos, amigos que perdía poco a poco conforme el cielo era abierto y nubes oscuras entraban al pueblo. Y para ese instante de distracción, la camioneta se abalanzo sobre él si no fuera que el cielo se elevo y el vehículo salio disparado por los aires. 

Lo siguió, ignorando que poco a poco los baches de la carretera se convertían en fosas.

En la puerta del conductor, salio Dabi con el rostro desfigurado y lo tomó de inmediato del cuello, ignorando que su acompañante había muerto. 

—¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡¿A caso no causaron suficientes problemas?! —le dio una golpiza en la nariz. 

—Mi hermano lograra tomar el control del Inframundo. No. De todo el reino espiritual —se aferra al brazo del rubio que lo sostiene del cuello—.  ¡Lo que nunca pudieron lograr los cazadores, fue tomar el control del mundo entero para exterminar a las escorias! Si un humano no puede, entonces el mismo señor del infierno debe hacerlo. 

Bakugo, harto de todas sus estupideces lo siguió golpeando mientras el Shinigami se sentía satisfecho de su misión. 

Se detiene.

—Todos ustedes, solo empeoran el mundo.

—Lo curamos del mal.

El hombre desaparece en una nube que asciende a donde se encontraba Tomura, rodeando al dios de la muerte que se defendía de Kota hasta dejarlo inmóvil en el suelo. 

El rubio fue de inmediato a donde cayo su compañero, con todo en su contra. El cielo no solo rodeaba el cielo de rojo, si no, se expandía a todos los horizontes haciendo ver que eran tan insignificantes que era imposible llegar a ganar esta vez.

De los escombros saca a Kota malherido, con los brazos llenos de cortadas y la nariz sangrando. Eran ellos dos en medio de edificios derrumbándose, un supermercado elevándose al cielo para despedazarse por el portal al reino espiritual. 

—No podemos... —dice Kota, hincándose y apoyando las manos en sus rodillas.

—Hemos vencido a Tomura antes.

—Entiende, Bakugo. Estamos cansados de pelear y no podemos seguir con esto. El mundo estará por terminar y no podemos vencerlo. La piedra lunar... —comienza a quebrantarse en pedazos, soltando lagrimas—. Esa piedra era protegida por los Wolf, cuando perdieron a todos sus Alfa fueron libres pero a cambio, dejaron que su poder fuera desnivelado dejando que se abriera el portal. Uno por el que yo y Tokoyami llegamos, uno que despertó el poder de Tomura. Todos somos atraídos por una fuerza pero él, él lo quiere todo. 

—¿La piedra lunar?

—Sí, la que Marianne madre de Midoriya, protegió. Pero murió por Todoroki, y él se encargo de todos los demás Alfa. Ese desequilibrio causado por los hermanos ocasiono esto. —dice con presión en el pecho—. Esa piedra era lo que nos protegía, sellaba el poder del pueblo para evitar que el Shinigami de la profecía ocasionara el apocalipsis. 

La profecía de la Banshee se cumplía. 

La realidad del fin de la humanidad se presentaba ante de ellos dos, con solo Tamaki, Uraraka y las reencarnaciones de sus compañeros, contra algo que no podían alcanzar.

Se reincorporaron mirando al cielo teñido de negro y el dios de la muerte, descendiendo hacia ellos. 

—Este es nuestro fin, Bakugo. 

—Lo sé, Kota. Lo sé.

—¿Prometes que seremos felices al menos antes de morir? —dice Kota con lagrimas en su sonrisa.

—Hasta el final.

Chocaron los puños antes de dar un paso hacia delante.

Cute Wolf - BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora