4. DESCUIDA, MIDORIYA

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BAKUGO


1 Semana después. 

De alguna forma me acostumbré a que Midoriya me pregunté sobre cada cosa en la que tenga curiosidad saber.  Pregunta como si fuera un niño, se ve tierna la forma en que pregunta cada cosa como si nunca hubiera salido del bosque, lo cual creo que es cierto.

Recién salimos de la cafetería en la que trabajo. En la que apenas comencé a trabajar, en verdad necesitaba un empleo porque mis ahorros, se van agotando mientras a mamá le dejo de importar.

Midoriya: ¿Por qué los autos atropellan a los animales?

Bakugo: No puedo decir que son los autos, si no, los conductores. Puede que estén apresurados o hayan tomado, o no se dieron cuenta que había un animal en medio del camino

Midoriya: Ujum... —dice como si esperara a que agregara algo más a la respuesta.

Bakugo: No tengo todas las respuestas del mundo, Izuku  —le tomo la mano antes de que cruce la calle, pasa un auto a media velocidad— Ten más cuidado antes de cruzar

Midoriya: Pues fue él el que no se dio cuenta que iba a pasar. 

Bakugo: ¿Estas bien?

Midoriya: Sí.

Debe estar mintiendo. 

Bakugo: ¿No te aprieta demasiado el pantalón de atrás? Tienes los ojos llorosos.

Midoriya: ¿Podríamos ir al departamento? —se toma las manos—. Y podría ser rápido, si no te molesta.

Caminamos algunas cuadras más y dos al norte para llegar al edificio. Él sube corriendo las escaleras pero creo que se le olvidó algo y es que yo tengo las llaves. Vengo a un paso faltante por llegar así que tendrá que esperar un poco más.

¡¿Qué le hizo a la puerta?! Maldición, no entiendo por qué ni como pero, maldición. tomo un pedazo de madera que estaba tirado en el suelo.

Bakugo: ¡Midoriya, hiciste mierda la puerta!

Midoriya: Perdón.

Bakugo: Espera, —tenia su cola expuesta con el mismo pantalón puesto— ¿Qué le hiciste a mi pantalón?

Midoriya: Oh, pues me desespere y toma unas tijeras —se da la vuelta— Le corte para que saliera mi cola. Lo hice rápido y sencillo.

Bakugo: Ya me di cuenta. —susurro—. Ahora solo me quedan dos pantalones. 

Midoriya: ¿Sabes que te puedo escuchar? Tengo buen tímpano.

Ahora sabe que mi armario estará tan vació como mi billetera. Al menos no sabe lo de mi billetera hasta que se cuenta que el refrigerador tiene de todo, menos comida. Exacto. Nada.

Al día siguiente.

Falta poco para la temporada de lluvias pero parece que se van adelantar, ha amanecido nublado pero las nubes no se logran notar como si fuera una cobija grisácea que cubre por encima el cielo. Salgo de mi habitación y Midoriya está temblando mirando por la ventana de la cocina.

Bakugo: ¿Sucede algo? —me acerco a él y miro hacia su dirección—. No veo nada.

Midoriya: No es eso, es que tengo un mal presentimiento. ¿Te podrías quedar? Solo hoy —aunque su voz no tiemble su cuerpo lo hace.

Bakugo: Lo siento, tengo clases. Si pasa algo solo llama con el celular que te di y no vayas a decirme que ya se te olvidó. Te lo explique por cinco horas —pongo mi mano sobre su hombro derecho— Estarás bien.

Midoriya: ¿Y tú?

Bakugo: También estaré bien, tal vez solo sea una lluvia.

Lo dejo a solas para ir por mi uniforme e ir al baño. 

Antes de que cierre la puerta, al otro lado de la ventana una nube negra cruza con velocidad. Parecían cuervos, lo cual es raro. 

Debió ser mi imaginación.


Cute Wolf - BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora