Dante atravesó el Campamento Mestizo como una bala. De hecho, incluso saltó por encima de un grupo de campistas, que se pusieron en su camino, como si fuese en atleta olímpico. Sólo frenó cuando llegó a lo alto de la Colina Mestiza, el lugar donde acababan las barreras mágicas del campamento. Estaba cien por ciento seguro de que aquella águila la habían mandado desde el Campamento Júpiter. Solo necesitó alejarse unos cuantos cientos de metros del campamento para localizar el águila.
El ave volaba muy alto, probablemente porque se había estrellado contra las barreras del Campamento Mestizo. El caso es que cuando vio al semidiós se dejó caer en picado, a velocidad de vértigo. Cuando estuvo a punto de estrellarse contra el suelo abrió las alas majestuosamente, deteniendo su caída - Sí, sí... Muy impresionante - rezongó Dante mientras extendía el brazo.
El águila se apoyó sobre este y le tendió la pata. Atada a esta había un pequeño rollo de papel. Dante lo soltó y en cuanto lo hizo el ave retomó el vuelo, para perderse en los grises cielos de Manhattan. Él desenrolló el papel - De Jason Grace, pretor del Campamento Júpiter - leyó Dante - En serio... ¿Por qué los romanos dejaron de usar los mensajes de Iris? -
Dante le dio la vuelta al papel y leyó el mensaje: "Nuestros vigías han avisado de que el ejército de Cronos está en movimiento. El asalto al Monte Otrys está casi listo. Pero te necesitamos por aquí. Vuelve. Ya"
Necesitó leer dos veces el mensaje, sobre todo la parte del ejército de Cronos. Eso no tenía sentido, se suponía que Percy había mandado ese ejército al fondo del mar Pacífico. Cerró el puño con rabia, convirtiendo la hoja de papel en una bola que desmenuzó entre sus dedos - Mierda... -
Hestia había sido clara. Si querían sobrevivir a la Segunda Titanomaquia, romanos y griegos debían de cumplir sus papeles. Percy debía derrotar a Cronos en un combate singular y los romanos debían derribar la fortaleza del titán simultáneamente. Y él era el único que sabía aquello, debía actuar como guía para que ambos sucesos ocurrieran y eso significaba que si el Campamento Júpiter necesitaba ayuda debía de ir.
- Supongo que tendré que buscar una buena excusa - murmuró mientras volvía al campamento.
*********
- ¡¿Te vas?! ¡¿Cómo que te vas?! - gritó Helena mientras seguía al chico por la casa grande. Dante entró en una de las habitaciones. Hacía dos años había abandonado el Campamento Mestizo y como Dioniso no estaba para formalizar su vuelta aún usaba una habitación de invitados. Lo cual era en realidad mejor que compartir habitación con sus quince hermanos, pero bueno - ¡¿Eres consciente de lo que se viene?! - siguió Helena sin comprender la decisión de Dante - Cronos viene hacia aquí y va a destruir el Olimpo -
- Lo sé - respondió Dante mientras sacaba una muda de ropa del armario. Empezó a cambiarse delante de la chica mientras ella le repetía por enésima vez que el ejército de Cronos iba a atacar Manhattan - Helena cariño, créeme cuando te digo que no quiero irme -
- ¿Entonces por qué te vas?
Dante suspiró mientras se echaba una mochila al hombro. En realidad no llevaba casi nada, solo agua, unas galletas y un poco de ambrosía y néctar. Se asomó fuera de la habitación y tras asegurarse que no hubiese nadie cerca, cerró la puerta - Los romanos necesitan ayuda -
Helena enmudeció al oír aquello. Aún le resultaba extraña la existencia de otro campamento de semidioses - ¿Y qué van a hacer ellos? ¿Vienen a ayudar? -
- Más o menos - respondió él. Se acercó al escritorio de la habitación, el cual estaba repleto de armas. Fue a coger sus pistolas cuando recordó quién las había creado... Cerró los ojos durante un instante y vio el rostro de Beckendorf - Ayúdame una última vez... - musito mientras echaba sus dos Desert Eagles modificadas a la mochila - Para poder ganar esta guerra no bastará con detener a Cronos cuando asalte el Olimpo, tenemos que acabar con él del todo -
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ARES #5 // DIOSES DEL OLIMPO
FanfictionProtege a quien quieres... El momento ha llegado. Los ejércitos están listos. Cada pieza ha sido colocada en su lugar, y llega el momento de la batalla donde el futuro del mundo y de la humanidad será puesto a prueba. Quinto libro de la saga Ares.